El pasado 10 de abril se efectúo la llevada y traída consulta sobre revocación de mandato, se trata de un ejercicio inédito que desde el primer momento generó un sinfín de opiniones encontradas dado que muy a su estilo el Presidente Andrés Manuel López Obrador decidió victimizarse y culpar al Instituto Federal Electoral (INE) de oponerse a este ejercicio democrático ante los reclamos sobre la insuficiencia de recursos para realizarla y la solicitud de ampliación presupuestal, provocando el inició de una campaña de desprestigio contra los consejeros electorales argumentando altos sueldos y prebendas que impedían emplear los recursos en el objetivo mencionado.
Conviene dejar asentado que ninguna ley aprobada es retroactiva, por ende, no existía obligación alguna de aplicarla a la administración en curso, por ello vale la pena preguntarse ¿por qué tanto empecinamiento en efectuarla?, ¿al faltar recursos para ello no valdría la pena posponerla?, ¿en un momento de crisis en todos los ámbitos no convendría emplear 1700 millones en salud o seguridad?
Las respuestas a estas y muchas otras interrogantes están en la cancha del primer mandatario y su partido; sin embargo, desde mi modesta opinión conviene hacer algunas reflexiones a efecto de ponderar desde la óptica del pueblo, qué efectos tiene o cuáles son algunas de las consecuencias para las mayorías. Veamos.
Creo que en primer lugar conviene mencionar que era innecesario el uso de 1700 millones de pesos en un ejercicio que no obligaba la ley, a ello hay que sumarle lo gastado en propaganda y espectaculares distribuidos por todo el territorio nacional que no se conoció nunca su origen, ni el monto, sólo se señaló que eran aportaciones de ciudadanos que se sumaban en apoyo voluntario al jefe del ejecutivo.
En un momento tan complejo en el que seguimos viviendo los efectos de la pandemia, hoy donde la carencia de medicamentos en los hospitales públicos es cosa de todos los días, hoy que vivimos una terrible crisis de inseguridad que suma más 120 mil muertos en actos violentos, hoy que la crisis económica lacera los bolsillos de todas los mexicanos, resulta desde mi punto de vista un contrasentido que se empleen tales recursos para satisfacer el ego del jefe del ejecutivo y probar la maquinaria electoral del partido en el poder.
En segundo lugar, llama poderosamente la atención el despliegue de acciones de promoción efectuada por el titular del ejecutivo, cosa que no resulta extraña pues son recurrentes los excesos cometidos en nombre de su libertad; pero a la par el Secretario de Gobernación Adán Augusto López, la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, diputados federales, senadores y legisladores locales, sin abandonar sus funciones salieron a campaña usando incluso aeronaves de propiedad gubernamental o vehículos oficiales y por ende recursos públicos.
¿Dónde está la diferencia entre los criticados PRIANISTAS y nuestros actuales demócratas?, ¿el uso de recursos públicos constituye un acto de corrupción, sólo cuando se trata de los partidos opositores? Como puede verse se aplica el dicho popular de “hágase la voluntad de dios en los bueyes de mi compadre”, así la máscara cae al piso y se comprueba el cinismo y doble discurso de MORENA: muy críticos cuando se trata de otros, pero incurren en los mismos vicios antidemocráticos que tanto critican.
Finalmente, conviene ocuparse de los resultados: poco más de 16 millones de mexicanos acudieron a las urnas cuando son cerca de 92 millones inscritos en el padrón, es decir, fue un 14% que manifestó su opinión sobre la revocación de mandato y de esos poco más de 15 millones se manifestó a favor y poco más de un millón en contra.
Sin duda debe resultar llamativo a la élite gobernante la línea descendente de Morena al pasar de 30 millones en el 2018, a 21 millones en el 2021 y 15 millones en este año; aquí no caben atenuantes sobre el número de casillas, pues ahora se puso en marcha el aparato de gobierno para movilizar a los simpatizantes.
Con estos resultados se evidencia que la gente se empieza a desencantarse de la autollamada 4T que no traduce en bienestar la promesa de desarrollo y progreso, pero al final la ciudadanía debe entender una vez más que sólo es objeto de discursos, que la realidad no está cambiando, por el contrario las cosas empeoran en todos los ámbitos, por tanto, independientemente de los resultados y de los análisis a posteriori, lo que se requiere es que el pueblo entienda la urgencia de conformar una fuerza nacional que conduzca la patria hacia otro rumbo, porque de no hacerlo seguirá siendo objeto de lobos con piel de oveja que hablan a nombre de la gente, pero en los hechos la traicionan.
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