MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Urge la conciencia, urgen los concientizadores

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El XXII Concurso Nacional de Teatro del Movimiento Antorchista, acontecimiento popular único en el país y, quizá, en el mundo, fue inaugurado el pasado 24 de marzo en Texcoco, Estado de México con un programa artístico deslumbrante, increíble para una organización que vive y crece bajo el constante asedio de los plutócratas de la 4T, cuya embestida más reciente ha sido enderezada por Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, estado conocido universalmente por el dominio escandaloso del crimen organizado. Ese día tuve la oportunidad de hacer uso de la palabra. Tal vez algunos amables lectores encuentren útil saber lo que ahí se dijo. Aquí me permito reproducir partes esenciales: 

Antorcha es un gran promotor del arte. No me alejo mucho de la realidad, si digo que no existe ningún otro organismo de la llamada “sociedad civil”, que promueva, apoye, trabaje y gaste para que el pueblo conozca, entienda y disfrute el arte. El Estado mismo, el que administra toda la riqueza que el pueblo le entrega con el pago de sus impuestos, carece del suficiente interés para acercar el arte al pueblo y le interesa menos todavía promover su participación artística.

En Antorcha promovemos el arte porque es patrimonio del pueblo trabajador, porque la propia evolución de la especie está ligada al desarrollo de la expresión artística. Pero no sólo por eso, sino porque nos interesa la formación integral del ser humano y su toma de conciencia de los gravísimos problemas por los que atraviesa la inmensa mayoría de la humanidad. 

La tristeza y la desesperanza se extienden por todo el mundo y por todo México. Millones de seres humanos en el mundo y en nuestro país, son víctimas de una escandalosa manipulación que los empuja mediante la acción concertada de poderosos medios de comunicación, a pensar que su miseria y su sufrimiento son consecuencia de un designio divino o de la mala suerte y que se pueden corregir estudiando y trabajando sin descanso. Nada más falso. 

La opresión y la pobreza son consecuencia de la existencia de una sociedad drásticamente dividida en clases sociales, de la división entre los que producen la riqueza y los que se quedan con ella. Cobrar conciencia de ello y dejar de confiar en remedios y mejunjes, ayudará, poderosamente a mejorar la situación de los hombre y mujeres que producen la riqueza.

La práctica de las bellas artes engrandece al hombre, le hace saber que no sólo puede repetir movimientos y procedimientos monótonos y rutinarios previamente diseñados por quienes controlan los procesos productivos o mantenerse criminalmente ocioso por la desocupación masiva, sino que es capaz de crear algo nuevo, importante y grandioso con su cerebro y con sus manos. La práctica del arte, libera. Por eso, quienes requieren esclavos asalariados, tienen proscrito el arte para el pueblo y lo conservan sólo para las élites.

Son ya, en todos los años de existencia del Movimiento Antorchista, millones de mexicanos del pueblo los que han asistido a una presentación artística preparada y presentada especialmente para ellos. Su participación como espectadores, les ha cambiado su concepción del arte y de la vida.No hay ningún evento, aniversario, inauguración, mitin o manifestación a las puertas de alguna dependencia gubernamental, en el que no se presenten cantantes, músicos declamadores y bailarines. En Antorcha, el arte es parte integrante de la lucha. 

El arte en Antorcha también ha cambiado para siempre a grandes hombres y mujeres que, a su vez, también han cambiado a Antorcha. Me permito recordar hoy a Berenice Bonilla López y a Omar Abit Lugo Espinoza, jóvenes artistas que murieron bailando en un crucero de la ciudad de Culiacán, Sinaloa y que no estaban ahí por casualidad, sino porque ya eran bailarines antorchistas para toda la vida. Hablo también del gran maestro Víctor Puebla, teatrero trabajador, creativo, simpático, muy convencido y leal, que ahora vive aferrado para siempre en el recuerdo de sus alumnos y de todos aquellos que vieron sus obras y lloraron y se rieron a carcajadas con sus ocurrencias. No quiero olvidar a Humberto Vidal Mendoza, asombroso bailarín y más asombroso maestro de danza y baile y amigo, cuyos alumnos y admiradores, hoy enseñan a miles de jóvenes en todo el país. Y, para no alargar este recuento de constructores del arte antorchista, hago mención de Maclovio Marcos Pérez, impactante declamador purépecha que declamaba en un perfecto español. Su poesía cambió a los declamadores campesinos y populares. La poesía lo cambió a él.

