En el artículo cuarto de la Constitución Política de México, la protección de la salud es un derecho de todos los mexicanos, pero desgraciadamente para más de 33 millones y sus familias siguen siendo letra muerta porque hasta ahora no gozan de garantía efectiva de ese derecho.
En salud, como reza el dicho popular quien quiera azul celeste que le cueste; la cobertura y la calidad del servicio médico en sus tres niveles depende de si es público o privado, para ello se divide la población en tres sectores: primero, los que cuentan con seguridad social, trabajadores asalariados, jubilados y sus familias; segundo, los que no tienen seguridad social, los subempleados, desempleados, trabajadores en el sector informal y sus familias, la población marginada; tercero, las personas con capacidad de pagar sus servicios médicos en la medicina privada.
Por ahora dedicaremos unas líneas para analizar el pésimo servicio, el deterioro de la infraestructura, su mal funcionamiento, desabasto de medicamentos y sus repercusiones negativas en los pacientes del sistema de salud pública.
Es recurrente que, al asistir a solicitar una consulta a una unidad médica de salud pública, de primer, segundo o tercer nivel, dependiendo de la gravedad de la enfermedad del paciente, nos manifiesten siempre que no hay personal; enfermeras, médicos generales o especialistas, ni medicamentos para atender a los enfermos.
El problema en este sector se repite como en los demás servicios públicos que brinda el gobierno a la ciudadanía, plagado de burocracia y pésima atención, en el mejor de los casos, derivado de una sobrecarga de trabajo, la falta de material y equipo para laborar, carencia de infraestructura, insuficiente personal médico y especialistas, mal que se repite en todo el país.
En el año 2022 se le asignó a salud pública 192 mil 368 millones de pesos, para atender todos los programas y servicios de salud, incluyendo todo el sistema integrado por mil 182 hospitales públicos; de estos, 718 atienden a la población sin seguridad social y 464 con seguridad social; el 86 por ciento son hospitales generales y el 14 por ciento de especialidad.
También se suman las 13 mil unidades de salud del país, incluyendo los centros federales y estatales; el 95 por ciento corresponden a atención primaria, con medicina familiar y servicios auxiliares. Creemos que es momento de ver materializado el presupuesto a salud, porque las unidades médicas en el estado están con pésimos servicios y sin medicamentos, como resultado de que el gobierno de la 4T, retrasó la entrega de medicamentos hasta en un 54 por ciento, es decir, de cada 100 medicamentos que solicitaron los estados la federación sólo les entregó 46 medicamentos. Así de eficiente son las actuales autoridades de salud federal. Así se explica los escases de medicamentos en todo el país.
En Sonora tenemos 10 hospitales generales, dos en Hermosillo, uno en Caborca, Nogales, SLRC, Cajeme, Guaymas, Puerto Peñasco, Agua Prieta, Huatabampo, Navojoa y Obregón; dos hospitales del IMSS en Hermosillo y Cajeme; uno del ISSSTE en Hermosillo, sumando un total de 13 hospitales, mismos que son insuficientes para atender a con calidad y calidez a la demanda médica de la población de más de 3 millones de sonorenses. En Sonora contamos con 254 unidades médicas de consulta externa, 77 por ciento rurales, 10 por ciento urbanas y 9 por ciento unidades móviles; hay en promedio 56 consultorios médicos por cada 100 mil habitantes.
Sin menospreciar todo el sistema de salud, éste tiene múltiples desequilibrios y vicios que no permiten operar con eficiencia, como: costoso e ineficiente y lento en las licitaciones para la compra de medicamentos, alta demanda de servicio y pocos recursos humanos, carencia de equipos y materiales para atender a los pacientes, alta densidad demográfica y pocas unidades médicas, carencia de medicamentos y alta demanda de usuarios, unidades médicas que llevan años sin funcionar en zonas alejadas y vulnerables, para atender urgencias no se cuenta con ambulancias en lugares alejados, escasez de medicinas para los padecimientos crónicos, prolongados tiempos de espera, número reducido de fichas para consultas médicas, todo esto y más pasa en las unidades primarias.
Por otro lado, para atender a los pacientes que requieren un especialista, es necesario crear nuevas unidades médicas en la región Noroeste del país, aquí no contamos con más Hospitales Regionales de Alta Especialidad (HRAE). Solo hay un Centro Médico Nacional del Noroeste, No. 2, Luis Donaldo Colosio Murrieta, del IMSSS, que atiende a pacientes de 4 estados; Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora, pero necesitamos hospitales de alta especialidad en Hermosillo, Nogales y Caborca.
Al sistema de salud pública también le urge un ejercicio de evaluación permanente para optimizar su funcionamiento y si es necesario contratar un mayor número de enfermeras, médicos y especialistas para fortalecer al sistema de salud pública, priorizando la salud preventiva, incrementando el número de unidades médicas primarias, remodelando y ampliando la infraestructura en segundo, tercer y cuarto nivel, dando todos los niveles en todas las regiones del país.
El comportamiento poblacional está en un proceso de envejecimiento que se verá reflejado en las estadísticas demográficas en los próximos 20 años, sumando los riesgos emergentes, relacionados en su mayoría con estilos de vida poco saludables, que están modificando el cuadro de las principales causas de muerte, por ello el Gobierno federal debería incrementar la infraestructura hospitalaria de alta especialidad, adquirir equipo médico especializado, preparar recursos humanos especializados en las enfermedades, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, invertir y aumentar el gasto en la prevención, investigación y estudio de estas enfermedades, proyectar un incremento en el número de consultas y hospitalizaciones.
Con datos del INEGI, “México tiene la prevalencia más alta de diabetes entre los 41 países de la OCDE, 15.8 por ciento en adultos, contra 7 por ciento en promedio en los otros países miembros”. Pese a la importancia de los servicios de salud de tercer nivel, cada año hay una reducción de recursos en este rubro; en el año 2020 sólo el 20 por ciento del total de presupuesto aprobado al Ramo 12 se destina a tercer nivel, es decir el 80 por ciento de los recursos se destina a promoción de la salud, diagnóstico de enfermedades, servicios de primer y segundo nivel.
Desde el año 2013 no se han invertido recursos federales para infraestructura médica de tercer nivel y la mayor parte de ésta se encuentra en el centro del país. Como vemos, nuestro sistema de salud público, no tiene la capacidad para atender con calidad, cantidad y calidez a los mexicanos, tema que está latente y pendiente por resolverse, basta con acudir a los centros de salud rurales o urbanos a cualquier hospital general o de especialidad para darnos cuenta de todo el deterioro en su infraestructura, falta de recursos humanos y escases de medicamentos.
Urge instaurar un nuevo modelo económico que restructure de raíz un nuevo sistema de salud donde los más desposeídos sean los mejor atendidos, debemos de quitar esa terrible impresión de que todo lo que es público es malo y no sirve. Todos, compañeros, debemos seguir luchando para construir esa sociedad mejor que todos añoramos y merecemos.
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