Fue muy comentada en su momento la aguda crítica que hizo Enrique Peña Nieto, siendo aún candidato a la presidencia de México, sobre la desigualdad en el país y las insuficientes acciones del Gobierno para revertirla, mediante la Redistribución de la Renta Nacional (RRN), que es la forma en que el Gobierno cobra impuestos y cómo los gasta en el Presupuesto, presentó datos que demostraban que los gobiernos anteriores gastaban el dinero público tres veces más entre los ricos (35 por ciento) que entre los pobres (13 por ciento), y proponía revertir esa situación, gastar más el dinero público en los pobres que en los ricos, y así combatir la pobreza.
Fue aún más comentado su fracaso, pues, pese a que sí cumplió con ese compromiso de gastar más el dinero público en los pobres y menos en los ricos, el balance de su mandato arrojó un incremento absoluto y relativo de los pobres en México.
La explicación de este fenómeno tiene que ver con el hecho, sabido y estudiado por la ciencia económica, de que la RRN en favor de los pobres nunca será suficiente para revertir la desigualdad, pues la verdadera causa de esta radica en la base misma de la sociedad, en el sistema capitalista de producción, que ha desarrollado las fuerzas productivas a niveles inauditos y nos presenta la asombrosa contradicción de que hoy se crea más riqueza que nunca, pero cada día hay más pobreza, pues ese sistema carece fatalmente de mecanismos para repartir aquella, y, por el contrario, la concentra en unas cuantas manos que la acumulan a un ritmo cada vez mayor, de manera que, hoy, el uno por ciento más rico del planeta ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (valorada en 42 billones de dólares), casi el doble que el 99 por ciento restante de la humanidad, según revela el más reciente informe de Oxfam.
Además, la RRN en favor de los pobres mediante el gasto social, que es lo que proponía, sigue siendo una medida parcial, hablando solo de las acciones que puede realizar el Gobierno, comparada, por ejemplo, con la iniciativa del Maestro Aquiles Córdova Morán (ACM), dirigente del Movimiento Antorchista Nacional (MAN), quien propone acciones en cuatro ejes de la economía, entre las que el gasto social es solamente una, siendo las otras la generación de los empleos necesarios para que todos puedan trabajar; incremento suficiente y efectivo de salarios para hacerlos remuneradores; y el establecimiento de una política fiscal progresiva. Esta última, por cierto, es estos días propuesta a nivel mundial por casi todos los especialistas e instituciones oficiales y no gubernamentales, pero no se implementa sino a escala local y muy depreciada en las naciones en las que es regla general desde la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ese es el secreto (no tan secreto) del bienestar de los llamados países nórdicos, que no se puede alcanzar con una “Jornada Nacional Contra el Hambre”, ni con la “Pobreza Franciscana”, o pronunciándose contra la corrupción.
La propuesta de EPN le alcanzó en ese entonces, de todos modos, para que el electorado le diera una nueva oportunidad al Partido Revolucionario Institucional (PRI) para estar al frente del ejecutivo, oportunidad que desaprovecharon nuevamente los priistas.
La promesa vuelve a despertar la esperanza del gigante
En este contexto, aparece el discurso de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ofreció en sus malogradas candidaturas, y en la que lo llevó finalmente al poder, la promesa de instaurar la ansiada igualdad, hacer justicia, castigar a los corruptos, y atender a todos, pero “por el bien de todos, primero los pobres”. Lo logró, su discurso despertó de nuevo la ya muy huraña confianza del pueblo, y el inédito arrastre que conquistó en el imaginario de los mexicanos más pobres, le permitió “vender caro su amor”.
Desde un principio el hoy Presidente definió el precio de su liderazgo, se negó a hacer ningún tipo de alianzas ni de concesiones, exigió “lealtad a ciegas”, como posteriormente declararía abiertamente, confiado en la fuerza que le daba el apoyo popular, que bien hubiera podido, y debió, usar para cumplir sus promesas. Pero no lo intentó siquiera, lo que hizo fue someter a sus designios a las fuerzas fácticas, que no quisieron pelear con el presidente. Junto a estos, pero más abajo, a AMLO le rodeó (y él se dejó) una cohorte de “practicistas” y aduladores, viejos y nuevos vividores del presupuesto gubernamental y la dádiva, quienes aplauden obsequiosos y hasta rabiosos sus más excéntricos e irracionales antojos, mientras él ha intentado superponerse a los otros poderes, y logró someter o comprar “voluntades” que le otorgan mayoría simple en ambas cámaras. Gracias a esto, pese a la falta de los resultados que prometió, y hasta retrocesos en política social, aparentemente conserva a su favor la voluntad popular, lo que le permite seguir abusando del poder que ha logrado concentrar.
Aviso a tiempo no escuchado
Pero no todas las fuerzas políticas y voluntades son oportunistas, convenencieras, o timoratas ante el poder, y hubo quienes le plantaron cara y advirtieron a todos los mexicanos a tiempo, desde el principio, desde que él era candidato, que AMLO no iba a cumplir.
Una de las más penetrante fue precisamente la del MAN, bajo la guía teórica de ACM, quien juzgó el discurso de AMLO de un certero diagnóstico de los males que aquejan a los mexicanos, pero un erróneo análisis de las causas y de las medidas para corregir, y le auguraban un rotundo fracaso en perjuicio de México, sobre todo de los más pobres. El ejemplo más icónico de este “error” de AMLO es su tesis de que la causa de la pobreza es la corrupción, a lo que ACM objetó; "la corrupción no es una causa de los males sociales, sino una consecuencia… Los de arriba son corruptos por ambición; los de abajo lo son por necesidad. Por eso, el único remedio eficaz es un reparto más equitativo de la riqueza social… El proyecto de primero combatir la corrupción para luego combatir la pobreza y la desigualdad está, pues, al revés, está puesto de cabeza y, por tanto, es impracticable”.
ACM dejó incluso su apuesta de que AMLO no iba a poder corregir los problemas, o, si lo intentaba, solo iba a agravarlos. Aun así, expresa y claramente, él y el MAN adelantaron que no le pondrían obstáculos, que AMLO como Presidente tenía la oportunidad, “dejemos, pues, que gobierne López Obrador, en paz y con todos los medios del poder nacional a su alcance; no intentemos crearle obstáculos artificiales para hacerlo tropezar y así poder decir que la razón estaba de nuestra parte… pero hace falta que el triunfador deje vivir y actuar a quienes proponen una alternativa diferente” (“Terminó el periodo de las promesas; llegó la hora de los hechos”, Aquiles Córdova Morán, julio 4 de 2018)
Los hechos de AMLO, primero los ricos
Pero los hechos de AMLO no fueron los que prometió, sino todo lo contrario. Después de ya casi cinco años de su gobierno, haciendo un recuento de los datos verdaderos, sin interpretaciones prejuiciadas, sin filias ni fobias, corroboramos que su promesa de primero los pobres no fue solo un fracaso, o la aplicación incorrecta de alguna medida, o que necesite más tiempo gobernando para lograr las metas, sino que las acciones de AMLO favorecieron terminantemente a los ricos y perjudicaron a los pobres; AMLO usó los recursos públicos, la RRN y los instrumentos del poder para agravar la desigualdad, favoreciendo a los ricos.
AMLO, con los impuestos, les quitó más a los pobres que a los ricos; esos recursos los gastó más en los ricos y menos en los pobres; los programas sociales disminuyeron para los pobres, y fue a costa de desaparecer otros programas para los pobres, castigándolos y favoreciendo a los ricos; se estancó el desarrollo social y, por tanto, el combate a la pobreza; creció la pobreza laboral. Como resultado, en general, aumentó el número de pobres y su pobreza. Como resultado, todas las mediciones dicen que hay menos bienestar y menos felicidad en el pueblo mexicano que antes de que AMLO ascendiera al poder.
AMLO cobra más impuestos a los pobres que a los ricos
AMLO candidato nunca prometió alguna medida concreta para favorecer a los pobres en el cobro de impuestos, fuera de la promesa general de disminuir el costo de las gasolinas, el gas, la luz, etc., que tampoco cumplió. Pero, en los hechos, AMLO presidente le cobró más impuestos a los más pobres. Fue en la ley de ingresos para 2022, hecha por él y aprobada sin análisis por los diputados de Morena y aliados, usando su mayoría, en la que mostró con más claridad y públicamente su enfoque en contra de los más pobres.
El aumento en el gasto se programó superior a los ingresos, la diferencia fue de 875,570.5 millones de pesos (mdp), la más alta desde 2015. Para cubrir esta diferencia, AMLO planeó contraer la deuda más grande de que se tiene registro: 915 mmdp, un aumento de 17 por ciento (130 mmdp) frente a la de 2021. Sí endeudó al país y más que los Presidentes anteriores. No la paga él.
El incremento en los ingresos, los planeó AMLO en cuatro rubros: ingresos petroleros de 1.08 billones (11.9 por ciento de incremento); 8.9 de incremento en los aprovechamientos no explicados por 152 mmdp; incremento en la recaudación (el cobro de impuestos) en 4.8 del Impuesto Sobre la Renta (ISR) a 2.07 billones; y de 19.6 en el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a 1.2 billones. Los cuatro significan mayor carga para los más pobres.
El incremento en los ingresos petroleros es sobre las espaldas de los obreros petroleros y sobre todo el pueblo que consume combustibles (gasolinas y gas). pero afecta también a TODOS los productos (todos consumen combustible en su fabricación y todos se transportan), es decir, se traducen en incremento del ISR e IVA, que pagamos todos.
El ISR, es el impuesto con el que podría mover la balanza en favor de los pobres, fijando porcentajes de aportación según los ingresos, cobrando más a los que más ganan y menos o nada a los que menos ganan (la política fiscal progresiva que propone ACM), pero AMLO lo aumentó no sobre la espalda de los más ricos sino de los más pobres, nunca ha modificado ningún porcentaje de manera progresiva, sino que amplió la base gravable, es decir, aumentó el número de personas tributarias, obligando a trabajadores informales (que van de changarros familiares hasta el que vende fritangas en la calle) a que paguen.
El incremento que AMLO planeó para el IVA, también afectó a los más pobres. Al obligar a los trabajadores informales a que tributen, también lo hacen con el IVA, que cobran en cada eslabón de la cadena de consumo y pagan al gobierno, es decir, es el pueblo quien está pagando más impuestos. Esta propuesta de AMLO en el IVA cargada a los más pobres, representó el 17.1 por ciento del ingreso total, y el 57 por ciento del incremento en los ingresos tributarios.
Finalmente, en el caso de los “Aprovechamientos”, se trata de ingresos extraordinarios, de los que se echa mano en situación de emergencia: las transferencias del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), los remanentes de Banxico o los recursos por la extinción de fideicomisos. El 97 por ciento de los estimados para 2022 (179 mmdp) se clasifican como “Otros”, y significa que el Gobierno esperaba algún tipo de ingreso extraordinario. Podía ser el FEIP, pero ya estaba casi agotado (lo gastó AMLO en los tres primeros años) o el tipo de cambio, que se mantuvo constante ese año (sin afectar las reservas de Banxico que detona el pago del remanente); solo quedaba aumentar la extinción de fideicomisos para obtener estos recursos no recurrentes. Es decir, AMLO calculó seguir cancelando fideicomisos, para que se conviertan en ingresos extraordinarios; dicho de otro modo, planeó quitar al pueblo apoyos que ya tenía, para que se conviertan en “ingresos” y él los pueda gastar en lo que él decida. Como se ve, en los ingresos, AMLO le carga la mano a los más pobres.
Más hogares reciben programas sociales, pero no de los más pobres
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2022 (ENOE), publicado hace un año, y el informe “Evolución de las carencias sociales 1990-2020” del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), con AMLO aumento del porcentaje de hogares que reciben programas sociales. El primer trimestre de 2022 el total de hogares que reciben programas sociales alcanzó un promedio de 34 por ciento del total de hogares. Este dato es el nuevo máximo histórico del que se tiene registro, por encima del máximo anterior de 30 por ciento de los años 2015 y 2021. Pero no es máximo histórico en porcentaje, respecto al presupuesto dedicado a política social que alcanzó en 2014, y sigue estando muy por debajo del que ha asegurado AMLO en distintas ocasiones (“95 por ciento”). Pero lo singular es que los hogares más pobres beneficiarios de programas sociales disminuyeron, comparados con el fin del sexenio pasado: actualmente sólo 52?por ciento de los hogares con menos ingresos (del primer veintil, es decir, el 5?por ciento con ingresos laborales per cápita más bajos) recibe al menos un programa social, frente a 68? por ciento de quienes los recibían en 2016, año del máximo histórico en este segmento de población. EPN beneficiaba a más hogares pobres que hoy AMLO.
Los recursos públicos se gastaron más en los ricos y menos en los pobres
Según el informe del Coneval, el gasto en los programas sociales, incluidos los de transferencias monetarias, los que más presume AMLO, pasó en el decil I (el 10 por ciento de la población con menores ingresos), los más pobres, del 20.9 por ciento en 2018 al 13.3 en 2020 es decir decreció 8.6 puntos porcentuales, casi el 40 por ciento, regresó al porcentaje anterior a EPN, AMLO gastó menos en los más pobres. En este mismo rubro, el gasto destinado a los más ricos —Decil X—, aumentó del 1.7 al 5.7 por ciento, incrementó 4 puntos porcentuales, el gasto en los ricos creció 235 por ciento con AMLO. Las transferencias monetarias de AMLO siguen presentando un comportamiento progresivo absoluto, es decir, las transferencias por persona disminuyeron conforme aumentaba el ingreso. Pero son menos progresivos que en 2018. Esta regresión se debe a la falta de focalización de los más importantes programas sociales, es decir no se priorizó a la población más necesitada (primero los pobres), sino que se universalizaron, el gasto de AMLO favoreció a los más ricos. En la “era del neoliberalismo”, en la criticada época de EPN, se gastaba más en programas sociales para los pobres que en el sexenio actual.
Esta disminución del gasto entre los más pobres, también se ejecutó, además, con la desaparición de programas, fideicomisos, Ramos, recortes a los presupuestos, subejercicios, etc., desapareciendo recursos que ya beneficiaban a los más pobres, sin sustituirlos por otros que cubrieran ese hueco; AMLO sencillamente les quitó a los pobres lo que ya tenían.
Por ejemplo, se han extinguido más de 115 fideicomisos que apoyaban a diferentes sectores poblacionales, y se eliminó 88 programas presupuestarios que apoyaban a personas de manera directa o indirecta, como Prospera, Seguro Popular, Fondo Nacional Emprendedor, Comedores Comunitarios, estancias infantiles, Programa 3x1 para migrantes o el programa de Infraestructura Indígena. En el caso de las becas, Prospera apoyaba a todos los estudiantes, además de otorgar apoyo en adquisición de útiles, salud y nutrición de manera que cada familia recibía un monto mayor al que otorgan las becas Benito Juárez, es decir, el apoyo por familia ahora es menor al de antes.
Se estancó el desarrollo social y, por tanto, el combate a la pobreza
Para el Coneval, “una persona se encuentra en situación de pobreza extrema cuando tiene tres o más carencias, de seis posibles, dentro del Índice de Privación Social y que, además, se encuentra por debajo de la línea de bienestar mínimo; las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana”. La pobreza es, pues, la pobreza laboral y la carencia de servicios. Estas seis carencias abarcan las garantías sociales, es decir, los derechos de los mexicanos a los que el Gobierno debería garantizar su acceso, por mandato de la Constitución.
El Gobierno con su política social, en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), debe proponerse y lograr ir abatiendo estas carencias, y al hacerlo saca literalmente de la pobreza a los beneficiarios. Así se efectúa el manido “combate a la pobreza”. Este disminuyó y se estancó con AMLO, pues entre 2018 y 2020, tres de las seis carencias sociales se agudizaron a nivel nacional. La proporción de población con rezago educativo pasó de 19 a 19.2 por ciento; la gente con falta de acceso a la alimentación nutritiva y de calidad pasó de 22.2 a 22.5, y la carencia por acceso a los servicios de salud subió de 16.2 a 28.2.
El ejemplo más notable de cómo el crecimiento de la pobreza por el incremento de las carencias sociales, debido a su vez por acciones u omisiones del Gobierno, es la extinción del Seguro popular y luego del INSABI, al dejar sin acceso a servicios de salud al 28.2 por ciento de la población, es decir 36.7 millones de mexicanos.
La carencia de seguridad social se presenta en mayor medida en la población indígena, con 77.2 por ciento sin acceso a ella; tampoco cuenta con este derecho 46 por ciento de las personas con discapacidad; 58 por ciento de las niñas, niños y adolescentes, ni 71.8 por ciento de las personas jóvenes, de 12 a 29 años.
El problema se replicó los cuatro primeros años del gobierno de AMLO, en los que los recursos para las obras de infraestructura y servicios como agua potable, drenaje, vialidades, etc., que se han visto prácticamente cancelados, aunque en el PEF 2023, se planea una asignación de 865 mil 227 mdp para programas sociales, lo que representa un aumento de 18.8 por ciento en términos reales en comparación con lo aprobado para 20222. 58.5 por ciento de dicho presupuesto será destinado a ocho programas sociales prioritarios, es decir, a las transferencias monetarias, y no a abatir las mencionadas carencias.
AMLO les quita apoyos a los campesinos pobres
En el caso del apoyo a los campesinos pobres, AMLO asegura que el campo es ahora apoyado como nunca antes, Pero no es así, sino al contrario. Mencionemos primero la desaparición de 17 programas de apoyo al campo y a los productores, Crédito Ganadero a la Palabra; Fomento Ganadero; Capitalización Productiva Pecuaria, entre otros, que significan menos recursos para los campesinos, destacadamente los más pobres. Y viendo el presupuesto destinado para el sector, independientemente de sus verdaderos resultados, en 2018 el presupuesto para el campo fue de 74 mil 476 mdp; el año siguiente, AMLO lo redujo a 65 mil; el siguiente lo bajó a 47 mil, en 2022 sube a 55, y en 2023 será de 70 mil 527 mdp, 26.42 por ciento más que en 2022, pero por debajo de los 74.47 mdp de 2018. Además, debemos señalar que con AMLO ningún programa está focalizado a los que menos tiene, sino a la población en general, sin importar sus ingresos ordinarios, de manera que son menos eficientes para combatir a la pobreza.
Por eso, con AMLO crece la pobreza
Independientemente de los discursos y de las principales causas de estos resultados, el hecho es que con AMLO la pobreza ha crecido, mientras los ricos son más ricos que antes. Lo confirma el ya citado informe del Coneval. De 2018 a 2020, la pobreza aumentó de 51.9 a 55.7 millones de mexicanos y la pobreza extrema de 8.7 a 10.8 millones. Por el contrario, según resumió Oxfam en el estudio “La ley del más rico”, las fortunas de los 15 multimillonarios mexicanos aumentaron en 645 mil millones de pesos (unos 32 mil 250 millones de dólares), el equivalente a un tercio de lo que tenían antes, durante la pandemia de covid-19, la Oxfam destaca que el país padece de “extremas” desigualdades económicas y sociales, ya que el 1 por ciento más rico, es decir 1.2 millones de personas, se lleva 47 de cada 100 pesos de riqueza que se generan.
El presidente desconoció los resultados de la medición sobre pobreza del Coneval, asegurando que él tiene otros datos, y se propuso crear un indicador diferente, para medir la felicidad pues, dijo, los mexicanos son más felices con la cuarta transformación que con los gobiernos anteriores
La felicidad en México con tendencia decreciente
Pero aquí también hay datos duros, que se muden desde hace varios años con criterios claros e independientes de los de AMLO, es decir, que no fueron elaborados para favorecer o perjudicar la imagen de nadie, sino solamente para medir el desempeño de las políticas de las naciones. La primera medición integral del desempeño social de un país independiente de los factores económicos, basado en un conjunto de indicadores sociales y ambientales que capturan tres dimensiones: Necesidades Humanas Básicas, Fundamentos del Bienestar, y Oportunidades, incluye datos para 169 países sobre 60 indicadores y cubre al 98 por ciento de la población mundial. Es el Índice de Progreso Social que en 2022 muestra un México con tendencia decreciente. México ocupa la posición 66 de 169 países y pierde posiciones en 7 de los 12 componentes del progreso social.
Otro es el Informe Mundial sobre la Felicidad, publicado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, se basa en datos de encuestas globales donde sujetos de 156 países evalúan su situación social, así como su bienestar económico y estado de salud. Los países se clasifican según la felicidad en función de sus evaluaciones de vida promedio durante los tres años anteriores. México estaba en el lugar 36 en 2021, mientras que en el 2022 cayó al puesto 46, aunque en 2023 regresó al lugar que tenía en el año 2021.
AMLO fracasó, sigue el turno del pueblo organizado
Hasta el momento la política social de AMLO ha resultado como la de EPN un escandaloso fracaso, y parece que se cumplen los pronósticos de ACM, acerca del camino equivocado que emprendió el fundador de Morena. En este marco y en el de los procesos electorales en puerta, los cuales afectan inevitablemente el análisis y la opinión de las diferentes fuerzas, queda la opción de considerar las propuestas de ACM, tomando en cuenta que se han formulado muy alejadas de este ambiente de debate electoral, mucho antes de que AMLO fuera candidato y como respaldo a su propia propuesta, que tienen vida propia, como la tiene el movimiento nacional que fundó hace 48 años, que tiene sus propias metas y propósitos, públicamente declarados y que se levantan ante este fracaso de la 4T y el de los gobiernos anteriores, como una alternativa a considerar por las fuerzas progresistas y por las masas trabajadoras, que son quienes están detrás de esa estadística de pobreza, no como un número, sino como una realidad lacerante que clama ser transformada, para bien.
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