“El poder del pueblo” es lo que significa la palabra democracia, una palabra de origen griego que fue acuñada por los atenienses para referirse a su forma de gobierno y aunque se dice que fue en Atenas donde nació, gracias a la antropología se han encontrado rastros de que desde antes había registro de esta forma de gobierno. Grupos de unos 50-100 individuos donde las decisiones se tomaban por consenso y muchas veces sin la designación de ningún jefe. A partir de ello, la democracia ha sido modificada y transformada a lo largo de los siglos, para unos es buena y para otros no es util.
La democracia ha estado sustentada en una determinada estructura económica o sistema de propiedad y a pesar de que desde el tiempo de la antigua Atenas alrededor del año 508 a. C ya se hablaba de un pueblo, este no era todo el colectivo.
Es importante saber que las personas que podían participar en la vida política en Atenas constituían en torno al 10 % de la población total; fuera quedaban mujeres, niños, extranjeros y esclavos.
Aunque la historia de la democracia es compleja y larga, tuvo un resurgimiento en los tiempos modernos. A partir del siglo XVII y XVIII, se empiezan a instaurar procesos democráticos en países como Estados Unidos, Suiza, Reino Unido, Canadá o Nueva Zelanda y ha estado vinculada económicamente al surgimiento y predominio del capitalismo moderno.
Pero finalmente, lo que ocurría en Atenas no ha tenido un cambio significativo, pues al final quien o quienes rigen las democracias en los diferentes países, son sólo las élites del poder, es decir sólo unos cuantos que tienen el poder económico y social.
En la actualidad y desde siempre, la democracia es sólo un espejismo con el que se engaña a las grandes masas para que estas puedan participar, opinar y decidir sobre temas específicos, pero volvemos al mismo punto: esa participación se reduce a quienes tienen el poder en sus manos.
Partiendo de esto, un ejemplo claro y reciente fue la elección a rector de la máxima casa de estudios en Coahuila, donde sólo había un candidato a la rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Se vivió un proceso común como todas y todos conocemos y vivimos: las campañas electorales, pero resulta muy ilógico que sólo habiendo un candidato, existiera dicho proselitismo.
Ahora bien, aquí entra un tema de la agenda política nacional entre dos partidos políticos que han hecho de nuestro país lo que han querido; me refiero al acuerdo entre el Partido Acción Nacional (PAN) y Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde el dirigente nacional de Acción Nacional publicó un documento con puestos públicos, territorios, direcciones y entre otros que se repartían estas fuerzas políticas, lo cual no es sorprendente, pero sí demasiado absurdo.
Todo este escándalo afectó directamente la campaña del ya ahora rector de la universidad, Octavio Pimentel, pues su cercanía con el gobierno priista de Coahuila dejaba en evidencia esta imposición del Gobierno estatal, al divulgarse que sí existían varios perfiles de candidatos a la rectoría y no sólo él, como se hizo creer en estas últimas semanas. Es decir, de alguna forma el escándalo cobró sentido con las acciones autoritarias de este gobierno.
Después de ver cómo se llevó a cabo el proceso electoral, y de que cientos de estudiantes exigieran elecciones nuevas, el candidato ganó. Vuelvo a decirlo: no sorprende, pues al final fue impuesto por la élite gubernamental.
En la actualidad y desde siempre, la democracia es sólo un espejismo con el que se engaña a las grandes masas para que estas puedan participar, pero esta participación se reduce a quienes tienen el poder.
Lo que resulta muy molesto en todo este caso es que el mismo poder político del estado trata de deslegitimar a los y las estudiantes que salieron a las calles a gritar y exigir la verdadera autonomía de esta casa de estudios. Es muy insultante que un gobierno que ahora encabeza alguien tan joven como Manolo Jiménez trate de quitarle valor a la fuerza de los estudiantes y justifiquen esta imposición culpando al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuando fue nula la participación de este partido “de izquierda”.
En los estudiantes está la verdadera democracia en nuestro país; la democracia está en el pueblo, no en los partidos políticos y mucho menos en las élites del poder.
El pueblo, los estudiantes, obreros son los que verdaderamente piden una democracia, que debe estar en manos de las grandes masas y no con sólo unos cuantos privilegiados, como en el caso del gobernador de Coahuila.
Finalmente, la Universidad Autónoma de Coahuila tiene un nuevo rector y es Octavio Pimentel, familiar cercano al secretario de Gobierno. Perfiles que siempre han estado involucrados en la gestión del poder económico y social y como en Atenas dejan fuera a estudiantes, obreros, trabajadores y demás; entonces ¿y la democracia?
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