El Artículo 4 de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice: “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La Ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”. De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática en su censo 2020, en México existen 35, 219,141 viviendas (Inegi) con un promedio de 3.6 personas que habitan una vivienda, dando un total de 126 millones de mexicanos.
En su informe llamado: Medición Multidimensional de la Pobreza en México, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social del periodo (Coneval) 2018-2020, se informa que, “de acuerdo a los indicadores de carencia social, en el país existen 11.8 millones de mexicanos con carencia de calidad y espacios en sus viviendas”; para corroborar estos datos bastaría con darnos una vuelta por los pueblos y colonias populares y veremos que en las viviendas viven familias hacinadas con 8, 10, 15 miembros en una casa con dos cuartos. En uno de estos dos cuartos comparten dormitorio. También se informa que existen 22.7 millones de personas con carencias por acceso a los servicios básicos en la vivienda (Coneval), como agua potable, drenaje, electrificación y alumbrado público.
Si a esto le sumamos que “Actualmente se desconoce cuántas personas sin hogar hay y los datos más recientes de 2011, elaborados por la Cepal estimaron que en México había 14 millones de personas en esta condición” (milenio.com). Son personas que no tienen un pedazo de tierra o “dijeran por ahí”, un pedazo de patria. Esas personas viven de renta, viven con la suegra, viven de prestado o viven de arrimados, pues debido a su salario insuficiente no pueden comprar un lote y construir un patrimonio familiar digno, bien alumbrado, bien ventilado y con espacio suficiente para que se pueda desarrollar la familia.
Si viven así, no es porque quieran; los mexicanos somos trabajadores, nos levantamos temprano para ir a trabajar y regresamos tarde para llevar el “chivo a la casa”. Somos chambeadores. Lo que pasa es que el modelo económico que prevalece en México y en el mundo, está pensado para explotar a la clase trabajadora y beneficiarse de ese trabajo los grandes millonarios del país y del mundo. El gobierno de la república, quien de palabra dice preocuparse por el pueblo bueno y sabio, debería implementar programas de lotes y viviendas dignas, decorosas e integrales, que sean accesibles a las familias, y no programas habitacionales que prácticamente resultan impagables, como las del Fovissste e Infonavit. Pues hay millones de casas de interés social deshabitadas, debido a eso precisamente, a que son impagables. Y en consonancia con el modelo económico y a sus intereses políticos el gobierno de la 4T en el plan de egresos para el próximo año 2022 no está programando presupuesto suficiente para el mejoramientos a la vivienda, a la salud, a la educación, sino al contrario, está recortando el presupuesto a estos rubros. Y claro, le está dando prioridad en el presupuesto a sus obras “insignias”, como a la refinería en Dos Bocas, el tren maya y el aeropuerto de Santa Lucia, sin importarle ni tantito las condiciones en las que viven millones de familias en el país. La única manera de lograr una mejor distribución de la renta nacional es organizarnos y educarnos políticamente para que hombro con hombro luchemos por mejores condiciones de vida para todos todos los mexicanos y eso lo viene haciendo ya el Movimiento Antorchista Nacional desde hace 47 años. Pueblo organízate y lucha junto con nosotros.
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