MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

4T, incapaz de frenar la crisis alimenticia

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Es muy preocupante la situación que vivimos en nuestro país, en cuanto a economía, salud y, como cereza del pastel, en seguridad pública.

Cuando Morena y Andrés Manuel López Obrador estaba en campaña, no hubo día ni lugar donde no se les escuchará decir que su gobierno sería de los pobres, que priorizaría sus necesidades y demandas más apremiantes, que un gobierno distinto arribaría al poder y lo usaría en pro del pueblo. 

Pero de verdad, no es por mala fe, ni por tener algo en contra de Morena ni de López Obrador, sino que la realidad deja en evidencia que fueron bonitos y alentadores discursos, pues los pobres, hoy en día, somos más pobres y estamos menos amparados por los que ostentan el poder, es más, estamos no solo desamparados, sino amenazados de muerte por el mismo gobierno.

Y sí, aunque parezca trágico y exagerado, los pobres hoy estamos amenazados de muerte, pues en la situación actual hay grandes probabilidades de morir por tres causas, 1) por falta de una alimentación adecuada, 2) por desatención médica a algunas de las muchas enfermedades que podemos adquirir, o 3) a manos de los grupos delictivos que ya tienen bajo su poder al 40 por ciento del país. Pero es del punto uno, del que quiero hablarles.

Es impactante la rapidez con la que los productos básicos suben de precio. Hoy millones de mexicanos no pueden costear la canasta básica, o sea, los productos básicos que una familia requiere para subsistir, yo diría para sobrevivir, en un mes, considerando sus necesidades energéticas, proteicas, de carbohidratos y grasas. Y esto sucede por el fenómeno de la famosa inflación, que se define como el “aumento de forma general y sostenida, de los precios de los bienes y servicios en una economía, la cual genera una pérdida en el poder adquisitivo de una población, provocando efectos negativos en la economía y los habitantes de una nación”. https://enciclopediaeconomica.com/. Y uno de los efectos negativos directos es la mala alimentación forzada, que sin duda desencadena múltiples enfermedades. 

Por ejemplo, una familia de Manzanillo, Colima, con 5 hijos, en la que ambos padres y los 2 hijos mayores trabajan (en la informalidad de un tianguis), percibe un salario semanal aproximado y variable de 5,500 pesos, que al mes suma 22 mil pesos, si las ventas son buenas, pero si la canasta básica con los precios a la alza y solo para 4 personas, está cotizada en 11 mil 500 pesos, ellos que son 7 integrantes requerirán para alimentarse, de manera muy básica, $20 mil 125 pesos,  pero además de la alimentación deben pagar:  renta de la vivienda, luz, gas para cocinar, internet, gasolina (para transportar las mercancías que venden), agua potable, pasajes para ir a la escuela de los niños  más pequeños, colegiatura de preparatoria, materiales escolares  entre otros, gastos que ascienden en total a 15,540 pesos mensuales y que no son opcionales, hacen un total de 35mil 665 pesos. ¿De dónde sacaran los 13 mil 665 pesos que les faltan para cubrir todas sus necesidades?

Es evidente que ésta, como otras tantas familias, restaran ese recurso a su alimentación, es decir, que, aunque la OMS recomiende los productos necesarios para procurar nuestra salud, aunque sepamos que es mejor comer jitomate natural en lugar de pure procesado, está claro que es imposible hacerlo, pues el nivel de desempleo, los bajos salarios y los altos precios de dichos productos lo impedirán. ¿Qué tipo de alimentación tendrá esta familia si en lugar de invertir 20 mil 125 pesos, invierte solo 6mil 460 pesos, que significa solo el 32 por ciento de lo que debería ser? ¿Los productos que consuman, serán de buena calidad? ¿Estarán los niños de esa familia bien nutridos para enfrentar todas las enfermedades que hoy abundan? ¿Tendrán energías suficientes los padres e hijos trabajadores de esa familia para soportar las extenuantes jornadas de trabajo? ¿Cuál es el destino de este tipo de familia? ¿Qué calidad de vida les espera?

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a través de una encuesta, encontró que 8 de cada 10 familias mexicanas padece algún tipo de seguridad alimentaria. Son precisamente los alimentos que requerimos para nuestra dieta, los que están subiendo aceleradamente sus precios, como por ejemplo la tortilla, harina de trigo, leche, carne de cerdo, aceites, grasas, carne de pollo, huevo y frijol.

Con el aumento de precios, se aleja cada vez más la erradicación de hambre y sobre todo la posibilidad de tener un país bien alimentado que pueda desarrollarse óptimamente. Con estas condiciones muy seguramente, seguiremos encabezando las listas de enfermedades como la obesidad, que concluye infaliblemente en diabetes, hipertensión y más enfermedades cardiovasculares; debido a la pésima alimentación que estamos condenados a tener si las condiciones no cambian.

Pero nada de esto es casualidad, ni destino divino, sino las fatales consecuencias que debemos soportar por tener un gobierno incapaz de diseñar políticas públicas pensadas en el bien de las mayorías; insensible ante los problemas, sordo ante los gritos de auxilio que piden millones de familias que se encuentran en situación de pobreza extrema. Debemos admitir que nos equivocamos, que la decisión que tomamos al entregarle el poder a los nuevos, a los distintos, nos está llevando a crisis nunca vistas. Pero no hay poder eterno, la 4T tiene caducidad y sus malas acciones la están acelerando.

Nuestro país tiene condiciones naturales para ser un pueblo bien alimentado y sano, y no podemos permitir continuar así, urge cambiar de rumbo. Por las generaciones venideras, por nosotros, por nuestra patria, debemos luchar por tener un país más justo: con empleo para todos y con mejores salarios que nos permitan en primer lugar, la sana alimentación, elemental para la vida.

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