La pandemia más devastadora que ha sufrido la humanidad en los últimos 100 años y que también nos ha afectado a nosotros, ha dejado al descubierto los graves problemas que enfrentamos en el terreno de la salud y las dificultades en lo educativo. Hoy vivimos una tercera ola de contagios con la variante Delta; muchos hospitales de nuestro país, se han declarado rebasados por la enfermedad (más de 3 millones de infectados, más de 260 mil muertos, según cifras oficiales. En los días que anteceden a este escrito se han superado las cifras de contagios y fallecidos con respecto a la primer y segunda ola) y la educación sigue en picada (el diario El Financiero en su nota del día 13 de agosto del presente año, publicaba que 5.2 millones de alumnos dejaron la escuela por pandemia de covid-19 en México, además de comentar que los asesinatos de niños y embarazos adolescentes también presentaron un incremento) todo esto tristemente para el presente y futuro del país.
No podemos ignorar los resultados presentados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que confirman la opinión de los expertos de que se temía una alta deserción escolar tras el cierre de las escuelas como medida de contingencia de la pandemia, además de los millones de estudiantes que se quedaron fuera de clases en el actual ciclo, la encuesta muestra que 1.8 millones no concluyeron el ciclo escolar anterior (2019-2020), y que 58.9 por ciento de ellos argumentó alguna razón asociada a la Covid-19, mientras que 8.9 por ciento aseguró que dejaron las clases por falta de dinero o recursos. De ese número de estudiantes, 1.5 millones corresponden a escuelas públicas y 243,000 a privadas. Así la situación de la educación.
Siguiendo con la encuesta del Inegi, el 26.6 por ciento de los estudiantes dijo que uno de los motivos asociados a la covid-19 para no inscribirse en el ciclo escolar es que “las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje”, mientras que el 25.3 por ciento señaló que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo, no olvidemos que suman 14 millones de pobres más, y el 21.9 por ciento carece de computadora, tableta o algún otro dispositivo y tampoco tienen conexión de internet, esto último alcanza a más de 16 millones de hogares en México, por lo que millones de estudiantes no pueden acceder a contenido educativo en línea.
Tampoco podemos desdeñar que los gastos de muchos hogares se incrementaron con la nueva modalidad de educación, pues el estudio revela que el 28.6 por ciento de las viviendas con población de 3 a 29 años que sí se inscribió en el ciclo escolar hizo un gasto adicional; todos hemos escuchado a las madres de familia, para comprar teléfonos inteligentes y que sus hijos siguieran los cursos a distancia, un 26.4 por ciento tuvo que contratar algún servicio de internet fijo y un 20.9 por ciento adquirió mobiliario “como sillas, mesas, escritorios o adecuar espacio para el estudio” todo esto como sabemos con grandes dificultades pues hay una enorme carencia de vivienda en nuestro México.
Todo lo anterior nos llevaría a la conclusión de que hay que regresar a clases presenciales, y es cierto, nadie en su sano juicio puede oponerse a ello, es más, resulta errónea esa discusión que se ha generado a raíz de las declaraciones del Presidente de la República que ha sostenido que “llueva, truene o relampaguee” deben regresar niños y jóvenes a las aulas, no hay discusión: deben regresar, la discusión se debe centrar en ¿bajo qué condiciones deben regresar? y ¿a quién corresponde contribuir con tales condiciones?
Y es, ante tales cuestionamientos que se debe reflexionar: ¿las escuelas que han sido vandalizadas ya se reconstruyeron?, ¿las escuelas que no tienen agua potable, ya la tienen?, ¿se les ha proporcionado a las instituciones: gel, materiales sanitizantes, aparatos para medir la temperatura?, ¿el trasporte escolar, es seguro?, ¿los salones son tan amplios que se puede conservar la sana distancia? La respuesta salta a la vista, no, no.
Por otro lado, ¿se han vacunado a todos los de 18 a 29 años?, y ¿por qué el gobierno niega que se debe vacunar a los niños, lo mismo que a los maestros para reforzar la anterior dosis? ¿por qué minimizan esta tercera ola de la covid-19, si hay datos duros de niños y jóvenes que se han contagiado y han muerto? ¿por ignorancia o porque al final no les importa conservar la vida de los estudiantes?
No será que el presidente está convencido como muchos otros gobernantes del mundo que hay que aplicar la “inmunidad de rebaño” que no es otra cosa que muera el que tenga que morir y que sobrevivan los fuertes, que vivan los que le seguirán dando ganancia al gran capital, y los demás, los viejos, los débiles y más pobres que no tengan para pagar un médico que perezcan, eso nos les importa, ni al gran capital extranjero ni al Gobierno de la 4T, como lo demuestran sus criminales acciones.
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