MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Industria de la deuda y de la pobreza

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Además de los consabidos mecanismos económicos de extracción de plusvalía de las clases empobrecidas, a saber, la explotación laboral, existen mecanismos extraeconómicos como la expropiación de medios de producción como la tierra y la extracción de recursos mediante el crédito al consumo. En este artículo arguyo que la acumulación no directa del capital se afianza ferozmente en el capitalismo mexicano, principalmente a través de los microcréditos y los intereses leoninos que extraen de las arcas de los más pobres en el país. 

El crédito al consumo es por supuesto solo una de las dimensiones de la acumulación no directa que implica a la población excedente al capital, empleada sobre todo en el sector informal; existen otros como la desposesión directa de los medios de trabajo de los pequeños productores rurales y urbanos.

México es hogar de algunas de las IMF más exitosas del mundo, como Compartamos Banco, Banco Walmart y múltiples Sociedades Financieras de Objeto Múltiple o SOFOMES.

La economía informal, y la población excedente al capital en ella empleada, es el resultado de muchos intentos en las últimas décadas de acelerar y completar el proceso de desarrollo capitalista mediante la expansión de las relaciones asalariadas en todo el país. La implantación del modelo neoliberal y las subsecuentes olas de reformas neoliberales buscaron ampliar las fronteras de acumulación de capital, aunque sus resultados están a la vista: una economía dual a mitad de camino entre una moderna economía capitalista y la persistencia de formas de producción que no precisamente podríamos llamar capitalistas como los autoempleados o pequeños productores independientes.

En esta sociedad jánica o de dos caras, la mayoría de la población ha sido desposeída de sus medios de producción, pero no convertida en proletarios en toda regla; pertenecen a la llamada economía informal, un espacio de la economía que proporciona subsistencia a los subempleados y desempleados.

El excedente de población ciertamente contribuye a la acumulación de capital. Un mecanismo es a través de la industria crediticia. En su libro sobre el endeudamiento y la industria de las microfinanzas en México, Susanne Soederberg (2014) muestra cómo algunos bancos e instituciones de microfinanzas (IMF) han estado extrayendo valor de los pobres con la ayuda del Estado. México es hogar de algunas de las IMF más exitosas del mundo, como Compartamos Banco, Banco Walmart y múltiples Sociedades Financieras de Objeto Múltiple o SOFOMES.

Aunque, discursivamente, estas instituciones y sus patrocinadores financieros afirman que pretenden brindar acceso financiero a personas no bancarizadas, en realidad, se aprovechan de sus clientes ofreciéndoles préstamos y créditos a una tasa de porcentaje anual sobre el crédito que oscila entre 110 y 195% según la misma autora (como referencia, esta tasa es en promedio de 21% en Estados Unidos). En esta misma línea, afirma que el credo neoliberal detrás de la expansión de la iniciativa de inclusión financiera solía ser la supuesta idea de que las microfinanzas potenciaban el crecimiento económico; hoy en día, hay consenso en que el vínculo entre estas dos variables es más que problemático.

Soederberg arguye que este proceso de acumulación impulsada por la deuda no es más que una respuesta a la falta de otras oportunidades rentables para el capital internacional en sectores distintos del propiamente financiero. El capitalismo mexicano ha alcanzado un equilibrio de bajo crecimiento y productividad y una población excedente considerable en respuesta a un cambio de modelo de desarrollo articulado con el capitalismo global orientado principalmente a las exportaciones en contraposición a un desarrollo cuya prioridad sea el desarrollo doméstico.

Los trabajadores informales son naturalmente presa fácil de esta industria rapaz por sus condiciones sociales en términos de bajo nivel educativo, poca información y falta de colaterales para acceder a la banca formal.

 La población excedente en el sector informal pasa pues a manos de capitalistas mediante el pago del monto principal y los altos intereses sobre este monto que obtienen de prestamistas a los que tienen acceso. Su acceso a estos arreglos desventajosos no es voluntario, más bien no existen otras alternativas a su alcance.

En conclusión, si bien muchos trabajadores no asalariados no transfieren valor excedente a los patrones capitalistas mediante su trabajo directo, si lo hacen de manera indirecta al valorizar el capital consumiendo mercancías y al participar involuntariamente en la industria del crédito al consumo.

Referencia 

Soederberg, S. (2014). Debtfare States and the Poverty Industry: Money, Discipline and the Surplus Population (1st ed.). Routledge. https://doi.org/10.4324/9781315761954 

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