MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

No más mentiras

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Aún recuerdo cuando mi madre, muy en su estilo de ama de casa, comentaba que había que prepararse porque todo iba a aumentar de precio. Y justamente lo decía como reacción a las declaraciones del presidente en turno que garantizaban que no subiría la gasolina, que no aumentarían las tortillas o que viviríamos en medio de una abundancia tal que el problema de los mexicanos sería el cómo administrar nuestros cada vez mayores recursos. Todo mundo lo sabía: la realidad siempre se movía en el sentido opuesto a los dichos de las autoridades; el gobierno y los políticos profesionales siempre mentían y sólo buscaban mantenerse “vigentes” para brincar de un puesto a otro… y seguir viviendo de la hacienda pública. Si alguno en sus orígenes había sido honesto, laborioso y leal a su pueblo, el ejercicio del poder lo echaba a perder. Como en el viejo chiste del toro semental que por ser tan fértil, tan de buena raza y tan aplicado en la tarea de la reproducción de su especie con cuánta vaca tenía a su alcance, decidieron comprarlo por acuerdo del cabildo para que estuviera al servicio de todos los ganaderos del municipio, y en su primer día como “bien público” ni siquiera hizo el intento de acercársele a la vaca elegida. Cuando su antiguo dueño le reclamó su falta de aplicación al semental antes tan esforzado, éste le respondió que ya no tenía necesidad de trabajar porque ya era “funcionario público”. 

De lo anterior me acordé al escuchar ufanarse al presidente de la República, en nota de La Jornada del 27 de abril se lee: “Domamos al virus, dice AMLO” y desde esta declaración de hace casi un mes el número de muertos y contagiados, a pesar de los subregistros tan criticados e incluso reconocidos, sigue aumentando hasta colocarnos como el décimo país con más muertos por Covid. Igualmente falsas y llenas de ese tufillo al viejo PRI, tan criticado, al menos de dientes para afuera, por la 4T, de que “hemos aplanado la curva” que tanto repite el Dr. López Gatell, principal vocero gubernamental sobre la pandemia, cuando en estos días acabamos de romper el récord reconocido por el gobierno en fallecimientos y enfermos, por lo que la “curva plana” sube y sube y sube. Lo dicho pudiera quedarse como un capítulo más de la tan prolífica picaresca de la política mexicana, unos farsantes más que engañan al pueblo en lo que se descubre su mentira, que tarde o temprano serán desenmascarados. Pero esta situación no puede quedarse sólo en un valioso material para los “moneros”, esos artistas del dibujo y el color que en unos cuantos trazos editorializan certera y agudamente la situación política, ni en abundante materia prima para la elaboración de memes y bromas, puesto que provocan el sufrimiento de millones de mexicanos que por la falta de apoyo, responsabilidad y solidaridad gubernamentales están sufriendo hambre a lo largo y ancho del país, la pérdida de vidas y a la impotencia de los afectados por el virus y de sus familiares, la angustia de los que han perdido sus empleos y no saben qué hacer en medio del confinamiento por la cuarentena ni tampoco qué harán cuando ésta termine.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) estimó que tras la emergencia sanitaria por Covid-19 en México podrían caer en la pobreza diez millones más mexicanas y mexicanos. Por su parte BBVA México calculó hasta en 16 millones los nuevos pobres que dejará el Covid-19. Los defensores oficiosos del gobierno dicen que no se puede culpar al gobierno de la pandemia y de sus efectos económicos; pero aun así, la responsabilidad del gobierno si está: a) en apoyar a la gran mayoría de pobres e incluso a la inestable clase media para que no se deterioren más sus ya precarias condiciones de vida, y se ha limitado a proponer los mismos programas de asistencia social con los que arrancó y que sólo atienden a 22 millones, mucho menos de los que se encuentran en situación de pobreza e incluso menos de los que beneficiaba Prospera, el programa social de los gobiernos anteriores; b) si está, como dijera el primer ministro de China ante los retos que está dejando la pandemia, en “garantizar el empleo, satisfacer las necesidades básicas de vida” de la población, pero en nuestro país ni se garantiza el empleo ni se promueve el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo, pues hasta en los hospitales se notan las carencias más básicas de equipo y medicinas. El pueblo de México ya no quiere más mentiras. Como las de la CFE que prometió que no habría aumentos y no habría cortes de luz en medio de la pandemia, pero en los hechos ya aparecieron los “tradicionales” “recibos locos” en Tijuana y Mexicali, con sus cobros exorbitantes de energía. En su campaña electoral el presidente López Obrador habló de la necesidad de acelerar el desarrollo económico del país para poder garantizar un mejor nivel de vida, seguridad, salud, educación, de elevar el PIB “al doble de lo que se venía creciendo en el periodo neoliberal”, todavía a pocos días de tomar posesión ratificó su “compromiso de que el PIB crezca al 4%”. En el primer año del gobierno de la 4T el PIB no sólo no creció, sino que se achicó, mientras que para este año se calcula que pueda caer hasta en un 6%. Pero en lugar de plantear mecanismos para evitar el derrumbe del Producto Interno Bruto, el presidente trata de jugarnos el dedo en la boca afirmando que esos conceptos, PIB y crecimiento económico, ya no son importantes deben dejar de usarse (no más porque él lo dice). Incapaz de resolver los problemas vitales, materiales como los propios organismos de los mexicanos que demandan vivienda, alimento, salud, servicios públicos, seguridad, ahora se nos quiere vender la idea de una supuesta felicidad lograda solo en el plano espiritual. No te fijes en el aumento del desempleo, en que te quedaste sin ingresos, en que tu familia no tiene que comer, en que no hay para pagar el recibo de la luz, sonríe beatíficamente -nos dice desde su púlpito el presidente, que fracasado como estadista ahora se asume predicador- y nos pide que repitamos: “vamos requete bien, soy feliz, feliz, feliz”. Pero el rentero llama a la puerta, los hijos demandan alimento, los climas extremosos en muchos lugares golpean gélidamente o con el calor sofocante de Mexicali o de Hermosillo. La realidad nos obliga a no caer en los sueños de opio del presidente-predicador y nos reclama: ¡únete pueblo!, ¡organízate y lucha! ¡Toma en tus manos las riendas del país y construye el futuro que se merecen tus hijos! 

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