A propósito de la nueva contienda que se avecina. La credibilidad de un gobierno es fundamental para ganar la confianza de la población y para que ésta atienda los procesos de renovación a los distintos cargos, municipales, estatales y federales de estos gobiernos mediante un proceso democrático. En México, las cosas a este respecto están mal. Si bien Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ganó las elecciones hace tres años con una votación copiosa, la proclividad a la mentira, característica de su gobierno, ha mermado significativamente la confianza de que gozaba su administración al inicio. A estas alturas ya han corrido ríos de tinta con datos duros respecto a los resultados de la “Cuarta Transformación” (4T), y entonces, nos hemos dado cuenta de que el pueblo no es feliz, feliz, feliz.
El pueblo no cree en el gobierno porque siempre lo han engañado, “los de antes”, sí, y también “los de ahora”, y añado de una forma más descarada. Forma parte de la tradición en la desvirtuada democracia mexicana que los candidatos engañen, prometan lo que suena bien y “de votos”, pero que ellos mismos no piensan cumplir -(le suena amable lector eso de que “voy a bajar la gasolina desde el primer día de mi mandato”)-. Luego, tras la ilusión masiva viene el desencanto. Ya en el poder, olvidan sus promesas, e incluso hostilizan a quien les exige cumplir; así era antes y así es ahora. Por lo tanto, debemos de preguntarnos: ¿hay salida ante este panorama? ¿Cómo entender que todos prometen y nadie cumple?
Según la experiencia de la lucha antorchista, tenemos que valorar los hechos y no los discursos. En BCS sabedores de que vamos a ver como se renuevan las promesas de todos los partidos (14 en BCS para ser exactos) y políticos en busca de algún asiento en el congreso local o en alguno de los cinco ayuntamientos, o la gobernatura en junio próximo. Tenemos que fortalecer nuestra unidad ideológica. Y realizar un ejercicio crítico sobre los hechos y los discursos, quien verdaderamente, estima si pueda cumplir con hechos y no solo quede en palabras.
Es cierto que, en cualquier charla entre amigos, en cualquier camión o platicando con algún familiar se escuchan las mismas conclusiones de los Sudcalifornianos más sencillos, de los ciudadanos de a pie: para qué tanto partido y candidato si todos son iguales, no hay ni a cuál irle. Pero por otro lado también hay muchos que siguen creyendo en los “cantos de sirena” de muchos políticos que incluso cambiándose de color quieren “impresionar” a los posibles votantes que con ese solo hecho ahora sí las cosas van a cambiar. Otro fenómeno que impacta en la ideología popular es la sistemática labor desarrollada a lo largo de años para inculcar en el pueblo la idea de que la política es una cochinada, que todo es corrupción, el espectáculo de ver a los políticos en busca de posiciones, brincando de un partido a otro, cambiar de opinión sobre asuntos trascendentales y de ideología como si de cambiarse de calzones se tratara, han llevado a un escepticismo ciudadano tal que pese a todo el dinero gastado por los partidos y los órganos electorales, el abstencionismo sigue a la alza.
En efecto, para este año el Instituto Estatal Electoral de Baja California Sur (IEEBCS) está convocando a más de 500 mil ciudadanos a votar por los cinco presidentes municipales y 16 diputados de mayoría relativa y 5 de representación proporcional, una gubernatura. El presupuesto que se gastará en este proceso será aproximadamente de 32 millones, que se distribuyen de manera proporcional entre los 14 partidos contendientes. Con todo esto, no es de sorprendernos el alto abstencionismo, pues hay una alta sensación de coraje de la ciudadanía de enterarse de cómo se destinan tan desmesurados gastos en las campañas, y por el otro las ayudas alimenticias, medicinas, obra social, etc.; se les niega a los humildes de cualquier colonia o comunidad marginada de la entidad.
En este proceso en marcha, entonces, se desarrolla en medio de las peores crisis: económica, salud, seguridad, etc. Hago la reflexión “¿Usted les cree a los candidatos en campaña? Yo tampoco”, y digo que yo tampoco, porque cuando menos, siendo muy franco y honesto, me he documentado y he visto con mis propios ojos las penurias a las que nos ha llevado en tiempo récor el partido de López Obrador, Morena, que se estrenó en los comicios del 2018. ¿Qué hacer, ante un panorama tan negro? ¿Qué hacer si el único recurso que se le deja los ciudadanos es el de acudir a votar, sin mayores posibilidades de poder influir en las acciones de sus gobernantes una vez elegidos? Construir una poderosa y auténtica fuerza civil que una a los marginados, a los “descamisados”, a los insatisfechos del sistema aprovechando esa ley que nos permite nuestros derechos a la protesta, a la petición y a la organización. Por ello, es que los antorchistas siempre estamos en campaña permanente de lucha, y debemos seguir construyendo una alternativa realmente popular ante el fracaso de los partidos tradicionales. Hoy en este 2021 encontraremos muchos candidatos antorchistas a lo largo y ancho del país. Quienes realmente hacen la diferencia. Organízate y lucha por México, valora los hechos y el resultado de la lucha organizada.
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