Ha transcurrido un año y un mes aproximadamente desde que la pandemia apareció en México. Un año en el que se han contagiado más de 2 millones 300 mil mexicanos y perdido la vida 213 mil 500 de ellos. Un año en el que obedeciendo las indicaciones oportunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y aplicando medidas sanitarias estrictas pudieron evitarse la muerte de 190 mil mexicanos, de acuerdo con el Institute for Global Health Sciences, 2021. Un año de negligencia y nula atención y preocupación del presidente de la República. Mismo periodo en el que se han sumado 9.8 y 10.7 millones de mexicanos, con ingreso inferior a la línea de pobreza y de pobreza extrema, respectivamente, de acuerdo con el comunicado del Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (CONEVAL) con fecha del 9 de febrero del 2021; un año en el que la deserción escolar se agravó con 5.2 millones de estudiantes que ya no se inscribieron al ciclo escolar 2020–2021 (La Jornada, 24 de marzo del 2021). Un año donde, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 2.3 millones de estudiantes no se matricularon porque los padres perdieron su empleo, porque la enseñanza a distancia fue poco funcional, porque no hubo dispositivos electrónicos para muchos y el acceso a la Internet fue muy costoso; un año en el que los otros 2.9 millones de estudiantes no pudieron ingresar al nuevo ciclo escolar por falta de recurso económico. Un año de mucha pérdida, pero también un año de mucha riqueza, acumulada en los bolsillos de 5 multimillonarios del mundo y 11 multimillonarios mexicanos, quienes incrementaron insultantemente su fortuna durante un año de pandemia; un año de una acelerada acumulación de riqueza en unas cuantas manos y de una rápida expansión de pobreza en la inmensa mayoría. Un periodo muy corto donde los más pobres se hicieron más pobres y su número aumentó, y donde los más ricos se hicieron más ricos, pero a una velocidad nunca antes vista en la historia del capitalismo, como lo reporta World Socialist Web Site, en su edición del 8 de abril de 2021: “La riqueza colectiva de los milmillonarios en el mundo se disparó más del 60 por ciento”, pasando de 8 billones de dólares a 13.1, de acuerdo con la información proporcionada por la revista Forbes. Entre ese pudiente colectivo, cinco fueron los que obscenamente incrementaron su fortuna: Jeff Bezos, el dueño de Amazon; Elon Musk, propietario de Tesla y Space X; Zhong Shanshan, fundador de Nongfu Spring; Bernard Arnault, propietario de bienes de lujo; y Dan Gilbert, presidente de Rocket Companies. La fortuna del primero pasó de 64 a 177 mil millones de dólares. La del segundo, de 24 a 151 mil millones de dólares; éste, del puesto 31 que ocupaba antes de la pandemia, pasó al puesto número 2 de los más ricos del mundo. La fortuna del tercero, según el índice Bloomberg, aumentó de 13 mil 500 millones de dólares a 91 mil 700. El cuarto empresario tuvo un incremento del más del 30 por ciento de su fortuna durante la pandemia, terminando el año 2020 con un patrimonio neto de 146 mil 300 millones de dólares. Mientras que el último, un aumento neto en su fortuna de 28 mil millones de dólares en 2020. Así de obsceno es el incremento de la riqueza de estos megamillonarios. Pero el caso de México tampoco es menor. Mientras que, por un lado, el número de desempleados y pobres aumentó aceleradamente, por el otro, 11 multimillonarios mexicanos acrecentaron su fortuna exponencialmente. Destacan los casos de Germán Larrea, dueño de las grandes mineras mexicanas, quien tuvo un crecimiento del 146.5 por ciento, que lo colocó como el segundo más rico de México, solamente por debajo de Carlos Slim Helú, cuya fortuna tuvo un incremento del 7.4 por ciento. Alberto Baillères, presidente del grupo Bal, segundo empresario mexicano que más acrecentó su fortuna (63.8 por ciento) y el cuarto más rico de México. El tercero de los que más dinero amasaron durante el primer año de la pandemia, fue la familia Servitje Montul, dueña del Bimbo, un récord de ventas y un incremento de 38.1 por ciento. La otra familia que no se quedó atrás en sus ventas fue la familia Robinson Bours, dueña del Bachoco, con un 11.6 por ciento de incremento en su fortuna. Ricardo Salinas Pliego es otro de los empresarios que, aunque no tuvo tanto éxito como sus otros compatriotas, sí amasó una buena fortuna por los contratos firmados con la Secretaría de Educación Pública para las clases por televisión. En lo que va de la pandemia su fortuna se ha incrementado en 7 por ciento, que lo ubica como el tercero más rico de México.
Como se ve, mientras que por un lado se amasa una obscena fortuna, por el otro, la pobreza extrema se acrecienta, 10.7 millones de pobres nuevos, según el Coneval, y junto con ello la deserción escolar también. De acuerdo con la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECovid-Ed), 1.5 millones de estudiantes de escuelas públicas y 300 mil de escuelas privadas que terminaron su ciclo escolar 2019 – 2020 ya no se inscribieron al nuevo ciclo. En el periodo escolar, 2019 – 2020, de acuerdo con la encuesta, 738 mil 400 jóvenes dejaron sus estudios y seis de cada 10 de ellos fue por Covid-19. De acuerdo con el Inegi, los factores que hicieron que los estudiantes abandonaran completamente sus escuelas fueron los siguientes: gasto adicional en la compra de teléfonos inteligentes (28.6 por ciento de las viviendas); contrato de servicios de Internet fijo (26.4 por ciento); y adquisición de mobiliarios (20.9 por ciento).
Ante este tétrico panorama educativo se plantea un pronto regreso a clases de manera presencial. Primero, porque las clases virtuales carecen de una base pedagógica; segundo, porque el hábito y el interés hacia el estudio se va perdiendo; tercero, porque no hay un seguimiento preciso en la revisión de tareas, además de la nula retroalimentación en las evaluaciones que el profesor realiza; cuarto, porque dos de cada 10 estudiantes de estratos bajos acceden a clases virtuales contra 9 de cada 10 en los estratos altos. Razones más o razones menos que por demás son suficientes para que los niños y estudiantes regresen a sus clases presenciales. Pero hay un problema que se debe atender primero: la vacunación de los estudiantes, que hasta el momento ningún medio de comunicación reconocido a nivel nacional ha recogido como su demanda y propaganda. Ninguno de ellos ha replicado el pronunciamiento de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) y de su dirigente Isaías Chanona Hernández, quien ha lanzado enérgicamente la consigna de vacunas para todos los estudiantes antes de regreso a clases presenciales. Cierto es que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ya formuló un plan de vacunación para el magisterio a nivel nacional (aunque solamente para los maestros de nómina), pero un plan de vacunación para los estudiantes no se oye ni por ningún lado y la SEP ni siquiera lo tiene contemplado entre sus prioridades. En estas condiciones no debemos regresar a las aulas, pues iremos directo al matadero con el “modelo” de “inmunidad de rebaño” tan pregonado hoy por el capitalismo salvaje. Por eso, estudiantes, maestros, campesinos y trabajadores debemos sumarnos a la racional exigencia de la FNERRR para que nuestros hijos tengan un regreso seguro a clases.
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