En estos tiempos es común ver a los gobiernos de todos niveles trabajando de la mano con el empresariado local, nacional e incluso mundial; presumiendo una estrechísima relación de trabajo, casi abierto cogobierno con la iniciativa privada como llama eufemísticamente a los señores del dinero, pues señalan que sus inversiones representan el crecimiento económico del municipio, del estado o el país, porque se generan empleos, mejoran las finanzas públicas con el pago de impuestos y existe mayor derrama económica, que beneficiará a toda la sociedad, motivo más que suficiente de celebración.
Sin embargo, se oculta aspectos importantísimos, por ignorancia o mala fe, que igual resultan altamente perjudiciales para los intereses de los pobres pasarlos por alto. Por ejemplo, que en el sistema económico actual las empresas más que crear empleos de manera suficiente para la población, están interesadas en explotar intensivamente la de fuerza de trabajo, que por tanto contratan la cantidad mínimamente indispensable de fuerza de trabajo, de acuerdo al volumen de su capital invertido en medios de producción, para generar la mayor masa de plusvalía, es decir contrata el menor número de obreros posible, pero imponiéndoles jornadas de trabajo ampliadas con horas extras que el trabajador necesita para poder completar los gastos de la semana, lo cual le permite exprimirlos al máximo dejando siempre escandalosos, insultantes e irracionales márgenes de ganancia para los patrones, mientras el productor directo muere lentamente de insalubridad, hambre, desgaste y todos los males inherentes a la pobreza.
O sea que para que haya empleos suficientes, que son verdaderamente necesarios, no bastan nuevas empresas, se requiere de una política de gobierno diseñada expresamente para lograrlo, la cual brilla por su ausencia, pues como están las cosas ahora, son millones los desempleados que seguirán en las mismas. En cuanto al mejoramiento de la economía familiar, tampoco es que vayan a salir de pobres los que adquieran empleo pues se les pagará por salario, si acaso, el costo de su fuerza de trabajo, que se calcula con base en el coste de los medios de vida necesario para su reproducción, o sea que se les pagará una miseria como siempre. El resto de la sociedad, no verá ni un peso partido por la mitad.
Esto es así porque en el caso del capital extranjero, las ganancias que produce aquí el trabajador se las lleva para su país de origen. Los nacionales y locales es cierto que parte importante, cuando menos, se quedan en el país, pero no para beneficio de la sociedad sino de los dueños de éstos, que amasan grandes fortunas con el trabajo ajeno pues en cuanto al pago de impuestos, a ellos, el gobierno de la 4T, como los liberales, no los toca ni con el pétalo de una rosa, pues éstos no se pagan de manera progresiva como en otros países de modo que los de mayores posibilidades le paguen más al gobierno para el funcionamiento del aparato burocrático y el mantenimiento del Estado, sino que todos pagamos lo mismo, apostándole siempre a la ampliación de la base gravable; es decir, que cada vez más mexicanos paguemos impuestos, aunque sea por vender pepitas en un crucero o artículos por catálogo, con tal de que a los grandes ricos no se les moleste con el alza de impuestos.
Quienes ahora gobiernan dijeron que primero los pobres y repiten diariamente que se gobierna en beneficio del pueblo porque se da a unos cuantos previamente escogidos apoyos directos con tarjeta o despensas (mientras se les quitó el seguro popular, las guarderías, la obra social, etc., etc.), pero eso es sólo la pantalla, porque en el fondo a los que se les toma parecer, los reales colaboradores, los beneficiarios de los contratos multimillonarios y los “decididores” de las políticas del gobierno son los de siempre, los hombres del poder económico y político, es decir los dueños del dinero con los cuales se trabaja de la mano a todos los niveles, siendo ellos, aunque no se diga, los principales y reales beneficiarios de la política gubernamental.
Por eso es necesario preguntarse: ¿Y el pueblo cuándo? No hay duda, cuando el pueblo acceda al poder político. Entonces sí, todas las inversiones, privadas y públicas, serán en beneficio de toda la sociedad y no sólo de unos cuantos como hasta ahora.
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