Nuestro país cuenta con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ley fundamental donde se establecen las garantías sociales, los derechos y las obligaciones de los ciudadanos mexicanos. La Constitución está por encima de las leyes estatales y municipales. Ella es la herramienta fundamental de que dispone todo el pueblo de México para defender sus derechos; y el desconocimiento de la misma, no les exime de su observación. El pueblo ignorante de sus derechos es burlado con toda facilidad, y solo le respetan sus obligaciones, y sin mayor resistencia los acepta sumiso.
Nuestros derechos garantizados en la Carta Magna, como el derecho de organización, en el artículo 9º, y el de petición, en el 8º, no son respetados en su esencia. Se les considera, tal pareciera, siempre y cuando sea para organizar alguna fiesta familiar o reunirse para una borrachera; para un bautizo, primera comunión, boda o una posada de fin de año. Y si el pueblo se organiza para solicitar alguna petición comunitaria, como festejar alguna fiesta patronal o una kermés, se le resuelve algunas veces con cierto agrado, como la petición de juguetes o apoyo económico para alguna “comilona” que el presidente de barrio solicita para el pueblo; y sólo si esto permite resaltar la imagen del gobernante en turno, entónces, la alegría es mucho mayor, con videos y fotografías coloridos para la prensa o las redes sociales; todo está muy bien mientras esto continúe así; pues, de lo contrario, despertará la irá del funcionario publico y usará la policía a su servicio para la represión.
En este caso, usará la prensa y sus tinteros al servicio del poder para la calumnia, armará expedientes de investigación y usará la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), para someter a sus detractores, si estos se atreven a levantar la voz exigiendo la solución de sus demandas. Hay de aquél pueblo que se atrevá a organizarse para mejorar sus condiciones de vida; el pueblo se topará con una política de no los veo y no los oigo, por muy justificada que sea su derecho de organización y petición. El pueblo tiene que conocer las leyes que lo amparan, y luchar con valentía dentro del marco legal establecido.
Y el Artículo 8º dice: “los funcionarios y empleados públicos respetarán el ejercicio del derecho de petición, siempre que ésta se formule por escrito, de manera pacífica y respetuosa; pero en materia política sólo podrán hacer uso de ese derecho los ciudadanos de la República”. Por su parte, el artículo 9º: “no se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los ciudadanos de la República podrán hacerlo para tomar parte en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada, tiene derecho de deliberar”.
La miseria en que viven la mayoría de los mexicanos se vuelve una angustia terrible, una desesperación sin fin, una pesadilla que atormenta; y cuando no se puede más, sale de lo más hondo de su sufrimiento un grito de: ¡Ya basta! Es, cuando el pueblo toma conciencia de que puede mejorar sus condiciones de vida y se lanza decidido con todo, sabe, que nada es gratuito, pero, ¿qué puede perder, quien solo cuenta con su miserable vida llena de dolor y sufrimiento, al mirar a sus seres queridos sin lo necesario para vivir?
En la fábula del griego Esopo, que posteriormente fue adaptada y hecha popular por el fabulista español Félix María de Samaniego, en el siglo XVIII, llamada “El gato y el ratón”; nos cuentan que, después de mucho deliberar los ratones para no ser cazados por el gato, concluyen que, poniéndole un cascabel al cuello podrían adevertir con tiempo el peligro inminente, pudiendo escapar con vida. Pero, surgió una pregunta obligada: ¿quién, arriesgando su vida, le pondrá el cascabel al gato?
En México, tenemos al Movimiento Antorchista Nacional, la organización de los pobres que trabaja muy de la mano con la gente más necesitada; con los que carecen muchas veces de todo, sin vivienda digna, que, con material reciclado se compone su casa; sin agua potable, que sufren de abuso en los precios por cada bidón con agua que compran y tiene que racionar, privando a sus familia del aseo necesario para una vida saludable; las velas se consumen en las noches, con el peligro siempre latente de un incendio al menor descuido que consume los pocos muebles logrados; la falta de electrificación, drenajes, escuelas, centros de salud, centros deportivos y culturales. Éstas son las necesidades básicas por las cuales el Movimiento Antorchista organiza y lucha por el bien de la gente.
El pueblo de México tiene las leyes que la amparan para organizarse y exigir la solución de sus demandas. Tiene al Movimiento Antorchista que los orienta, y gestiona con ellos. Los mexicanos deben organizarse para salir de la miseria en qué se encuentran, e impulsar a verdadero líderes populares para que los represente en los diferentes niveles de Gobierno. Dentro de la ley, y con la ley en la mano, todos podemos vivir mejor. Nadie nos regalará nuestro bienestar.
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