Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la Presidencia de México en el año 2018, se aplicaron nuevas políticas públicas con el fin de terminar con la corrupción, pues según la visión del recién ungido, esta era la causa de los problemas del país. Por lo tanto, se planteó centralizar el manejo de los recursos, derogar las acciones gubernamentales y quitar a los malos funcionarios para purificar la vida pública, propaganda con la que convenció a unos 20 millones de mexicanos que le refrendaron su apoyo en las urnas.
No hay obra pública nueva en el país, salvo las acciones faraónicas del sur, que operan con números rojos y hunden aún más la economía nacional.
Como uno de los líderes más visibles de la oposición, su diagnóstico siempre fue el mismo: el sistema de salud era malo debido a los millones de pesos que se sustraían por la corrupción; la inseguridad crecía por la descomposición de los altos mandos; no había obra pública debido al desvío de recursos; se cometían injusticias por los jueces comprados, y así una larga lista hasta el infinito.
De ahí se derivaba la urgencia de sustituir a los anteriores gobiernos por una nueva clase política que actuaría con honradez para purificar a la nación.
Para recuperar bienes y recursos robados, se creó en 2018 el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (Indep), con el objetivo de poner a la venta y subasta bienes improductivos o confiscados por el Estado mexicano y redistribuir los fondos resultantes a programas sociales, de lo que ahora ya nadie se acuerda.
Hoy, la resultante está a la vista de todos: las deficiencias del servicio de salud son el calvario de todos los días. Apenas hace dos semanas, el personal médico nuevamente acusó que no hay insumos ni medicamentos básicos para atender a los pacientes, mientras que en otros sitios la situación es aún peor, pues afirman que no hay torundas, vendas ni paracetamol para los enfermos.
Esta crisis también se está manifestando en municipios alejados de Zacatecas como Pinos, El Salvador y Villa de Cos, donde la población afectada se ha sumado a la exigencia de solución.
Por su parte, la inseguridad se manifiesta con actos violentos en todo el país y esta semana causó miedo generalizado el descubrimiento de un cementerio clandestino en el municipio de Teuchitlán, cerca de Guadalajara, Jalisco, donde se presume fueron calcinadas al menos 200 personas, esto por la existencia del mismo número de calzados que se presume pertenecían a las víctimas de la criminalidad.
Además, según datos públicos, en los primeros 100 días del llamado segundo piso de la transformación van 4 mil 120 desaparecidos y 7 mil asesinatos. No olvidemos que el sexenio de AMLO cerró con alrededor de 200 mil muertos debido a la inseguridad. Así de graves están las cosas en estos temas.
En México no hay obra pública nueva, salvo por las acciones faraónicas del sur del país, que operan con números rojos. Tal es el caso de Dos Bocas, que pretendía producir los combustibles para lograr la soberanía energética y hoy es el proyecto que hunde a Pemex con una deuda de 20 mil 500 millones de dólares (buzos.com.mx).
Por lo tanto, el mismo gobierno de la 4T ha renunciado a la propaganda de ofrecer gasolina a 10 pesos y ahora aspira a lograr al menos un pacto con los empresarios para fijar un precio máximo de 24 pesos por litro.
En la conmemoración del llamado 8M o Día de la Mujer, millares de mujeres adultas, jóvenes y niñas salieron a las calles a denunciar las atrocidades que sufren en México. Dentro de estos contingentes se hicieron presentes los colectivos de madres buscadoras de desaparecidos.
El reclamo por justicia no tiene objeción, pero al no saber nada de sus familiares, han tomado palas para buscar en baldíos los cuerpos de sus seres queridos y darles cristiana sepultura.
Durante la marcha en todo el país y ante la frase de la mandataria mexicana sobre la inclusión de las mujeres, resonó el grito “No llegamos todas”, que se acompañó con gases lacrimógenos frente al Palacio Nacional.
Como se sabe, el gobierno de la actual presidenta, Claudia Sheinbaum, está dando continuidad al proyecto de quien le aseguró su triunfo en las urnas. De tal manera, no existe diferencia sustantiva entre ambos, pues, a la vez que heredó los exitosos programas monetarios, ella los ha reforzado y ampliado para alcanzar a otros sectores empobrecidos, porque sabe que al repartir dinero se garantiza la popularidad.
Esta situación es perjudicial para los mexicanos en general y para los propios beneficiarios de las ayudas oficiales, porque ocasiona dos fenómenos: el primero, que no exista dinero para construir hospitales, equipar y dotar de medicamentos a los existentes o para construir carreteras, que están destruidas en todo México; y el segundo, que provoca conformismo e individualismo en la gente, pues creen que ya resolvieron sus problemas y poco les importa lo que suceda a otros.
¿Qué ha cambiado en los seis años del gobierno de la 4T? En esta opinión sólo recojo algunos temas, pero no hay que olvidar los escándalos de corrupción de la familia de López Obrador o el robo de más de 11 mil millones de pesos de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex). Hay infinidad de hechos lamentables por los que las víctimas ya no pueden permanecer pasivas, y por eso salen a las calles. Así vemos a campesinos, transportistas, comerciantes y estudiantes denunciando las injusticias que padecen.
Por todo esto, los antorchistas vemos como única opción la unidad consciente del pueblo de México, pero que se logre mediante el estudio del funcionamiento de la sociedad, para que las personas descubran las causas primarias del problema y conformen una gran fuerza social capaz de aglutinar a distintos sectores que hasta ahora luchan aislados, lo que promueve el mismo gobierno, porque sabe que esta es una válvula de escape a la presión y rabia contenida en el México bárbaro, “donde todo cambia pero todo sigue igual”, aunque nos gobiernen partidos políticos de derecha o izquierda.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario