Los efectos de la sequía en Sinaloa se han traducido también en familias separadas ante la falta de medios de subsistencia en las comunidades rurales del estado. La historia de María Esmeralda Barraza es un reflejo de la lucha de miles de familias en Sinaloa que enfrentan la sequía y el abandono. Desde Chiqueritos, en la sindicatura de Baila, comparte cómo la pérdida de su cosecha de milo en 7 hectáreas ha dejado a su familia sin sustento. Con el campo seco y sin perspectivas de apoyo, su esposo, José Luis, se ve empujado a considerar la migración a Estados Unidos, buscando una salida ante la desesperación que se vive en las comunidades rurales de Sinaloa.
Allá, en Chiqueritos, al igual que en distintas comunidades del sur de Culiacán, se reportan pérdidas totales en la siembra de temporal de granos como cacahuate, sorgo, ajonjolí y cártamo.
Según estimaciones del Movimiento Antorchista, en todo Sinaloa serían más de 10 mil hectáreas afectadas. Tan solo mil 100 hectáreas de ajonjolí y cacahuate en Península de Villamoros, otras 4 mil hectáreas de cacahuate en Mocorito y más de 800 hectáreas en distintas comunidades de Culiacán como Bebelama de San Lorenzo, Tacuichamona, ejido Las Flores, Estación Obispo, Higueras de Abuya o Chiqueritos.
Para María Esmeralda y José Luis, esto significó la pérdida de sus ahorros, debido a la inversión que significa el rastreo y siembra de sus terrenos. De las siete hectáreas sembradas para este ciclo de lluvias, no sacaron ni para vender la pastura, lamentan.
“Aquí se sembró y con los ahorritos que había se pagó rastreo y siembra; que a lo mejor no saben, pero por hectárea para rastreo se cobran 900 pesos, para la siembra son 800. En 7 hectáreas que sembramos nosotros pues se invierte, ¿y qué pasa? pues que no se saca nada, ni para vender la pastura porque está completamente seco, todo seco”, explica la mujer campesina.
Para sobrevivir, María hace tamales para vender, tratando de generar el ingreso suficiente para mantener a sus hijos y enviarlos a la escuela. Sin embargo, la situación es cada vez más complicada. José Luis, resignado, ya está buscando a alguien que lo ayude a cruzar la frontera, esperando encontrar un trabajo en Estados Unidos que le permita enviar dinero a casa y mantener a su familia durante estos tiempos difíciles.
La sequía llegó para quedarse
La falta de lluvias en Sinaloa es un problema que se ha agravado año con año. Según el Monitor de Sequía de la CONAGUA, a este octubre, todo el estado de Sinaloa presenta algún nivel de sequía, más grave en las zonas centro y centro sur.
De los últimos tres años, el 2024 ha sido el más seco, pues prácticamente desde enero a la fecha, la mayor parte del territorio sinaloense ha padecido una sequía constante.
Jesús Alfonso, es otro hombre campesino habitante de Chiqueritos que año con año siembra sus 15 hectáreas de sorgo, esperando una cosecha de alrededor de 30 toneladas. Pero este año, la planta creció 20 centímetros y se secó. A comparación de años anteriores, este 2024 el arroyo del que toman agua para sus campos se mantuvo totalmente seco.
Para rematar, añade, este año no les ha llegado la ayuda del Procampo.
Para Sandra Guido es claro que el cambio climático ha cambiado para siempre la dinámica de las lluvias en la entidad.
La directora de Conselva, Costas y Comunidades, organización civil dedicada a la conservación y el desarrollo sostenible, explica que prácticamente todos los modelos climáticos pronostican un 15 por ciento menos de lluvia al año para Sinaloa, desde hoy y hasta el año 2080. En cuanto a temperaturas, el incremento en el periodo sería de entre 4 y 5 grados centígrados.
“De verdad no hay un solo modelo climático que nos diga que este tema de sequía va a mejorar en el mediano o en el largo plazo; todos absolutamente todos los escenarios son de menos y menos agua a nivel de precipitaciones para Sinaloa”, advirtió.
Ante esta situación, el pasado lunes 4 de noviembre Jesús Alfonso y María Esmeralda se manifestaron junto a decenas de productores en el Palacio de Gobierno de Sinaloa, exigiendo la atención de Rocha Moya.
Luego de la manifestación, encabezada por Pergentino Cortés Girón, dirigente del Movimiento Antorchista en Sinaloa, los campesinos fueron recibidos por personal del Gobierno del Estado. El acuerdo fue que en un lapso de dos semanas funcionarios acudirían a hacer la valoración de pérdidas susceptibles a ser reparadas vía un ‘seguro catastrófico’.
“La agricultura de temporal está totalmente perdida. Es para que el gobierno declare zona de desastre y se bajen recursos de la Federación. A eso le estamos apostando: a que el gobernador se sensibilice, nos reciba para exponer de viva voz nuestro planteamiento urgente. Porque para las familias es la única cosecha al año, ¿qué van a comer sus familias? ¿Qué van a comer sus niños? ¿Los van a seguir condenando a la emigración? ¿Los campos de Sinaloa se van a vaciar más de gente que ya están vaciados por la violencia?”, declaró Cortés Girón.
El clima empieza a desplazar
Según la Agencia de la ONU para refugiados (ACNUR), el desplazamiento climático es el movimiento forzado o voluntario de personas debido a los impactos del cambio climático, como eventos climáticos extremos o la degradación ambiental gradual.
Estos fenómenos pueden incluir inundaciones, sequías prolongadas, huracanes, y el aumento del nivel del mar, lo que obliga a las comunidades a abandonar sus hogares.
En las regiones rurales del municipio de Culiacán, añadió Olga Regina Moreno, mujer campesina de Higueras de Abuya, al tema de la violencia ahora también se le añade la sequía, una situación que hace que los jóvenes vean cada vez menos oportunidades de desarrollo en sus lugares de origen.
“Sin agua, sin siembra, sin cosecha, y más aparte con la violencia que hay, no hay como depender”, valoró.
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