La Población Económicamente Activa (PEA) es de 58.5 millones de personas en nuestro país; de estos, 31.6 millones trabajan en el empleo informal y no cuentan con seguridad social, representando el 55.8% de la población ocupada. En cuanto al salario, hay 13.7 millones que perciben un salario mínimo y 19.9 millones llegan a percibir hasta dos salarios mínimos, estos datos confirman la baja remuneración de la jornada laboral en la mayoría de los empleos en cualquier parte del país, por ello, la relativa recuperación del mercado laboral en el año 2021, en su mayoría son ocupaciones laborales informales y precarias, el 24% de los ocupados, laboran en condiciones críticas. La informalidad laboral y la migración a Estados Unidos, siguen siendo dos válvulas de escape para todos aquellos que no encuentran un lugar en el mercado laboral. Los miserables salarios son una predominante en las ofertas de trabajo en el mercado laboral, agravándose con el alza de los precios de la canasta básica que ha ido en ascenso en los últimos dos años. Actualmente hay 52 millones de mexicanos que, por falta de ingresos, no pueden adquirir los productos básicos para alimentarse, siendo estos productos los que más han incrementado sus precios en los últimos dos años.
La inflación de los últimos dos años, nunca vista en las últimas dos décadas, está afectando a millones de familias mexicanas de menores ingresos. Ha perdido poder adquisitivo el salario, cada vez alcanza para menos, esto se deja sentir todos los días en los bolsillos de las y los jefes de familia. Los hogares de menos ingresos, destinan la mayor parte de sus ingresos, a gasto para adquirir alimentos y bebidas, que tuvieron un incremento del 12.06 % en el último bimestre, al igual que los aceites y grasas tuvieron un aumento en el mismo periodo de 35.8%. Otros productos han incrementado sus costos en los últimos 15 meses en más de un 60%; las harinas 180%, el aceite 102%, frijol 1.6%, azúcar 87%, pastas 78%, productos del mar enlatados 68%, arroz 62%, todos ellos productos de primera necesidad que los hogares mexicanos consumen todos los días. La inflación, que lleva varios meses, está terminando de deteriorar a millones de hogares, que ya estaban deteriorados por la pandemia, cada vez hay más dificultades en las familias para calzar, curar, alimentar, vestir, educar, vivienda digna, en una palabra dar condiciones físicas y mentales a todos sus miembros, carencias que sufren 100 millones de humildes que habitan en las zonas populares y comunidades rurales, basta con recorrer las calles de las ciudades para darnos cuenta de las grandes necesidades que padecen todos los días los sectores más vulnerables actualmente.
Los tres factores: el alto nivel de desempleo, empleo informal y los bajísimos salarios, sumados a la inflación, están empobreciendo gradualmente aún más a los sectores mayoritarios marginados. Urge implementar una política económica donde el eje de desarrollo sean las mayorías, se aplique una política más equitativa y distributiva, que saque del rezago social a todas las zonas marginadas que llevan décadas recibiendo promesas de desarrollo, pero poco o muy poco se ha hecho por ellas, se generen empleos para todos aquellos que están en edad de trabajar y se paguen salarios honorables que sean suficientes para que una familia viva bien, que se apliquen impuestos progresivos, que paguen más los que tienen y gana más. México está padeciendo grandes males sociales y por ello requiere de grandes cambios y muy profundos que hagan surgir una sociedad más justa y progresista. Con toda la certeza podemos afirmar que los gobiernos pasados no pudieron y el actual no podrá heredar a las futuras generaciones una mejor sociedad, porque con ocurrencias, improvisaciones, acciones dictatoriales, programas sociales mal aplicados, inversión en obras por caprichos personales, corrupción en todos los niveles de gobierno, así solo se puede llevar a México al fracaso social y al retroceso, error que pagaremos todos los mexicanos, ya el tiempo será el mejor juez y nos dará la razón.
Hasta ahora no se percibe, ni se siente, ni se ve la felicidad en la gente, sino todo lo contrario, carencia, desolación, marginación, hambre, esas frases gubernamentales rimbombantes son utopía, creadas por alguien que no conoce las leyes del sistema económico neoliberal. Los olvidados de siempre y ahora, solo nos queda una salida, levantarnos del marasmo y luchar por nuestros derechos hasta conseguirlos y verlos materializados en cada acción humana. Los grandes problemas que afectan a la sociedad actual en la que convivimos, como la inseguridad, la marginación, la falta de servicios básicos, la insalubridad, la mala alimentación, el hambre, la falta de vivienda digna, la desigualdad social no los resolverán los gobiernos neoliberales, incluyendo el actual, que con ocurrencias de políticas económicas y programas sociales están hundiendo el país en estos tres años de gobierno. Ahí están los hechos que por sí solos hablan y reflejan la terrible realidad objetiva irrefutable, México se está cayendo a pedazos y el gobierno no está haciendo nada para curarlo, porque no sabe cómo hacerlo y no quiere. Pues es el momento de decidirnos de una vez por todas a participar en política, educarnos y organizarnos para que, con nuestra propia inteligencia y esfuerzo diario, guiados por ideales profundamente humanistas construyamos una mejor sociedad.
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