MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ser mujer y vivir en México puede ser terrible 

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Ningún país puede aspirar a ser una sociedad plenamente democrática mientras persistan la desigualdad, la discriminación, y la violencia contra las mujeres. Lamentablemente, en México la igualdad de género es todavía una asignatura pendiente que lastima no sólo al tejido social, sino también la dignidad de las mujeres que, además, numéricamente, constituyen más de la mitad de la población del país.

No puede desconocerse que se han registrado grandes avances en esta materia de género y que mucho es lo que se ha logrado conseguir para configurar un mundo en el que la equidad de género esté más allá de la retórica y se destierren las prácticas y tradiciones sociales que afectan a las mujeres. Los avances son evidentes. 

La creciente participación de las mujeres en la vida social, económica, política y cultural de nuestro país es un hecho que enaltece. Su presencia en el mercado de trabajo en las últimas décadas deja atrás las viejas ideas sobre el papel tradicional de la mujer en la sociedad. Su desempeño en el ámbito educativo revela una eficiencia terminal mayor y menores índices de reprobación que los varones. Su paulatino empoderamiento político ha fortalecido nuestra democracia.

Sin embargo, no puede negarse que estamos muy lejos como sociedad de alcanzar una verdadera igualdad de género. La inequidad, la falta de oportunidades, la violencia, la ignorancia, la pobreza y las muertes evitables, entre otras cuestiones relevantes, siguen afectando a las mujeres mexicanas.

En este artículo abordo la problemática que padece la mujer mexicana, especialmente por la situación de inequidad que enfrenta en diversos ámbitos de la sociedad. La plena vigencia de los derechos de las mujeres es todavía una aspiración que no logra concretarse plenamente. Junto a los avances persisten también grandes rezagos. Incluso hay retrocesos en algunos temas relevantes como el de la atención a la salud de la mujer, cuando se legisla en contra del respeto a las decisiones en torno a su cuerpo o en la persistencia de las múltiples formas de violencia ejercidas contra ellas.

En estas letras se busca destacar, de inicio, los avances registrados en el reconocimiento de los derechos de las mujeres para luego abordar las situaciones de desventaja que viven las mujeres mexicanas en la actividad productiva, en la salud, en la seguridad social, en la educación, en la pobreza, en la vida política y en la lamentable violencia que sigue ejerciéndose contra las mujeres.

Pese a los avances, que son innegables, aún existen situaciones de gran atraso que afectan la incorporación plena, con dignidad, de la mujer a la vida nacional. No es posible aceptar, por ejemplo, que tengan una menor remuneración salarial que la que reciben los varones en los mismos empleos. No puede aceptarse el descuido en las políticas de salud que permiten la existencia de cifras elevadas en la mortalidad materna o en los embarazos de los adolescentes. 

Nadie puede permanecer indiferente ante el alarmante crecimiento de la trata y de la esclavitud sexual de las mujeres. No debemos cerrar los ojos cuando se sabe que la pobreza afecta más a las mujeres, especialmente a las indígenas y a las que viven en el campo. No es posible aceptar la simulación que en los partidos políticos se hace para eludir las cuotas de género que buscan mejorar la representación femenina en los ámbitos del poder. 

No se debe ignorar que la mujer padece en la actualidad situaciones de violencia y maltrato inaceptables en todos los ámbitos sociales, especialmente en su propio hogar.

Queda claro que ser mujer y vivir en México puede llegar a ser terrible. Las oportunidades a las que las mujeres pueden acceder, así como la posibilidad de ejercer plenamente sus derechos y vivir sin el temor a ser discriminada o agredida, son significativamente menores en comparación con los hombres. 

La vida educativa, laboral, social y política de las mujeres está condicionada por diversos supuestos. En prácticamente todos los aspectos de la vida, la brecha entre hombres y mujeres es grande, y poco se ha reducido en los últimos años.

Si bien las mujeres en México y el mundo han emprendido una lucha constante en contra de la desigualdad y la injusticia en razón de género, la realidad nos ha venido demostrando que el resultado es poco significativo. Que se necesita de algo más para poder, ahora sí, erradicar este problema que aqueja a la mayoría de la población mundial y nacional.

Que se debe, con voz de urgente, implementar un plan que ayude a la mujer: que le brinde seguridad, educación, apoyo, justicia… 

Así y solo así, con una política que vele por los verdaderos intereses de no solo la mujer, sino toda la población en general, podremos acabar con este y muchos otros problemas. Si cada vez es menos la gente que vive sumida en la pobreza, si cada vez se respetaran los derechos establecidos en la Carta Magna, veríamos un despertar distinto mañana. Unámonos. Sigamos en lucha. Es el primer paso.

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