MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sobre la necesidad de la lucha política

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38 años después de haber formado, en el patio de una vivienda de la calle Lázaro Cárdenas y en presencia del ingeniero Aquiles Córdova Morán, el primer grupo popular del Movimiento Antorchista en Ixtapaluca, Estado de México, la licenciada Maricela Serrano Hernández rememora la hazaña que colonos y activistas realizaron para hacer menos tortuosas las condiciones de vida en aquel entonces inhóspito cerro en el que encontraron la posibilidad de construir una precaria vivienda.

En plena celebración por otro aniversario de esta emblemática colonia, Cerro del Tejolote, la primera fundada por el Movimiento Antorchista en el Estado de México, Celia Ramírez Castelán, habitante de este lugar, refiere que comenzaron a participar con la organización por los servicios, porque “aquí no había nada”. Recuerda las reuniones informativas, las visitas a la cabecera municipal para luchar por todos los servicios que hoy tienen:

“Es mucho; se logró mucho sin ser gobierno con la licenciada Maricela y mucho más siendo gobierno, con mucha más razón. Logramos bastante con ella; por eso, la verdad me gusta la organización y me siento Antorchista de corazón”.

A las demás personas les pide ver la lucha, lo que se ha logrado y reprocha a todos aquellos que, deslumbrados por el dinero que reciben en las tarjetas de apoyos directos que perversamente distribuye el gobierno, se hacen ilusiones sobre su condición económica y han dejado de luchar.

A ellas se dirige para recordarles las palabras que el ingeniero Aquiles Córdova Morán ha pronunciado hace unos momentos: “Ya porque tienen su lote y su calle pavimentada, ya creen que con eso es suficiente, pero no lo es. Debemos seguir adelante en la lucha, seguir con Antorcha más que nada; es con la que deberíamos seguir”, expresa.

Es verdad, las colonias populares se forman por el desordenado crecimiento industrial, por el anárquico desarrollo del sistema capitalista que obliga a millones de personas en nuestro país a trasladarse a las ciudades en busca de empleo, a vivir cerca de los lugares donde encuentran una alternativa económica para obtener algún dinero que les permita adquirir algunos productos para comer, vestir y no perecer por la miseria.

La mayoría de las veces, esas oleadas de personas que llegan desde la provincia en búsqueda de una alternativa de vida encuentran, con dificultades, un lugar para instalar su pobrísima vivienda, en los cerros o en los páramos de la periferia, carentes de toda condición para atender sus necesidades, sin que esto preocupe a los empleadores, a quienes sólo interesa la ganancia que genera la fuerza de trabajo recién llegada, y la mayoría de las veces, esta paupérrima situación de los trabajadores y sus familias es indiferente también para los funcionarios de Gobierno.

Una vez instaladas en los nuevos asentamientos, algunas familias inician el prolongado proceso de adaptación a sus nuevas condiciones materiales, esperando pacientemente la buena voluntad de patrones y gobierno; sin embargo, hay otras que no buscan habituarse a la insalubridad, a la falta de escuelas y a la incertidumbre; se organizan y luchan para humanizar su nueva vida, para conquistar la introducción de los servicios urbanos que hagan menos penoso el desarrollo de sus actividades y que permitan la satisfacción de sus necesidades.

Hay quienes comprenden que tienen que movilizarse de forma coordinada para acceder a mejores condiciones en sus colonias. A esa clase de personas pertenecen quienes decidieron incorporarse a los primeros grupos populares del Movimiento Antorchista en el Cerro del Tejolote.

Paradójicamente, cada victoria de los colonos por un nuevo servicio, cada avance por una demanda material inmediata, encierra un riesgo para muchos que, como dice doña Celia, se deslumbran fácilmente y tienden a pensar que todos sus problemas ya están resueltos e incluso que ya pertenecen a otro estrato social, a uno más elevado.

