Es momento de que el pueblo se reconozca como el gran actor, el gran transformador de la vida social. Es necesario que tome conciencia de que el papel que ha jugado en los sucesos importantes que ha vivido nuestra nación han dado como resultado un avance importantísimo en la vida de todos.
Desde la lucha por la Independencia hasta la Revolución mexicana, la participación activa y decidida de la población en general llevó al país a mejorar las condiciones de vida de todas las familias.
No se puede negar que cada época fue mejor a la anterior; eso es verdad. Las condiciones iban mejorando para las familias mexicanas, pero la lucha no acabaría con la promulgación de la Constitución; ahora habría que dar la lucha para que lo firmado se cumpliera.
Ya han pasado 106 años desde que se firmó la carta magna que, en sus primeros artículos, resalta las garantías individuales: derechos fundamentales que los ciudadanos mexicanos gozan y que versan sobre la libertad, seguridad, igualdad y propiedad.
Pero, ¿por qué después de tanto tiempo al pueblo no se le han respetado esos derechos fundamentales firmados? Aquí hay algo muy interesante que habría que analizar.
Creo que esta situación se debe, en parte, a que el pueblo ha puesto sus esperanzas en falsos líderes redentores que les prometen sacarlos de la pobreza si los siguen y votan por ellos, dejando de lado la lucha por sus derechos, confiando en sus representantes, al pueblo se le ha olvidado que si realmente quiere un cambio son ellos los que deben tomar las acciones para corregir su situación.
Ellos son los que deben organizarse y exigir cada uno de sus derechos fundamentales; sin embargo, la clase en el poder se ha encargado de mantener a ese gigante dormido, dividido, viendo la televisión, alejado de la política; es más, ha logrado que el pueblo aborrezca la política, sin saber que esa es la puerta al cambio que tanto ha soñado.
Como lo dice el libro ¿Qué es la sociedad? de la escritora chilena Marta Harnecker: “Las revoluciones sociales no las hacen los individuos, las ‘personalidades’, por muy brillantes o heroicas que ellas sean. Las revoluciones sociales las hacen las masas populares. Sin la participación de las grandes masas no hay revolución. Es por ello que una de las tareas más urgentes del momento es que los trabajadores se eduquen, que eleven su nivel de conciencia, que se capaciten para responder en la mejor forma posible a sus tareas revolucionarias”.
Así como en el pasado las grandes transformaciones las realizó el pueblo, ahora también el cambio está en manos de ese gigante dormido que necesita sacudirse el polvo y ponerse a luchar; el pueblo debe hacer conciencia de que el protagonista de su realidad es el mismo, que los líderes verdaderos nacen de las entrañas del mismo pueblo y a ellos hay que seguir y con ellos se debe luchar.
Así como en el pasado las grandes transformaciones las realizó el pueblo, ahora también el cambio está en manos de ese gigante dormido que necesita sacudirse el polvo y ponerse a luchar."
Se acercan las elecciones y está en juego el futuro de millones de mexicanos, de millones de familias pobres. Ahora más que nunca el pueblo debe decidirse a dar la lucha y ser el factor que haga la diferencia, debe tomar el futuro en sus manos y dejar de seguir a los falsos líderes.
Hoy más que nunca la unidad nos va a sacar adelante.
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