La lucha y las exigencias de los obreros, trabajadores, sindicalistas, etcétera, en México, lograron que sus peticiones se convirtieran en políticas públicas en la Constitución de 1917; en el artículo 123 quedaron instaurados y regulados los derechos de los trabajadores.
¿Qué se propuso por parte de los trabajadores? Jornada máxima de siete horas para el trabajo nocturno, prohibición laboral a menores de catorce años; descanso por lo menos un día y seis días trabajados, protección para las embarazadas, salario mínimo, reparto de utilidades, pago de horas extras, libre formación de sindicatos, jornada máxima de ocho horas diarias para los jóvenes mayores de catorce años y menores de dieciséis años; las empresas tienen la obligación de capacitar a sus trabajadores, las instalaciones del centro de trabajo deben ser higiénicas, seguras y preventivas, y los trabajadores tienen derecho de huelga.
Sigue siendo México un país rezagado; no existe a la fecha un salario con el que el trabajador pueda tener una calidad de vida mínimamente decorosa.
Sin embargo, 107 años después de haber quedado instaurado tal artículo, los trabajadores siguen siendo explotados de una manera brutal: para poder sobrevivir y tener acceso a la canasta básica cada semana, tendrían que lograr el equivalente a dos salarios mínimos debido al alto índice inflacionario.
Asimismo, sigue vigente la explotación de niños y mujeres, a quienes se sigue pagando menos que a los varones. Y no hablemos de las condiciones preventivas para los trabajadores, pues en México ellos viven expuestos a accidentes por falta de uniformes o mascarillas que los protejan de las sustancias tóxicas que manejan.
En lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el precio de la canasta básica, que incluye lo mínimo en alimentación y lo mínimo en servicios, para el entorno rural pasó, en enero de 2019, de 2 mil 397 pesos a 3 mil 253 pesos, y en el entorno urbano pasó de 3 mil 494 pesos a 4 mil 516 pesos, de acuerdo con cifras actualizadas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), organismo que López Obrador pretende desaparecer.
El acuerdo conseguido por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), integrada por representantes de patrones, Gobierno y, supuestamente, de los trabajadores, organismo encargado de fijar el monto año con año, supone un aumento de 41.93 pesos al pasar de 207 a 248.93 pesos por día, para alcanzar una retribución mínima de 7 mil 468 pesos mensuales.
Pero, falta que las instancias correspondientes analicen el gran aumento que tiene la canasta básica, a la que pocos tienen acceso.
Sigue siendo México un país rezagado; no existe a la fecha un salario con el que el trabajador pueda tener una calidad de vida mínimamente decorosa tal y como era la idea original de los Constituyentes.
Aunque analistas y empresarios del país reconocen el rezago, también salen con la cantilena de siempre: que las condiciones de una inflación elevada, altas tasas de interés y un escaso crecimiento económico complican el escenario para elevar de golpe el salario mínimo.
Los funcionarios de la administración federal tienen un tope de incremento salarial del 4 %, lo que supone una contradicción: El 60 % de los trabajadores de México tiene un ingreso diario promedio de dos salarios mínimos.
¿Se logrará un mejor salario? Por supuesto que hay mucha resistencia de los empresarios a volver a aceptar un alza del 20 %. Los salarios bajos en México han sido un atractivo para la inversión.
La política laboral actual sólo ha demostrado que los hombres más ricos del país han incrementado su riqueza, pero a costa de los trabajadores, que cada día se suman a los bolsillos de pobreza extrema.
México, con la 4T, sigue cargando su cruz al tener los salarios más bajos del mundo y explotación de menores y mujeres. Los trabajadores actualmente tienen nulas esperanzas de lograr mejores condiciones de vida.
¿Hasta cuándo? Entrémosle a organizarnos y veremos cómo todos los trabajadores, al ponernos de pie, derribaremos a nuestros explotadores.
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