Dije a mi mano: “arranca las ortigas
que junto de la fuente
aprisionan al mirto entre sus ligas”.
Y mi mano obediente,
de raíz fue arrancando las ortigas.
Dije a mis ojos: “cuando venga el sueño
a llamar esta noche aquí a mi puerta,
rechazad su beleño,
que si hoy quiero soñar lo haré despierta”.
Y en esa hermosa noche, en vez del sueño,
la luna entró por mi ventana abierta.
Dije a mi labio: “pajarillo inquieto,
que aprendiste ese nombre tan amado,
no lo repitas ya ni aun en secreto.”
Y el labio enmudeció. Y está callado.
Y así, de aquesta suerte,
como tan claro mi razón advierte
que al punto voy haciendo
todo lo que me place y voy queriendo,
dije a mi corazón: “¡olvida, olvida,
que libre de este amor ya quiero verte!”
Y entonces, ¡Ay!, mi corazón me dijo:
"vano será tu afán, vano y prolijo;
no pretendas luchar, serás vencida,
yo te domino a ti, yo soy el fuerte;
mientras vayas errante por la vida,
al yugo de ese amor irás uncida:
si quieres olvidar…¡dame la muerte!”