Fue durante el 2017 cuando Antorcha celebró el centenario de la Revolución de Octubre, y por todo el país escuchamos grandes piezas rusas, entre las que destacaba el Vals número 2 de Dmitri Shostakovich.
La obra de Dmitri Shostakovich es un tesoro inigualable en el mundo de la música académica. Este compositor ruso del siglo XX dejó un legado musical que destaca por su emotividad, profundidad y crítica social. Shostakovich fue capaz de expresar las complejidades del ser humano y dejar un impacto sempiterno en la historia del arte.
Una de las características más notables de la obra de Shostakovich es su capacidad para evocar una amplia gama de emociones en el receptor.
El lector estará de acuerdo conmigo, cuando cito a Gorki y su obra La madre, cuando en el segundo capítulo, la protagonista escucha a Sofía tocar el piano y esta parece rememorar tantas emociones y momentos de sumo dolor. Aquí, Gorki demostró un ejemplo clarísimo de cómo el pueblo es capaz de sentir el goce estético aun sabiendo poco o nada de la música.
La obra de Shostakovich ha sido interpretada y grabada por numerosas orquestas y artistas de renombre, y sigue siendo apreciada.
Las composiciones de Shostakovich son intensas, con momentos de tristeza, angustia, ira y desesperación, pero también de esperanza y belleza, pues tenía la habilidad de transmitir estas emociones de una manera directa y conmovedora, dejando una huella profunda en aquellos que lo escuchan.
Un ejemplo emblemático de la obra de Shostakovich es su Sinfonía No. 5, en Dm, Op. 47, una de las sinfonías más famosas del siglo XX. Compuesta en 1937, esta pieza es una obra de gran dramatismo y poder emocional, que refleja la angustia y el sufrimiento de la época en la que fue escrita, pero también la esperanza y la resistencia del espíritu humano, del pueblo soviético, que fue representado en esta importantísima obra.
La obra de Shostakovich ha sido interpretada y grabada por numerosas orquestas y artistas de renombre, y sigue siendo apreciada.
La obra de Shostakovich al final, no fue tan crítica tal vez como la de otro grande de la música académica como Tchaikovski y seguramente tampoco es tan difundida como la de su compatriota; sin embargo, no deja de tener una profunda belleza y una gran sensibilidad.
Fue Vigotsky quien afirmaría posteriormente que, arte, artista y sociedad era una triada perfecta reflejan las emociones de la coyuntura social en la que le tocó vivir, pero es Marx quién con una mayor precisión nos dice que el ser social es condicionado por el sistema social en el que le toca vivir.
De no ser por el momento de la victoria del pueblo ruso, del triunfo de la gran guerra patria y el triunfo del bolchevismo, seguramente, otras melodías se acercarían a acariciar nuestros oídos y tal vez no la de Shostakovich, a quien su pueblo le dió las herramientas para volverse en un sempiterno ejemplo del arte del pueblo ruso.
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