El pasado 13 de julio Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, dio la nota nacional por las declaraciones que hiciera en torno a que en los baños de las gasolineras de Veracruz ya no cobran y muy orgulloso presumió como un gran logro de su gobierno. Este suceso fue calificado como “increíble, pero cierto”, porque ahora, la cooperación voluntaria la “das con gusto”. “Yo hasta me fui pa' atrás ¡Órale!, expresiones de García Jiménez durante la conferencia de prensa de aquel memorable día.
Y el tema que sigue generando de qué hablar está enmarcado en los cuestionables datos sobre pobreza dados a conocer en el informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), relativas al crecimiento de la pobreza en la gestión del presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que junto con el veracruzano dicen que hay motivos para que todos debamos ser felices, felices, felices.
Sin embargo, la situación del país a la mitad del sexenio de la transformación y que trascienden más allá de las fronteras de Veracruz, se atribuyen a la política de austeridad de AMLO y a la falta de apoyos dirigidos específicamente a los damnificados por la pandemia siendo las clases medias las más afectadas con la pérdida de empleos e ingresos, así como por el manejo errático y desinformado de la economía, factores causantes del incremento en la cifra de pobres en México reportados por el Coneval.
Al respecto, en su mensaje semanal, Aquiles Córdova Morán, líder del Movimiento Antorchista Nacional, a través de un seguimiento muy puntal del trabajo periodístico en medios como El Universal y Proceso, quienes citan a los académicos más serios en la materia, entre ellos el Centro de Estudios Espinoza Yglesias, señaló que México rondaría entre los 67 millones y los 70.9 millones, un 56% de la población en pobreza, lo que significa que a casi 3 años del gobierno de Morena, el número de pobres no disminuyó, sino que se ha incrementado.
Como una prueba más del crecimiento acelerado de la pobreza, el luchador social ubicó el comportamiento de la capacidad adquisitiva de los mexicanos. En este sentido, citó a la revista Proceso, en donde destaca el aumento en el valor de la canasta alimentaria, -debajo del cual se considera a una persona en pobreza extrema-, el cual subió a un 5.5% en el entorno rural y en un 5.3% en el urbano, para alcanzar mil 360 pesos y mil 778 pesos mensuales por persona, respectivamente, es decir, la pobreza avanza incontenible bajo el régimen de la 4T sin distinguir límites geográficos, incluso, entidades tan lejanas como Baja California y Chihuahua también registran alarmantes niveles de pobreza.
Además, existe un manejo errático y desinformado de la economía porque el gobierno siguió demoliendo el débil edificio económico durante la pandemia al negar ayuda a las micro, pequeñas y medianas empresas que generan el 90% de los empleos, y al dejarlas sin ayudas, se agravó el desempleo y cayeron los ingresos familiares.
Y con estos datos recientes, es necesario que AMLO haga una revisión minuciosa sobre el incremento de la pobreza y diseñe en consecuencia políticas públicas distintas a las que hasta ahora se han seguido, porque a pesar de las entregas monetarias donde la 4t centra su política social, la miseria no se detiene; los pobres contradicen una de las principales promesas de López Obrador de atenderlos primero y de acabar con este flagelo, al mismo tiempo que confirman que su estrategia no funciona, aunque se aferre en afirmar que se pueden destinar esos fondos “porque ya no hay corrupción y no se condonan impuestos a los privados” o “porque se gobierna para todos, porque el gobierno no está al servicio de una minoría rapaz”
Ante esto es que sigue vigente la propuesta del antorchismo nacional basada en 4 principales ejes: empleo para todos, empleos bien pagados, el cobro progresivo de impuestos y una redistribución del gasto social.
Pero el presidente está muy lejos de adoptar un modelo como este, a pesar de que todo mundo concuerda en la urgencia de una reforma fiscal para enfrentar la crisis económica, menos él, porque de hacerlo se tocarían a las grandes fortunas del país y esto no es favorable para su proyecto. Así que no hay otra opción, quienes deben pagar los platos rotos son los trabajadores de México, las clases empobrecidas de siempre, que ahora se les mantiene conformes con las ayudas monetarias de los impuestos de todos.
Por lo tanto, hoy se hace necesario más que nunca la educación política de los mexicanos para que nos seamos capaces de descubrir dónde están los errores o las trampas de AMLO al manipular abiertamente a los necesitados de los programas del bienestar y para exigir una verdadera reforma fiscal con la consiguiente atención de las carencias. Sólo así es cómo se podría exigir un nuevo proyecto de país como el propuesto por Antorcha para lograr un México menos injusto y más humano, porque es evidente que el pueblo no es feliz, a pesar de que lo digan personajes como el gobernador veracruzano o el mandatario federal y haya gente que les celebre sus tonterías.
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