Hoy se conmemora el 78 Aniversario de la derrota del fascismo representado y capitaneado por Adolfo Hitler y Benito Mussolini. En efecto, con la entrada triunfal del Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a Berlín, y el previo suicidio de Hitler y otros jefes de su camarilla, en mayo de 1945, fue derrotada este terrible instrumento creado para combatir al marxismo-leninismo y evitar así el desarrollo y la propagación del socialismo. Cuando fracasaron los primeros intentos de ahogar a la naciente república proletaria surgida de la Revolución de Octubre de 1917, encabezada por el gran Lenin, fueron los países capitalistas y los países imperialistas los que crearon las condiciones para el surgimiento del fascismo en el mundo; toda la campaña de los fascistas, desde que surgieron en Europa, se encaminaba hacia el anticomunismo, hacia el exterminio de los comunistas y hacia la destrucción de la Unión Soviética. El fascismo fue la expresión más acabada del pensamiento reaccionario burgués e imperialista: desde su aparición, Hitler proclamo sus intenciones de aniquilar a la Unión Soviética, de exterminar a pueblos enteros basado en sus doctrinas racistas, de esclavizar a millones de seres humanos y de conquistar más y más territorios, el mundo entero.
La humanidad entera pagó muy caro este monstruo creado y alentado por los grandes capitalistas del mundo, que no dudaron en el desmembramiento y criminal reparto de Checoslovaquia para satisfacer las ansias expansionistas de los nazis, pero no calcularon que su engendro no se dirigiría solo contra la Unión Soviética, sino que llegaría agredir a los propios países capitalistas que lo alentaron en su cruzada anticomunista.
A partir de la invasión de Polonia el primero de junio de 1939, el ejército alemán avanzó y a la conquista del territorio polaco se sumó en cosa de meses ya había invadido Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Luxemburgo y Francia. Con toda la fuerza de los territorios y las economías conquistadas, con la experiencia de dos años de su ejército en operaciones de gran envergadura y una economía de guerra en plena marcha, los nazis atacaron la Unión Soviética sin previa declaración de guerra el 22 de junio de 1941. 190 divisiones de la Alemania fascista y de sus satélites (Italia, Finlandia, Hungría y Rumania), los cuatro grupos de tanques que entonces tenía a su disposición y cuatro de las cinco flotas aéreas que poseía fueron concentradas por los nazis en su ataque contra la URSS desde Europa, al mismo tiempo que Japón amenazabas por el oriente. Sin embargo, la moral, el valor, la unidad del pueblo trabajador y la inclaudicable y certera dirección política y militar de los líderes bolcheviques encabezados por Iósif Stalin infringieron sus primeras derrotas al ejército nazi, considerado hasta ese momento invencible. Millones de mujeres soviéticas acudieron a la industria y aprendieron rápidamente los oficios de los hombres que combatían en los frentes, la clase obrera puso todas sus fuerzas en tensión para incrementar la producción y satisfacer las necesidades de la guerra a pesar de la drástica disminución de la mano de obra regular, y en el invierno de 1941-1942 el ejército fascista fue derrotado ante Moscú y puesto en huida por el heroico Ejército Rojo que hizo fracasar el plan alemán de ocupar Moscú y Leningrado. El golpe más fuerte contra los nazis, del que ya no pudieron reponerse, fue el triunfo de las armas comunistas en Stalingrado que contribuyó al auge de la Resistencia en Francia y diferentes puntos de Europa permitiendo, además, el despliegue de las tropas angloamericanas en África del Norte.
La suerte de los nazis estaba echada: el Ejército Rojo fue sumando victorias decisivas en el frente de Europa, expulsó totalmente a los invasores del territorio ruso y soviético. El balance de las operaciones de 1944 constituyó para los hitlerianos la derrota militar decisiva: las Fuerzas Armadas Soviéticas destrozaron ciento ochenta y tres divisiones y exterminaron dos millones seiscientos mil soldados y oficiales nazis. Inició así la marcha del rescate de los territorios ocupados: el ejército soviético liberó Polonia, Checoslovaquia y Austria. Incluyendo, por supuesto, a Ucrania, que en aquel entonces formaba parte de la URSS. La derrota definitiva de la Alemania nazi fue resultado de la operación de Berlín, llevada a cabo por las fuerzas de tres frentes del ejército soviético. La moral de las tropas que atacaban Berlín era extraordinariamente alta; los soldados soviéticos ardían en deseos de izar sobre la capital de los hitlerianos la Bandera de la Victoria. Y lo lograron, terminando así con la mayor amenaza que había sufrido la humanidad.