Uno de los grandes genios que la humanidad ha producido, Miguel de Cervantes Saavedra. Un inmenso humanista, un profundísimo observador, uno de las grandes Maestros del género humano, se ocupó de encarecer al teatro en su obra inmortal.

El Quijote de la Mancha, el que andaba deshaciendo agravios y defendiendo viudas y doncellas, muy seguido perdía el juicio y, confundiendo a cualquiera con un enemigo, entraba en batalla. Ya había confundido a unos frailes de la orden de San Benito y los había visto como bultos negros que llevaban hurtada a una princesa y había arremetido contra ellos. Pero, una vez, se encontró en el camino con una visión realmente aterradora. Una carreta a la que guiaba un demonio y en la que iban también una muerte, un ángel y varios otros extraños personajes. Muy sorprendido, les preguntó que quienes eran, a lo que los de la carreta contestaron que eran recitantes, es decir, artistas, que venían de una presentación y se dirigían a un pueblo vecino a otra presentación. 

Contra lo que cualquiera pudiera imaginar, El Quijote no los desafío ni entró en combate con ellos, antes bien les dijo: “Andad con Dios, buena gente, y haced vuestra fiesta, y mirad si mandáis algo en que pueda seros de provecho: que lo haré con buen ánimo y buen talante, porque desde mochacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula”. Cervantes, pues, tenía al teatro y a los artistas en alta estima.

Más adelante, en otro pasaje memorable, invitaron al Quijote a presenciar un espectáculo de títeres. Se representaba el rescate de Melisendra, que estaba en poder de los moros,  por parte de Gaiferos, su amante. Cuando la pareja de títeres ya huía a todo galope y era perseguida por los captores de Melisendra, “con acelerada y nunca vista furia”, el Quijote se lanzó a defenderlos con espada en mano y “en menos de dos credos dio con todo el retablo en el suelo”. “A mí me pareció -dijo luego El Quijote- todo lo que aquí ha pasado que pasaba al pie de la letra”. El teatro es espejo de la vida. En él se goza, se llora, se enseña, se aprende.

Y vaya que en los tiempos que corren se necesita estudiar, entender y ayudar a que otros entiendan. El mundo y el país están llenos de mentiras para ocultar los abusos y la explotación. Más ahora que el modo de producción de la ganancia se agota aceleradamente. En Francia se arremete contra la clase trabajadora aumentando los años de su vida laboral, en Inglaterra se abusa de los médicos y las enfermeras, al igual que en España y, hasta en Israel ocurren las mayores protestas sociales en 75 años años de existencia de ese país porque, también allá, se arremete desde el ejecutivo, contra una frágil división de poderes. México, no es, ni podría ser la excepción. Aquí se cocinan modificaciones drásticas a la escasa democracia que existe mediante el famoso Plan B y se engaña y se extorsiona con magras ayudas en dinero. 

A las clases dominantes del mundo ya les estorban las leyes, los derechos humanos y la democracia que una vez inventaron, y aprietan la soga en el cuello de los trabajadores. La similitud de las reformas y la coincidencia en el tiempo, no son una casualidad, responden a un plan urdido para enfrentar la disminución constante de la tasa de ganancia. Es la senectud del capital.

Se aprecia ahora, claramente, la ausencia de partidos revolucionarios en el mundo. Las protestas sociales, inmensas en varios casos, están bajo la dirección de los sindicatos que no podrán ni querrán llevarlas muy lejos. Urge, pues, la conciencia, urgen los concientizadores y el arte antorchista, el teatro antorchista, sus actores y su público, son nuestra modesta colaboración. Así estamos, así seguiremos, pase lo que pase y tope donde tope, fuertemente tomados de la mano y guiados por un mexicano excepcional, el Maestro Aquiles Córdova Morán.

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