MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Para combatir al dengue, debemos combatir la pobreza

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El dengue es una enfermedad infecciosa sistémica viral, transmitida por el mosquito Aedes aegypti, lo cual quiere decir que esta patología afecta gran parte de nuestros órganos, ya que el virus es distribuido por medio de la sangre. 

Existen cuatro serotipos de DENV, los cuales están enumerados del 1 al 4 (DENV-1, DENV-2, DENV-3, DENV-4), siendo el DENV-2 el más común en México.

El mosquito transmisor se ha convertido en una especie doméstica, que se adapta de manera casi perfecta al estilo de vida del hombre y su entorno. En nuestras viviendas lo tiene todo: agua limpia para tener sus criaderos y reproducirse, zonas húmedas y vegetación para descansar, además de tenernos a nosotros para alimentarse.

Estamos en una crisis epidemiológica que ha crecido en un 460 % y que, para mala fortuna de nosotros, tiene más gusto por los pobres. A mayor número de pobres, mayor número de casos de dengue.

Al dengue lo podemos dividir en tres tipos: El dengue sin datos de alarma se presenta con fiebre, dolor en articulaciones y músculos, dolor detrás de los ojos, náuseas, vómito, erupciones en la piel o dolor de cabeza. 

El segundo es dengue con datos de alarma como dolor abdominal intenso, sangrado de mucosas (encías, nariz) y disminución de plaquetas. Y por último, el dengue grave se manifiesta con hemorragia severa, dificultad respiratoria y daño en los órganos.

Catalogada como una enfermedad endémica de zonas tropicales y con incremento durante la temporada de lluvias, hoy nos ha puesto en una encrucijada que grita a los cuatro vientos una crisis epidemiológica a nivel mundial.

El cambio climático, con sus grandes sequías y lluvias torrenciales provocadas por ciclones y huracanes, se ha encargado de tropicalizar regiones donde antes no existía y crear un ambiente propicio para su reproducción, transmisión y supervivencia durante gran parte del año.

En América Latina, hasta la semana epidemiológica 24 (17 de junio) de 2024 se ha duplicado el número de casos comparados con la misma semana del 2023, siendo 9 millones 386 mil 82 los casos de dengue, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Hasta ahora, los países más afectados son Brasil con 6 millones de infectados y 3 mil 999 muertos, y Argentina con 526 mil contagiados y 366 muertos.

En el caso de México, conforme a datos del Sistema Especial de Vigilancia Epidemiológica de Dengue, el primer semestre de 2024 se confirmaron 20 mil 249 casos a nivel nacional, 15 mil 849 más que en 2023, y se reportan también 26 defunciones, por lo que, por cada persona que murió el año pasado, hoy mueren cuatro más.

Estamos en una crisis epidemiológica que ha crecido en un 460 % y que, para mala fortuna de nosotros, tiene más gusto por los pobres. A mayor número de pobres, mayor número de casos de dengue.

Mucho se atañe la propagación de este vector por el desconocimiento adecuado sobre este virus y su transmisión. Sin embargo, de acuerdo con un estudio hecho en 2020 por Ariane Dor de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), se encontró que el 75 % de los hogares en Tapachula, Chiapas y Villahermosa, Tabasco (Tabasco es hoy el segundo estado con más contagios en 2024) conocen e identifican bien al mosquito y su prevención, pero sólo el 30 % realiza acciones preventivas.

El hacinamiento, la desnutrición, el desempleo, la falta de vivienda, los salarios bajos, la falta de servicios básicos como agua potable, drenaje, pavimentación y luz, así como un sistema de salud raquítico que carece de medicamentos y suficiente atención médica, son los principales promotores de que los pobres sean las víctimas más vulnerables ante el Aedes aegypti.

Datos del Coneval nos dicen que en México existen 46.8 millones de personas que viven en pobreza, y al mismo tiempo que el ingreso mensual de un hogar de clase baja es de 11 mil 343 pesos, de lo cual el 42 % de su ingreso es destinado para la alimentación y tan sólo 59 pesos para el mantenimiento y remodelación de su vivienda, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo.

En hacinamientos viven 5.3 millones de mexicanos (más de dos personas por cuarto-dormitorio).

