Con paralelismos, las Colonia Cerro del Tejolote, en el Estado de México y Tecomatlán, Puebla, han sido las beneficiarias de los arquitectos sociales del Movimiento Antorchista Nacional (MAN). Ambos eran lomeríos, el primero, solares en los que sobrevivían frondosos pirules y uno que otro nopal, resistiendo el sol, con tierra polvosa en los tiempos de secas y barro chicloso, en la temporada de lluvias, en las faldas del Cerro del Pino del municipio de Ixtapaluca; el segundo, eran lomeríos, con barrancas, huizaches y mezquites, en sus cañadas, sabrosos ciruelos rojos, en ambos, la pobreza era evidente y “El Tejolote”, como se le conoce comúnmente, no existía y “Teco” vivía de lo que el campo le prodigaba, agobiado por el sol y la falta lluvias, característico de la mixteca baja: cacahuate, maíz y frijol.
Ambos lucen irreconocibles al tiempo y la vista de quien quiera mirar, sólo la memoria fotográfica da cuenta de las condiciones de ambos asentamientos hace 38 años. Frente al Tejolote ya no está el cerro que fue desapareciendo por la explotación de basalto, la piedra triturada con la que se elabora el material para la pavimentación de calles. En Tecomatlán ya no se miran las barrancas secas, todas han sido embovedadas, para dar paso a amplias calles y avenidas.
El Cerro del Tejolote y Tecomatlán, son el vivo ejemplo de que un mundo mejor, es posible.
En Teco, surgió Antorcha Campesina, en el año 1974; en las faldas del Cerro del Pino, surgió Antorcha Popular, en 1986, y la primera colonia donde se formaron futuros líderes sociales: la Colonia Cerro del Tejolote. Ítem, también es en este municipio en donde se formó la primera colonia antorchista: Citlalmina.
Al Cerro del Tejolote llegaron un grupo de estudiantes, entonces, sin experiencia, sin conocimiento de las dificultades que habría de enfrentar, tan sólo por el hecho de querer mejorar la condición de vida de los mexicanos. Encabezados por una jovencita, de cabello crespo, blanco color, que acudieron al grito de auxilio de un grupo de obreros que juntaron Nicolás (QEPD) y Don Maurilio, para solicitar ayuda en contra de los fraccionadores que vendían “terrenos con todos los servicios”, pero que uno de estos tenía varios clientes que pagaban el mismo terreno.
El contubernio con las autoridades y ejidatarios era evidente, lo evidencia el archivo hemerográfico, donde aparecen denunciados un grupo de jovencitos “que venían a incitar a la población a la rebeldía y el saqueo”, nada de eso ocurría, todo era propaganda para incitar al linchamiento y rechazo de aquel grupo de estudiantes.
Tecomatlán es hoy una ciudad con todos los servicios y mucho más: hospital regional de muy buena atención al paciente, escuelas de todos los niveles, desde ludoteca hasta dos escuelas de nivel superior, unidades deportivas, auditorios, balneario, hotel con buenos servicios, estadios de béisbol y fútbol, un moderno edificio de siete niveles, que alberga la casa de cultura, uno para cada expresión artística, plaza de toros, un envidiable albergue estudiantil, plazas cívicas, alamedas con frondosos árboles, en fin, una cambio radical, un oasis en medio del paisaje agreste de la mixteca poblana. Destaca el Plenito Infantil y Juvenil “Wenceslao Victoria Soto”, donde se forman en el mejor espíritu humanista a la niñez antorchista: danza, poesía, teatro, declamación, oratoria, lectura de los clásicos, idiomas, música, etc., todas las artes son inculcadas a los niños, aparte de su formación académica, que todos los días intenta la excelencia y del que han surgido los nuevos dirigentes del antorchismo.
El Cerro del Tejolote también ha vivido esa transformación. Lo primero era darle certeza a los colonizadores de que ya no serían presa fácil del abuso de los fraccionadores, a riesgo de su vida misma, pues estos, con la connivencia e incitación municipal, mandaban grupos de vándalos para amedrentar a los “asesores” de la naciente Colonia Cerro del Tejolote. Nada los arredró, a pesar de la amenaza continuaron con su labor organizativa, a pesar de que los accesos los hacía blanco fácil de una agresión, la parada más cercana del transporte público estaba en la Carretera Federal México-Puebla, distante kilómetro y medio, que había que caminar en medio del polvo o el lodo, según la época del año.
Siete años después, en 1993, se formó la Colonia Melchor Ocampo, más arriba de El Tejolote. La experiencia acumulada enseñó que se iba por el camino correcto, que la amarga experiencia en la formación de la Colonia Citlalmina, en 1990, con el asesinato de Gonzalo López Cid, a manos de las fuerzas policiacas del gobierno del Edomex., por el simple hecho de reclamar vivienda, obligaba a una mejor reflexión para dar pasos firmes.
La necesidad de la vivienda se vivió el día que se entregaron los lotes, una señora de edad avanzada, llegó con unos chunches y algo que parecía cama. Concluida la asamblea de la entrega de los lotes, los “solicitantes”, que es como se llama a los peticionarios de terrenos, se empezaron a retirar, la viejecita se quedó en el lugar donde le asignaron, y empezó a acomodar unas que, también, parecían láminas de cartón, la gente le convino que en ocho días regresarían y le ayudarían “a parar, aunque sea un techito”, la señora contestó: “a dónde me voy, no tengo donde vivir”. Prestos sus compañeros, regresaron e hicieron la coperacha con materiales, para que la señora, con los ojos llorosos de alegría, pasara su primera noche en “su terrenito”. De ese tamaño es la necesidad, de ese tamaño es la injusta distribución de la riqueza en nuestro país.
Los primeros servicios que se necesitaban con urgencia en la naciente colonia, eran agua y luz eléctrica; las primeras escuelas se empezaron a formar con la misma llegada de los jóvenes estudiantes, que improvisaron salones con paredes y techos de cartón, había que acudir a la cabecera municipal y como hormigas se veía a la gente caminar tres kilómetros y medio para llegar a las oficinas del ayuntamiento.
Hoy El Tejolote cuenta con escuelas de todos los niveles, de las que destacan la Escuela de Bellas Artes, la de Danza y la de Música, con reconocimiento oficial para extender los títulos de licenciatura; un auditorio, In Xóchitl In Cuícatl se llama, para dar cabida a casi dos mil espectadores; un Centro de Convenciones, El Ágora, con una moderna sala de conferencias sonorizada y dos salas audiovisuales, cada una para un aforo de cien personas y cinco salas para reuniones, además de modernas oficinas; en lo deportivo: estadio de futbol, alberca semiolímpica con gimnasio, canchas de frontenis, básquet y voleibol, gimnasio polivalente con duela para estas últimas prácticas; una plaza cívica con su concha acústica dónde se presentan espectáculos de primer nivel, para deleite de propios y extraños, por descontado damos, pero las necesidades urbanas están todas satisfechas: agua, luz eléctrica, calles pavimentadas, espacios con juegos infantiles, etc.
Una es resultado del trabajo de Antorcha Campesina, la otra, del trabajo de Antorcha Popular, ambas y otras más, dieron como resultado el Movimiento Antorchista Nacional. El Cerro del Tejolote y Tecomatlán, son el vivo ejemplo de que un mundo mejor, es posible. Hoy los vecinos de El Tejolote y La Melchor nos invitan a su aniversario, el 21 de abril, bien haríamos en asistir, para ver lo que haya que ver y platicar, lo que haya que platicar.
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