Ha transcurrido medio año de que Mauricio Vila Dosal, gobernador de Yucatán, presentó su tercer informe de gobierno que, aunque hay avances en el Estado, todavía será necesario abatir la pobreza en varios puntos de la entidad porque, según él, “no podemos permitir que existan dos yucatanes, uno pobre y otro próspero y eso depende del trabajo que hagamos ya, este mismo año, ese será el reto en el año 2022".
También dijo que “acá trabajamos en equipo, sin importar el partido político”. Sin embargo, la pobreza y las condiciones de marginación siguen creciendo, afectando a la mitad de la población (al 49.5 por ciento de los yucatecos), a los más indefensos, a las familias trabajadoras del campo y la ciudad que tienen alguna o varias carencias.
Pero la pobreza sigue presente en la entidad. Existe el testimonio de los antorchistas de municipios como Tizimín, Temozón, Valladolid, Chikindzonot y Tixcacalcupul, entre otros, en el oriente de la entidad, que han manifestado la necesidad de que el Gobierno estatal los apoye con programas y acciones de vivienda porque sigue siendo una urgencia contar con una vivienda digna que defienda a las familias de las tormentas tropicales y de los huracanes en estos tiempos de ciclones, sin embargo, en la mayoría de los casos no hay respuesta.
También, cientos de campesinos siguen esperando que se les apoye con los insumos agrícolas, sin que hasta el momento esos apoyos lleguen o sean totalmente insuficientes; algunos campesinos sólo van a recibir un bulto de fertilizante subsidiado al 50 por ciento, cantidad totalmente insuficiente que condena al campesino a más miseria. Lo mismo sucede con las artesanas, quienes esperan que el gobierno las dote con la materia prima para hacer sus artesanías, por lo menos subsidiada al 50 por ciento, pero tampoco hay respuestas efectivas para la población maya hablante originaria de la entidad, que desde siempre ha esperado que se les atienda y se les solucionen sus necesidades.
La pobreza crece y Yucatán está en los primeros lugares a nivel nacional de desnutrición y obesidad, lo que debería encender las alarmas entre las autoridades gubernamentales; el informe del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave), reportó que en lo que va de 2022, se presentaron 570 casos de desnutrición en Yucatán, 47 por ciento mayor a la cifra de 2021, resultado de la precariedad de los salarios, aunado a la crisis económica generada por la pandemia de covid-19 y la inflación.
Con la inauguración de nuevas empresas en la entidad, como la maquiladora “Sisal Tejidos” en Motul y el centro de distribución de Amazon en Umán, existe la impresión de que finalmente el gobierno está invirtiendo en diversas obras públicas y servicios para la población, pero, lo que ha ocurrido es que, la administración de Mauricio Vila, le ha dado más reflectores como no lo hacían con muchas obras del pasado. Hacen parecer como si esta administración estuviera invirtiendo como nunca. La realidad es que no.
El problema en Yucatán es que se requiere de mucha inversión y programas sociales que consideren a la población trabajadora, que es la que padece los efectos de la pandemia, el desempleo, los bajos salarios y la inflación. ¿Cómo está el campo y su producción? ¿Hay el suficiente maíz y alimentos en los hogares de las familias trabajadoras? ¿Es suficiente la vivienda para los yucatecos? ¿Qué tan remunerador es el salario de los trabajadores en la entidad? Se puede sumar una enorme cantidad de rubros que, al menos en la última administración, se han descuidado.
Si el gobernador realmente quisiera gobernar para sacar a Yucatán de los altos índices de pobreza, de hacinamiento en la vivienda, de la alta desnutrición, de empleo infantil, deserción escolar y evitar el deterioro del tejido social, necesitaría considerar distribuir mejor la riqueza, invirtiendo en el campo para volverlo más productivo; tendría también que voltear los ojos a las organizaciones de la sociedad civil y políticas, así como con los sindicatos para impulsar la participación general de la sociedad, principalmente de los trabajadores.
No hay crecimiento posible si no se fortalece el mercado interno, invirtiendo en los programas de insumos que necesitan los campesinos para incrementar la producción local y mejorando los salarios para que haya efectivo poder de compra, así como, invertir en la infraestructura urbana que mejore las condiciones de las colonias populares, en donde viven los trabajadores.
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