A mediados de este mes, la inflación se colocó en 7.08%, un nivel que no se veía desde abril de 2001; y se estima que al fin de año lleguemos con una inflación entre 7.1% y 7.3%. (El Economista, 24 de noviembre de 2021). Los productos que más han aumentado de precio son los alimentos, entre los que destacan el aceite, la tortilla, el aguacate, los chiles, y el tomate verde; el huevo y la carne entre los productos agropecuarios; materias primas clave como el acero y el cobre; y los energéticos, principalmente la electricidad. Los expertos señalan, entre las causas, tanto internas como externas, desequilibrios entre la oferta y la demanda, los programas de estímulo económico, el cambio de patrones de consumo y la disrupción en las cadenas de suministro globales. En todas estas explicaciones la pandemia tuvo un papel relevante, afirman los analistas. En este artículo trataremos de profundizar en estas causas que se señalan.
El cierre abrupto de actividades obligó a las empresas a reducir costos, despidiendo a trabajadores, por ejemplo. Además, la incertidumbre sobre la duración de las restricciones, de la recuperación económica, de la misma evolución de los precios, llevaron a las empresas a disminuir sus inversiones ante la falta de certezas. Así pues, la producción, la disponibilidad de bienes, a lo que se le llama oferta, se contrajo, causando desbalances respecto a la demanda. Esta última también tuvo cambios importantes, pues la gente dejó de gastar en servicios como transporte, restaurantes, hoteles, etc., debido a las medidas de confinamiento, pero aumentó su consumo de mercancías como computadoras y teléfonos. Este cambio en los patrones de consumo es otra fuente de desbalance entre la oferta y la demanda de ciertos productos. Estos desbalances influyen en los precios cuando la oferta es menor a la demanda, o la demanda sobrepasa la oferta.
En cuanto a los programas de estímulo económico, señalan en particular el multimillonario plan de rescate del gobierno de los Estados Unidos. Esta expansión del gasto fue un componente de la inflación en ese país, inflación que importamos debido a la fuerte integración económica de México con los Estados Unidos. Por último, la afectación y recuperación dispar de las economías generó cuellos de botella en las cadenas globales de suministro y producción. Los cuellos de botella son interrupciones o retrasos en alguna de las fases de la producción o comercialización. Por ejemplo, la escasez de semiconductores mantiene inactivas a las plantas de ensamblaje automotriz del país. Otro caso es la escasez de contenedores en los puertos comerciales que ocasionan el incremento de los fletes. Estas interrupciones y retrasos elevan considerablemente los costos de producción, directa o indirectamente, pues, aunque la producción está parada el pago de costos fijos como la luz, renta de locales, la plantilla de los trabajadores, etc., se continúan pagando. Estos costos terminan trasladándose al precio del producto final que llega al consumidor.
El escenario es preocupante. Los expertos no tienen certeza del tiempo que tomará disminuir la inflación, y aunque algunos apuestan a que será un problema temporal, que se erradicara conforme los países se recuperen económicamente, conforme avance la vacunación y conforme se desatoren los cuellos de botella, también reconocen que es difícil estimar su duración y persistencia. Por el momento, la inflación que observamos hoy refleja incrementos en los precios de un amplio rango de productos: más del 75% de los genéricos registraron una inflación mensual anual superior a 3%: el 54% de los genéricos tienen una variación anual de más de 5%, y de estos el 91% tiene una variación de más de 5%. Esto es, el aumento de los precios es generalizado y sostenido. El comportamiento de la inflación no solo refleja una recuperación incompleta, frágil y difícil, como advierten los subgobernadores del Banco de México. Sino que pone en evidencia, una vez más, las propias debilidades y distorsiones de la economía mexicana: una inserción frágil en el comercio mundial y en las cadenas globales de valor que la mantiene especialmente vulnerable a los vaivenes de la economía internacional. Urge cambiar el modelo de crecimiento de México.
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