Sin embargo, la realidad demuestra una y otra vez que esa es una falsa percepción. Como acertadamente señaló el ingeniero Aquiles Córdova en esta celebración popular:

“Al que piense que porque ya pavimentó su calle ya salió de problemas, el tiempo le dirá que está equivocado; ahí no está la solución verdadera. Eso mejora la vida de la gente, la hace menos dura, menos dolorosa, pero no es el fondo del problema; no resuelve el fondo del problema”.

Esta extendida confusión se produce directamente como una consecuencia de las condiciones económicas y sociales a las que este sistema capitalista condena a vivir a los trabajadores y a sus familias.

Es tanta la desesperación y la angustia que la miseria provocan que cualquier mínimo beneficio es percibido como una gran conquista, aunque sea momentánea y superficial, aunque sólo les permita comer ese día y no tengan la certeza de si contarán con algún alimento para el siguiente.

Es el gran problema de las luchas reivindicativas que no van acompañadas de una metódica y consistente educación política; quienes consideran que ya se resolvieron sus problemas se apartan del movimiento, influyendo sobre otros, contribuyendo a la dispersión, la fragmentación y la desorganización.

Este fenómeno se repite cíclicamente en diferentes magnitudes, por ejemplo, con el aumento de los salarios, las conquistas laborales, los triunfos de la lucha estudiantil, las reivindicaciones indígenas y campesinas, y, por supuesto, en las gestiones de las colonias populares por mejores condiciones de vida. 

Todos los movimientos que surgen y exigen un mejor reparto de la riqueza y mayores derechos políticos son justos y necesarios porque son la respuesta inmediata del pueblo trabajador a la opresión y a las condiciones a las que se le obliga a vivir; sin embargo, no son suficientes. En algún momento posterior, los logros obtenidos quedarán rebasados por las nuevas condiciones.

De continuar de esta manera, los movimientos populares estarán condenados a luchar por la simple modernización de la pobreza, a la exigencia exclusiva de reformas sociales, de concesiones que burguesía y Gobierno están dispuestos a otorgar para evitar los estallidos que pongan en peligro sus privilegios y, con esto, dichos movimientos se convierten en instrumentos al servicio del sistema político económico vigente en lugar de ser organismos de concientización y lucha del pueblo trabajador.

Si la lucha es contra la pobreza, que lastima e impide que las personas vivan como seres humanos, que obstaculiza a las familias humildes el acceso a los grandes logros de la ciencia y la tecnología que permiten una vida digna, entonces debemos descubrir acertadamente dónde se ubica el origen de esa miseria y también a los verdaderos causantes de ella para resolverla de raíz.

Descubriremos, como lo ha sostenido el Movimiento Antorchista, que el origen de nuestra pobreza se encuentra en el injusto sistema económico social en que vivimos, en esta organización de la sociedad que permite solo a unos cuantos acumular la riqueza y beneficiarse de ella, y a millones de seres, que son los verdaderos creadores de esa riqueza, los condena a padecer una vida de sufrimientos.

Por tanto, sin perder de vista el verdadero origen de la miseria y de todos los problemas que de ella se derivan, se debe luchar por el acceso inmediato a mejores condiciones de vida, para hacer frente a los atropellos del poder, a las injusticias, por las reivindicaciones sociales o gremiales y simultáneamente también por la transformación del sistema político económico vigente. Y para eso, se requiere la lucha política.

La lucha política es la lucha por el poder político, es el movimiento social que llevará al pueblo organizado a convertirse en gobierno, desde donde se comenzará a cambiar el destino del pueblo. 

Para lograrlo, se requiere una organización disciplinada y politizada, que comprenda que la lucha no termina con una gestión, sino con la toma del poder en sus manos. Tengamos en cuenta las palabras de Lenin respecto a esta cuestión:

“… los intereses más esenciales, ‘decisivos’, de las clases pueden ser satisfechos únicamente por transformaciones políticas radicales en general”.

Unámonos todos y formemos ese partido formado por el pueblo trabajador que luche y conquiste el poder político en beneficio de todos los mexicanos.

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