En los últimos años, sobre todo a partir del inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, el filósofo ruso Alexander Dugin ha cobrado una visibilidad que antes no tenía. De ser sólo un intelectual con ideas polémicas y algunos reflectores mediáticos, ahora Dugin es invitado a foros internacionales de alto nivel, como el Foro de la Multipolaridad, celebrado en Moscú el 26 de febrero, donde participaron representantes de 130 países y donde se codeó con personajes como Atilio Borón, Zhang Weiwei y María Zajárova. Incluso dentro de las corrientes comunistas la voz de Dugin ha venido creciendo, como lo prueba que la revista española El Viejo Topo publique sus escritos.
Todos están de acuerdo en que el multipolarismo es necesario, quizá donde haya menos entendimiento sea en cuáles son las características que debe tener ese nuevo orden mundial.
La causa del engrandecimiento de su figura e ideas es su fuerte defensa del mundo multipolar. El multipolarismo es una posición que agrupa a diferentes corrientes y precisamente ésta es una de las razones que explican su creciente consolidación como horizonte geopolítico. La única premisa que debe aceptar quien abrace la postura multipolar es el rechazo de la hegemonía estadounidense. Ahí se encuentran, entonces, todos los países que desean desarrollarse y cuyos esfuerzos se ven obstaculizados por el imperialismo estadounidense, como China; los países que sufren sanciones por defender su soberanía, como Cuba, Venezuela, Rusia, Irán; pero también corrientes políticas que ven la derrota del imperialismo estadounidense como un paso indispensable para la solución de los principales problemas del mundo, como el comunismo; entre otras corrientes. Todos están de acuerdo en que el multipolarismo es necesario, quizá donde haya menos entendimiento sea en cuáles son las características que debe tener ese nuevo orden mundial.
Dugin promueve el multipolarismo y en ese sentido comparte un objetivo político común con otros pensadores y políticos contrarios a la hegemonía estadounidense, pero ¿cómo debe ser el mundo multipolar según él? Para Dugin el desarrollo de la humanidad torció el camino “cuando comenzó la modernidad, cuando se abandonó a Dios, se deshumanizó a la humanidad y surgieron el ateísmo y el materialismo”. Esta es la base, dice, de las actuales élites occidentales globalistas y de su dominación sobre el mundo. Para salvar a la humanidad del descalabro civilizatorio al que se dirige es necesario “volver la vista hacia los tiempos premodernos como fuente de inspiración para la ciencia, la filosofía, la religión y la política”. Es necesario retomar los “valores tradicionales” y las “actitudes premodernas”.
Eso es lo que, según él, ha estado viviendo Rusia en los últimos años, sobre todo desde que inició la Operación Militar Especial. “Después de estar cien años dominada por Occidente [se refiere al comunismo de la URSS y al liberalismo de Yeltsin y de Putin hasta 2022] ahora Rusia está retomando sus raíces espirituales y culturales”. En Ucrania, donde algunos ven una guerra de supervivencia librada por Rusia, Dugin ve “una lucha de ángeles contra demonios” y defiende que “Rusia tiene una nueva misión”, la de “expulsar al demonio de la humanidad”.
Según Dugin, el mundo multipolar debe cimentarse sobre esos valores. Él identifica siete civilizaciones, las cuales darán origen a un mundo con siete polos de poder: Occidente, Rusia, China, India, el mundo islámico, América Latina y África. Para que este mundo multipolar se consolide debe terminar con la hegemonía occidental, aunque no necesariamente con la civilización occidental. Dugin señala que, si Occidente quiere sobrevivir como civilización, “debe retomar sus principios clásicos y retomar la fe cristiana, solo así Estados Unidos y Europa volverán a ser grandes”.
Para Dugin la modernidad es un callejón sin salida en el que equivocadamente entró la humanidad. No hay más camino por ahí. La única solución a los problemas actuales es la premodernidad. Por eso, para él la única clase “revolucionaria” en el panorama actual es la de los campesinos, porque son los únicos que todavía conservan valores tradicionales y no han sido engullidos por la modernidad.
En resumen, la lucha de Dugin no es contra el capitalismo, el socialismo, el liberalismo, el comunismo, el protestantismo o el globalismo, sino contra todos ellos juntos, contra la modernidad. Para ello plantea el retorno a unos valores tradicionales que no logra definir, con excepción de la idea de Dios. Pero este supuesto planteamiento filosófico es en realidad muy endeble. Dugin dice que Rusia se apartó de su camino hace un siglo, o sea con el triunfo de la revolución bolchevique, porque cayó en el camino de la modernidad. ¿Quiere decir esto que con Nicolás II y los zares anteriores no había modernidad en Rusia? Lenin escribió todo un libro, y muchos otros materiales de menor extensión, para demostrar que en Rusia el capitalismo ya se había convertido en el modo de producción predominante desde el siglo XIX. ¿Pedro el Grande y Catalina II no fueron monarcas con una gran influencia de Europa central, bebiendo de esa modernidad ya desde los siglos XVII y XVIII? ¿Y cuáles son esos valores premodernos que enarbola Dugin? ¿Las relaciones feudales de la Edad Media? ¿El oscurantismo religioso que negaba al ser humano la capacidad de conocer la realidad, puesto que solo Dios es capaz de ello? Detrás de esa supuesta anti modernidad se esconde la nostalgia de un pasado zarista, teocrático y antipopular.
El comunismo lucha por resolver las contradicciones del capitalismo en una superación económica-social que libere a la humanidad de sus ataduras. Dugin plantea resolver los problemas del “globalismo anti humano” regresando a una época pasada donde las masas populares no tenían participación política, donde había monarcas plenipotenciarios, y donde el ser humano, por definición teológica, no podía conocer la realidad.
¿Un pensador así puede ser un aliado en la lucha por un mundo multipolar? Puede, en la medida que, al igual que los comunistas, trabaja por el fin del imperialismo estadounidense. Pero esta debe ser solo una alianza táctica puntual. La postura ultra reaccionaria de Dugin y la revolucionaria de los comunistas se tocan en ese problema específico, pero nada más. En todos los demás problemas de la realidad nuestras posiciones no son solo diferentes, sino antagónicas. Conviene tenerlo en cuenta.
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