Así gritan, al unísono, firmes y muy convencidos del discurso de odio que han emprendido, los diputados y senadores emanados de Morena en contra de los legisladores que no aprobaron la reforma eléctrica propuesta por el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
La campaña política debe ser efectiva y contundente, que cale en lo más hondo de los mexicanos para que los legisladores que no son de su partido se ganen el rechazo, la desconfianza y el nulo respaldo de la población porque la dañan y perjudican. Dice López Obrador que son traidores a la patria porque protegieron a una empresa extranjera y no a la estatal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como principal generadora del 54 por ciento de la energía eléctrica del país, que preveía cancelar los permisos de generación previamente otorgados, así como los contratos de compraventa de electricidad con el sector privado, y garantizar el dominio de la nación sobre las reservas del litio mexicano; es decir, tenían que modificar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para que tal reforma eléctrica lopezobradorista fuera protegida por la ley.
El delito de los legisladores de oposición fue unificarse para contrarrestar la mayoría calificada que necesitaba Morena en la Cámara de Diputados federal, dado que es una oposición heterogénea y con intereses bien definidos. Esta arenga, la utiliza López Obrador como distractor electoral en su intento de recuperar el terreno perdido contundentemente en la revocación de mandato, a la que acudieron a votar 15 de 30 millones de mexicanos.
La estrategia ya empleada por López Obrador en momentos cruciales para ganar votos de los mexicanos, la utilizó contra Felipe Calderón Hinojosa, en marzo de 2021, al acusarlo de traición a la patria y financiamiento al terrorismo.
La estrategia en contra Enrique Peña Nieto, en febrero de 2014, fue denunciarlo traición a la patria por pactar la entrega de PEMEX a compañías extranjeras; y en contra del exgobernador de Michoacán Silvano Aureoles en agosto 2021, a través de legisladores de Morena, por ejercicio ilícito del servicio público, coalición de servidores públicos y peculado. En los dos últimos casos, Morena, con esta campaña ganó en parte, la presidencia de la república y la gubernatura de Michoacán.
Ocho años han transcurrido desde la primera denuncia que interpuso López Obrador, para hacer campaña a su favor. Ya como presidente, reformó, con ayuda de los legisladores morenistas y aliados, PT y PVEM, el artículo 123 para quitar los delitos del orden común y agregar, de manera específica, los de corrupción y delitos electorales; pero de aplicar las sanciones de 5 a 40 años de prisión o multa de hasta 50 mil pesos como especifica el artículo 123 del código penal, contra los acusados, nada.
El linchamiento público de López Obrador es intenso: “Estamos blindados contra los traidores que se convirtieron en francos defensores de empresas extranjeras que se dedican a medrar, a robar”, dice.
Mario Delgado, líder nacional de Morena, expone varios carteles con el rostro de los legisladores que no votaron a favor de la reforma, en los estados donde habrá elecciones. Por lo pronto, Citlalli Hernández, regresa al Senado para realizar una campaña de información a nivel nacional para exhibir a los legisladores que consideran traidores.
Claudia Sheinbaum apoya la campaña, “queremos que la gente vea las caras, los nombres, los rostros de los traidores, para que no olviden nunca quien le dio la espalda al pueblo”. Y por si esto no bastara, Pablo Gómez, titular de la unidad de Inteligencia Financiera (UIF), tras la derrota de la revocación de mandato, anunció que habría sanciones para los mexicanos que no hayan participado en la consulta.
Si aún hay mexicanos que creen en las palabras de López Obrador, es el momento de que abran los ojos y no se conviertan, esos sí, en traidores de sus propios hermanos de clase, que por pensar diferente a Morena y exigir respeto a sus libertades de organización y pensamiento, no tendrá compasión la judicialización de sus preferencias políticas. Los arrepentidos ni en su propio pueblo valen.
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