El costo, ya se dijo, fue muy alto. Seis millones de judíos al menos, murieron víctimas de las políticas de exterminio racial de los alemanes nazis: fotos, documentos, videos y recuerdos de los sobrevivientes estremecen a cualquiera con un mínimo de sensibilidad humana. La mayor cuota de sangre, la decisiva, como quedó claro líneas arriba, la puso el heroico pueblo soviético que perdió más de 27 millones, más la mitad de los caídos en toda la llamada Segunda Guerra Mundial, pero que para la memoria del pueblo ruso y los simpatizantes del socialismo ha quedado inmortalizada como la Gran Guerra Patria.
Todo lo dicho muy sucinta y precipitadamente me parece indispensable recordarlo, porque hemo sufrido una persistente, continua y eficaz campaña de desinformación y trivialización de los hechos. Los poderosos medios de comunicación y propaganda norteamericanos nos presentan una realidad muy diferente, en la que los yanquis y sus aliados jugaron el papel decisivo en la derrota de los nazis, cuando el famoso desembarco de junio de 1944 ocurrió cuando la guerra sufrió un quiebre con las victorias del ejército soviético en Moscú y, sobre todo, en Stalingrado, por lo que ya avanzaba a paso de vencedor hacia Berlín.
Como escribió Oleg Yasinsky: “A la Unión Soviética, que entonces era el primero y único país socialista del mundo, le tocó ser la vanguardia de los pueblos en esta guerra de todos. La infinita bestialidad de los nazis podía ser contrarrestada sólo con la gran capacidad de sacrificio y entrega de un pueblo guiado por el sueño (o la utopía, si prefieren) comunista.”
Estas líneas pretenden, en primer lugar, hacer un sencillo homenaje al pueblo que salvó a la humanidad de la barbarie fascista, haciendo un llamado al pueblo mexicano para que nos resistamos a la política de avasallamiento cultural y de falsificación de la historia, a que recordemos que los grandes cambios en la sociedad, las grandes hazañas históricas, el verdadero progreso, siempre es producto de la acción popular organizada. En segundo lugar, también para reconocer el esfuerzo de los que hoy luchan por defender a la población de la zona oriental de Ucrania, masacrada por los ucronazis de Vladimir Zelensky, y por detener la política de control mundial y avasallamiento del imperialismo agrupado en la OTAN. Y, como dicen los angloparlantes, “last but not least”, para que atendamos el llamado hecho por el Secretario General del Movimiento Antorchista, el Ing. Aquiles Córdova Morán, en la inauguración de la XXI Espartaqueada Deportiva Nacional, para que los pueblo del mundo se unan, pues solo el pueblo podrá evitar la guerra nuclear (no olvidemos que los imperialistas gringos han sido los únicos que se han atrevido, con una ferocidad mayor que la de Hitler, a lanzar sendas bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki), solo el pueblo podrá detener a los halcones que hoy luchan contra la Rusia que levanta la cabeza contras los que impunemente han invadido y atacado, después de la Segunda Guerra Mundial, con argumentos falaces a Guatemala, Argentina, Vietnam, Libia, Afganistán, Siria, Chile, Cuba, Panamá, República Dominicana, Granada, Nicaragua, Haití, Corea, Indonesia, Líbano, Sudán, Yugoslavia, Yemen… Solo la unidad de los pueblo del mundo podrá detener al fascismo moderno fundido como uno solo con el neoliberalismo que condena a los trabajadores del mundo a la pobreza, la inseguridad y la muerte, catalogando a millones de seres humanos como prescindibles para sus proyectos de generación y monopolio de la riqueza.
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