La indolencia sorprendente. En verdad que sorprendente cómo, casi todas las áreas administrativas y políticas del gobierno del estado de Colima, - y seguramente que en muchos estados también -, han paralizado prácticamente casi todas sus funciones, sobre todo aquellas que tienen como su razón y objetivo fundamental, garantizar la gobernabilidad, es decir, la convivencia, la seguridad, la paz y la tranquilidad de sus gobernados, sobre todo de los colimenses más desprotegidos económicamente. En verdad que no recuerdo en mucho tiempo, tanta inmovilidad del gobierno, pero, sobre todo, tanta indolencia supina ante las verdaderas causas sociales de las desgracias que sufre el pueblo ante tragedias tales como la que sufrimos hoy, con la pandemia del Covid-19.
Dije ya en un trabajo similar a este, lo que hoy quiero repetir para despejar prejuicios sobre mi nueva opinión. Primeramente, dije, que, de la manera tan oportuna, de cómo el gobernador comenzó a enfrentar la contingencia de la pandemia - muy al contrario del gobierno federal -, nada tenía yo que decir, ¡muy bien por actuar a tiempo! Pero por otro lado también advertí, que las medidas anunciadas en la "Declaratoria de emergencia sanitaria", y otras más que se publicaron, me parecieron clasistas y antipopulares. Afirmé, y hoy lo sostengo, que quienes redactaron tal documento y las otras medidas, cometen el error y la injusticia, de tratar como iguales a los que siempre han sido diferente: No viven ni sufren igual, los ricos que los pobres; los que tienen empleo formal, que los informales o los que no lo tienen; los que tienen vivienda, que los que no la tienen; y los que tienen servicios como agua, drenaje, electrificación u otros servicios, que los que no los disfrutan. En fin, dije que el gobierno no ve en sus medidas, verdaderamente por los colimenses más pobres.
Ahora quiero decir, además, que el gobierno de Colima, con sus medidas de emergencia sanitaria contra el coronavirus, comete el gravísimo error de no ver la pandemia como un suceso fortuito y temporal. Los científicos y estudiosos del caso ya afirmaron algo que es harto fácil de saber, tal como ya lo demostró la historia de las pandemias anteriores: el coronavirus no acabará con la humanidad entera ni con sus males sociales endémicos. Por esta razón es aquí donde cabe la pregunta: ¿Y después del coronavirus qué? Es decir, ¿se sabe ya qué pasará con el desempleo, las muertes violentas, los secuestros, los feminicidios, las extorsiones, la falta de vivienda, de salud, de educación, de servicios, etcétera, etcétera? No olvidar que, atacar las consecuencias inmediatas, confundiéndolas con las verdaderas causas profundas, es un garrafal error que deja intacto siempre el problema de fondo. Por tanto, combatir el coronavirus sin atacar la pobreza, es tanto como combatir el dolor dejando intacto el cáncer que lo genera. Todo esto lo digo porque, parece ser que los primeros que se fueron a recluir a sus casas a piedra y lodos, abandonado casi todo, son los secretarios, sus funcionarios y su personal de apoyo; y digo que parece ser así, porque ahora, con honrosas excepciones, no se les encuentra por ningún lado ni por teléfono ni por mensaje. A ciencia cierta, no sabe uno qué pasará con las necesidades de la pobreza que ya se tenían planteadas mucho antes de la pandemia.
Creo lamentable y preocupante lo que ahora denuncio, porque es notorio que las autoridades parece que no ven - o no quieren ver -, con cuanta resistencia se están topando por parte de las familias de los más pobres, para que estos se sometan a las medidas de reclusión domiciliaria que les quieren imponer conforme a la emergencia sanitaria. No ven ellos lo que el pueblo sí ve, es decir, que la vida de miseria y abandono que llevan, seguirá existiendo mucho después de que pase la pandemia del coronavirus, y que, de seguro, serán mucho más pobres y miserables si hoy dejan de acarrear el pan y el sustento para sus hijos. ¿Qué hace falta para que entiendan esto los gobiernos?
A finales del año pasado, los integrantes el Movimiento Antorchista colimense, instalamos un plantón en las afueras de la residencia oficial del gobernador para pedir una audiencia con el licenciado José Ignacio Peralta. Audiencia y nada más, es lo que pedíamos sin ser escuchados. A principios del mes de marzo, por fin se nos prometió reunión con el gobernador para el día 24 pasado, pero nada de eso paso. Vino el coronavirus y acaparó toda la atención del gobierno. El gobernador se puso su chaleco de contingencias, su cubrebocas, gel antibacterial, y dicen que desde entonces se fue a la calle a combatir la pandemia. Y aquí estamos ahora, recluidos por el coronavirus, pero abandonados e ignorados.
Pero no es poca cosa lo que pedíamos los antorchistas al gobierno antes del coronavirus, aquí diré sólo lo más urgente: 1) El gobierno del estado recibió, desde el año 2018, ocho millones de pesos de la federación, gestionados por Antorcha para construir tres edificios: dos bachilleratos rurales y una casa de estudiantes; ya pasaron más de dos años de esto y las obras están inconclusas y abandonadas. ¿Dónde quedó el dinero?, ¿es culpa del coronavirus?; 2) El gobierno del estado a través de la Secretaría de Educación, suspendió desde agosto del año pasado, el salario de nueve maestros de artes y deportes, laboran estos como paraescolares en los bachilleratos rurales del estado; ni un peso se les dio desde entonces de salario a los maestros y ahora se les ignora. ¿Cómo enfrentar al coronavirus con semejante e injusto atropello del gobierno?
Suma y sigue. 3) El gobierno del estado, a través del Instituto de Suelo y vivienda INSUVI, se comprometió a tramitar y entregar 250 escrituras a igual número de vecinos de la colonia Tercera Sección de la Unidad Antorchista, en la capital del estado; INSUVI cobró desde hace siete años, 3 mil pesos a cada uno de los solicitantes por concepto de trámites y luego se desentendió. ¿Dónde quedó este dinero?; y 4) El gobierno del estado prometió, a través de INSUVI y de la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano SEIDUR, apoyar a 700 familias carentes de vivienda, los solicitantes adquirieron los predios necesarios para los proyectos y el Gobierno prometió la asesoría y el apoyo técnico. Todo está en el abandono. ¿Exigen cuarentena en sus viviendas, a los que no tienen vivienda? Que absurdo.
Finalmente creo, que el temor al coronavirus está acaparando la atención de todos, y por lo tanto, están desamparando la situación de todos los mexicanos más pobres frente a otros graves problemas, que no llegaron con la pandemia y que no se irán cuando termine la crisis sanitaria. Urge estar atentos a las medidas pertinentes, pero urge también no olvidar que cuando la pandemia pase, la pobreza y sus males seguirán. Debemos estar listos para salir a las calles para exigir atención y solución a nuestras necesidades. El coronavirus dice que ya no hay de otra.
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