Durante mucho tiempo la capital tamaulipeca fue conocida por sus habitantes y gente que llegaba a visitarla por su lema “Cd. Victoria, ciudad limpia, ciudad amable”, frase que acuñó y popularizó el locutor de la Organización Radiofónica Tamaulipeca (ORT) hace algunos años,don Carlos Adrián Avilés Bortolussi, en su programa “Alegría Matinal” transmitido desde las primeras horas del día y del que hasta el momento se tiene gratos recuerdos. Más tarde, esta frase fue impulsada por el gobierno municipal en turno.
Hoy muchos de sus habitantes, por no decir los más viejos recuerdan que Ciudad Victoria era un lugar pequeño en la que casi todos se quejaban y aseguraban que “Aquí no pasaba nada” además de que se podían recorrer sus calles caminando y sin problemas a cualquier hora del día, incluso a altas horas de la noche o madrugada. Su tranquilidad regocijaba a los habitantes que pocas veces se sorprendían de algún accidente, casi inusual en aquellos tiempos, cero inseguridad, calles limpias, con un servicio recolector de basura que funcionaba eficiente, con áreas de esparcimiento y calles en buen funcionamiento; en pocas palabras una ciudad con un desarrollo lento, tranquilizador y seguro.
Sin embargo, esta tranquilidad terminó después de la ola de violencia que azotó a la ciudad y su lema dejó de cobrar relevancia por la falta de compromiso de los gobiernos municipales en turno, que no enfocaron sus ánimos y su energía para cumplir con esta promesa. Hoy las generaciones actuales solo están atentas a las historias que se cuentan de esta ciudad en la que “no pasaba nada”, pero solo son historias y añoranzas de quienes vivieron tiempos venideros.
Diariamente por las vialidades de las colonias más concurridas, somos testigos de la falta de mantenimiento de las calles, las banquetas, los baches, las fugas de agua potable y aguas negras, etc., son temas que desde hace años ha caracterizado a nuestra capital. La falta de presupuesto asignado para obras y servicios que otorgaba el Gobierno federal ha golpeado fuertemente al desarrollo del municipio no solo de Ciudad Victoria, sino de muchos municipios del estado.
Si a estos problemas le sumamos el poco interés que el gobierno municipal ha aplicado para subsanar las vialidades o restablecer las calles con mayor circulación, nos damos cuenta que la ciudad está abandonada. Para comprobar esto solo basta con visitar la entrada de la colonia la “Amalia G. de Castillo Ledón”, donde las calles están en muy mal estado y al solicitar la renovación o arreglo de la pavimentación, los mandatarios solo se limitan a mencionar que en el plano de la ciudad ya aparece pavimentada. Otro ejemplo de olvido y desinterés son las calles que atraviesan la colonia Casas Blancas, donde diariamente sufren por las fugas de agua potable y aguas negras, teniendo que soportar semanas sin que puedan ir a restablecer el servicio y así muchos lugares de la capital.
Estos problemas son lamentables y reales, pero carecen del compromiso de los gobiernos por atenderlos. Aunque la Secretaría de Obras Públicas del Estado, informó que se invirtió en infraestructura vial con 350 millones de pesos para esta ciudad capital, de los cuales 300 millones se destinaron para la pavimentación de 116 calles y avenidas que requerían de mantenimiento en distintos sectores y 50 millones fueron destinadas a obras hidráulicas. La inversión no subsana los grandes problemas que aquejan a la ciudad, y su desarrollo retrocede cada vez más, y como era de esperarse quienes pagan las consecuencias son los victorenses que todos los días tienen que lidiar con los problemas.
Es preciso interpretar que estos problemas son el producto de una larga fila de demandas sin atender y sin resolver. Pero también es necesario aclarar que pudieron atenderse, sí, pero no se hizo a tiempo o solo se dieron largas para evitar solucionarlos. Por esta razón, el Movimiento Antorchista de Tamaulipas ha insistido en la organización de los victorenses, pues solo el pueblo organizado podrá exigir que se resuelvan sus demandas y solo el pueblo organizado será capaz de preocuparse por los problemas que aquejan a su ciudad. Es primordial en estos tiempos de indiferencia por parte de los gobiernos de todos los niveles contar con una fuerza organizativa que señale de fondo los problemas y que exija su solución, solo así lograremos el desarrollo de nuestras ciudades y pueblos para alcanzar una vida mejor, es decir, una ciudad amable, una ciudad limpia.
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