Hasta el 25 de enero del presente, México ya registraba un millón 771 mil casos positivos de covid-19, que lo sitúa en el lugar número 13 a nivel mundial y cuarto en América Latina, detrás de Brasil, Argentina y Colombia; asimismo, el gobierno señaló que el número de personas fallecidas asciende a 150 mil 273, colocándose así en cuarto puesto en el orbe, solo detrás de Estados Unidos, Brasil e India.
En este mismo espacio hemos puesto de ejemplo a países que han tomado medidas enérgicas para atacar la pandemia y reactivar la economía, como China y Venezuela, lo cual ha dado por resultado una disminución en el número de contagios y muertes, además de una progresiva mejoría económica. Sin embargo, también hay gobiernos que se colocan en las antípodas de un buen manejo de la crisis sanitaria, por ejemplo, Estados Unidos, Brasil, Colombia y, desde luego, México. Y ese es, desde mi punto de vista, el asunto esencial: los números de nuestro país en relación con la covid-19 son el resultado de una política desastrosa, es la cosecha de un manejo negligente e irresponsable.
Para empezar, los expertos han señalado que el gobierno de López Obrador ha minusvalorado la pandemia, porque el número de pruebas realizadas no es suficiente. Fue el mismo Mike Ryan, director del Departamento de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien señaló, en agosto pasado, que en México “la pandemia está subestimada y poco reconocida”. La situación no ha cambiado; de acuerdo con datos oficiales sobre los países latinoamericanos, hasta el 4 de enero nuestro país había realizado alrededor de 3 millones 670 mil 800 test de covid para una población de 126 millones, aproximadamente. El gobierno de la 4T ha realizado menos pruebas que países con menor número de habitantes, tales como Perú, Chile, Colombia y Argentina.
No es lo único. Hace casi un año, cuando empezaron las medidas de reclusión, el gobierno mandó a los mexicanos a encerrarse para contener los contagios, no obstante, no dijo nada acerca de cómo sobreviviría la gente que depende del sector informal, el cual generó, según el Inegi, el 23 por ciento del Producto Interno Bruto del país en 2019. Tampoco estableció un programa agresivo de apoyo para las 4.2 millones de pequeñas y medianas empresas mexicanas, que contribuyeron, también en ese mismo año, con el 52 por ciento del PIB.
Después el presidente López Obrador nos mandó salir nuevamente a la calle, en un intento por detener la caída económica, pero relajando completamente las medidas de seguridad y poniendo el mal ejemplo, lo mismo que el encargado de controlar la pandemia, el subsecretario Hugo López Gatell. Al final ocurrió lo previsible, el número de contagios y muertes por Covid-19 está fuera de control, el presidente López Obrador se contagió y, aunque él sostenga que “ya se ven las lucecitas al final del tunel”, lo cierto es que solo se vislumbra la profundización de la tragedia sanitaria y económica para el pueblo de México.
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