La fortaleza del peso mexicano frente al dólar mantiene contento al presidente Andrés Manuel López Obrador, y mucho más los que lo adulan por conveniencia más que por convicción. Pero dado que el actual mandatario federal ha tenido todo un récord de 94 mil falsedades en sus mil mañaneras, según el seguimiento de la consultora SPIN; además de que durante los más de cuatro años viene presumiendo como logro de su gobierno cualquier noticia positiva, se impone la necesidad de saber en qué beneficia al grueso de los mexicanos la fortaleza de la moneda mexicana.
Para tal efecto, me permití revisar las columnas de algunos especialistas en la materia, publicadas en los medios de comunicación, las que por sus argumentos sólidos son evidentemente mucho más convincentes que las presunciones de AMLO, y contribuyen, en alguna medida, a derrumbar la realidad mágica que ha creado López Obrador con falsedades para engañar a los mexicanos sobre su situación real.
Es de destacar que todos los expertos coinciden en que la fortaleza del peso es una realidad, pero sigue más ligada, y así seguirá, a factores externos, casi en su totalidad. Los analistas destacan que México ha visto fuertes entradas de dólares a su economía por la vía de las exportaciones, de las remesas y de la inversión extranjera, lo que explica su estabilidad en medio de la actual turbulencia financiera mundial.
De tal manera que la estabilidad del peso nada tiene que ver con las políticas económicas del gobierno de México, tampoco las iniciativas y reformas que ha llevado a cabo la administración lopezobradorista generan mayor incertidumbre, solo agregan un poco de inestabilidad al peso mexicano. Más bien la fortaleza de la moneda mexicana se debe a las leyes del mercado, apuntan los investigadores.
Académicos de diferentes universidades explican cuál es el impacto de la apreciación de la moneda mexicana frente al dólar, principalmente porque México es altamente importador de mercancías. Somos un país que importa mercancía, incluidos productos de la canasta básica; entonces, un tipo de cambio bajo permite que las empresas importadoras traigan más mercancías y puedan introducirlas al mercado con una mayor rentabilidad para ellos, porque las empresas y negocios no están bajando los precios. Bajo estas circunstancias el superpeso no está impactando en los bolsillos de los mexicanos.
La fortaleza del peso tiene doble filo. Al ser que todo lo valuado en dólares cueste menos, es una buena noticia, pues así se pueden traer al país productos más baratos, sin embargo, esto tiene un beneficio solo para el caso de los negocios, ya que se compra más con menos dinero y las personas tendrían un verdadero impacto si bajaran los precios de las mercancías, pero esto no está ocurriendo.
Las compañías mexicanas que exportan, las que facturan en dólares, tienen un impacto a la inversa, pues generan menor ingreso, a diferencia de las que importan productos. Las remesas también sufren, pues pese a ser uno de los principales ingresos del país, el dinero vale menos, si a una persona le mandaron una remesa con un dólar a la compra en 19 pesos, le mandaron mil dólares pues recibió 19 mil pesos, si se la mandaran hoy a 18.9 estaría recibiendo 18 mil 900 pesos, parece que es poco porque son 100 pesos, pero es dinero que no entró al ingreso familiar.
No obstante, las remesas siguen fuertes y es una prueba irrefutable de que la economía mexicana es altamente dependiente de estos ingresos. Por lo que López Obrador seguirá alabando a los trabajadores mexicanos que laboran en Estados Unidos, llamándolos héroes nacionales, seguirá catalogando a los migrantes como lo mejor de lo mejor. Como sea, el monto en remesas sigue siendo esencial para la estabilidad económica del país y no se observa que vayan a bajar en el corto plazo.
Queda claro, entonces, que la fortaleza del peso no está impactando en los bolsillos de los mexicanos. Pese a la apreciación de la moneda mexicana, el grueso del pueblo de México está siendo azotada, cada vez más, por la pobreza, a causa de los bajos salarios y el alza de los precios de la canasta básica, el hambre no se puede ocultar ni erradicarlo con discursos demagógicos, con falsedades de un remedo de mesías.
Lo que nuestro país requiere no es tanto rollo y tanta alharaca. Hay que levantar una economía de mercado, ordenada, responsable, efectivamente sin deudas ni crisis, que dé su lugar a la empresa privada pero también al Estado como promotor de la justicia social, que sea eficiente, que crezca y que genere riqueza, mucha riqueza a precios competitivos, tanto para nosotros como los países con los que se intercambian mercancías.
Pero, sobre todo, es indispensable, instaurar un gobierno que se proponga llevar a cabo con mano firme y sin claudicaciones, un reparto más justo y equitativo de la renta nacional, una tarea que obviamente no puede ser realizada por Morena, sino por el pueblo educado y organizado, como plantea el Movimiento Antorchista Nacional.
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