MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Políticas económicas y el campo mexicano

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Como un resultado fundamental de la Revolución Mexicana, plasmado en el Artículo 27 de la Constitución de 1917, se estableció el Ejido como forma de dotar de tierras de cultivo inalienables al campesinado. Las dotaciones y resultados productivos del ejido tuvieron altas y bajas durante setenta años y en 1992, bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari el neoliberalismo dejó toda la tierra en el mercado con la reforma del Artículo 27.

El gobierno justificó las reformas afirmando que los cambios proporcionarían certeza jurídica a los posesionarios. Además, de que llevaría justicia y libertad al campesino para que pudiera elegir la forma de producir y organizarse. Pero los intereses de estas políticas estaban más dirigidos en poner las condiciones requeridas para ingresar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que en incrementar los niveles de bienestar de los campesinos.

Dichas políticas neoliberales consistían, de manera general, en una reducción en el papel del gasto de gobierno en el impulso de la demanda agregada (total de bienes y servicios demandados por un país, a un determinado nivel de precios, en un determinado periodo de tiempo), privatizaciones de sectores estratégicos para la economía, congelamiento del salario real, privilegiar el pago de la deuda externa e interna, libre cambio y precios flexibles. O sea que, la política neoliberal optó por una contracción del consumo, la concentración del ingreso y la disminución de la inversión pública y del papel activo del Estado en el fomento de la producción incluida la producción agrícola.

Las consecuencias de estas políticas son evidentes, los productores agrícolas sobre todo los campesinos minifundistas productores de granos básicos, cada vez abandonan más las actividades agrícolas o las realizan bajo condiciones de nula rentabilidad. También han provocado otros fenómenos como la emigración y la pobreza en el medio rural; así como también el aumento de la violencia y el narcotráfico. ¿Dónde quedó la justicia y libertad del campesinado para producir y organizarse que tanto prometían las políticas neoliberales?

Pero el actual presidente de la República asegura que estas políticas ya se acabaron y que ahora impera el bienestar en nuestro país ya que asegura que se está invirtiendo como nunca antes a la producción agrícola a pesar de los recortes presupuestales que se han hecho en este sector en los últimos tres años.

Está claro que nuestro país debe cambiar de políticas y de concepción en cuanto al modelo de desarrollo que se quiere construir; no hay quizá alguna variable económica, y social, que demuestre verdaderos signos de verdadero desarrollo humano y social. La economía acumula más de veinte años de nulo crecimiento, o decrecimiento incluso, lo cual representa el signo más evidente de que las actuales políticas no están funcionando; si no hay crecimiento de la producción, no hay un adecuado nivel de ingreso nacional y el empleo se contrae. Y al parecer el proceso de la denominada “transición democrática” rindió pocos frutos, en lo que concierne al desempeño económico de nuestro país; es necesario que los procesos de transición democrática, y partidista, se vean acompañados de verdaderos cambios en los modelos de desarrollo económico y social que, si en treinta años de aplicación el neoliberalismo no ha logrado superar, o igualar, las tasas de crecimiento de los años sesenta, y setenta, es poco probable que lo haga en el contexto actual de crisis  mundial.

¡Hay que cambiar de política económica ya!

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