47.7 % de los hogares en las ciudades de nuestro país no cuentan con suministro constante de agua potable y 88 % de las localidades en México carecen de drenaje; esto por dar algunos datos del Inegi del 2023 sobre factores de riesgo que propagan y transmiten la patología.

La prevención es crucial para evitar este tipo de crisis sanitarias. No hay nada que cueste menos y ayude más a la salud pública que adelantarnos a la enfermedad. 

La descacharrización, la limpieza de jardines y campos, el uso de mosquiteros, aplicación de repelentes, el almacenamiento de agua potable en recipientes cerrados y el uso de ropa que cubra brazos y piernas son las principales medidas preventivas que da la Organización Panamericana de la Salud.

Al mismo tiempo, esta organización hace un llamado a los Gobiernos del Caribe y México a incrementar el presupuesto para el combate al dengue, a crear planes de atención y prevención, así como a aumentar las acciones de fumigación y atención territorial por parte de personal capacitado (los famosos “vectores”).

Sin embargo, en México hay un abandono total por parte del Estado. La disminución de campañas de fumigación terrestre, el abandono a la obra pública en zonas marginadas y la deficiencia de los centros de salud en atención y medicamentos son piezas fundamentales en el crecimiento estratosférico de contagios y muertes por dengue.

En Brasil se han puesto manos a la obra para erradicar y atender en mayor medida lo posible esta enfermedad. La creación de centros de salud, la capacitación al personal médico, la vacunación gratuita a la población para prevenir el dengue grave y el aumento de la capacidad para hacer pruebas son muestra de la importancia que le da el gobierno de Lula Da Silva a su pueblo.

No conforme con eso, ha implementado la liberación de mosquitos infectados con la bacteria Wolbachia para combatir a los Aedes aegypti, insectos portadores de la enfermedad.

¿Y en México? Bueno, aquí el que se quiera inmunizar contra el dengue necesita desembolsar 7 mil 500 pesos para cubrir su esquema de vacunación personal. En caso de enfermarnos, debemos estar conscientes y preparados para pagar un tratamiento costoso que se puede triplicar en caso de requerir hospitalización; porque en estos tiempos de la 4T es poco probable que encontremos médicos, medicamentos y camas en cualquier hospital de México. 

Las pruebas gratuitas son insuficientes y el diagnóstico es meramente basado en síntomas y signos, por lo que muchos infectados se quedan fuera de las estadísticas al no tener una prueba confirmatoria.

La fumigación es casi inexistente y en lugares como Oaxaca se ha aplicado insecticida caducado. Los vectores, que son personal capacitado para este tipo de situaciones, no están trabajando por falta de pago y salarios bajos en Tabasco. 

Después del huracán “Otis” en 2023, Guerrero no se ha podido recuperar, ya que no se realizó en tiempo y forma el saneamiento y fumigación debida ante este tipo de catástrofes naturales; como resultado, hoy están cerrando escuelas por su incapacidad operacional.

Este virus es democrático y no distingue clases sociales; lo mismo le puede dar a un pobre como a un rico; sin embargo, las condiciones socioeconómicas determinan abruptamente el número de veces que te puedes enfermar y su gravedad.

En un estudio publicado por la revista científica Ecological Informatics, encontraron que cuando la pobreza se incrementaba, la tasa de dengue severo subía un 19.1 % en esa población.

Es un hecho que el cambio climático es un gran factor predisponente, pero no es el único causal. Las condiciones de vida son las que ponen el punto final.

De no haber una reestructuración económica donde el hombre tenga lo indispensable para bien vivir y un entorno digno que lo separe en gran medida de las enfermedades, esto seguirá creciendo y más enfermedades vendrán.

Es claro que para los Gobiernos morenistas esto no es esencial, y la realidad lo está demostrando. Seis años al frente del Estado y lo único que han dado son migajas económicas que medio sacian las carencias de los mexicanos, sacrificando la seguridad social, la creación de infraestructura pública (pavimentación, agua potable, luz eléctrica, vivienda, drenaje, etcétera), el empleo, la seguridad y la educación, por decir algunas.

Y así el dengue, como López Obrador, no es que quiera más al pobre, sino que es quien más beneficios le da; a ninguno de los dos le conviene que la pobreza se acabe, al contrario, les favorece que esta crezca. Y para esto, el mismo daño y el mismo lema: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

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