Está a punto de concluir el 2024 y, como cada fin de año, renovamos las ilusiones con la esperanza de que las cosas cambien porque comenzaremos un nuevo ciclo, el cual creemos que vendrá lleno de cosas positivas gracias a los propósitos y metas que por esta época casi todos nos planteamos.
Todos creemos que basta el esfuerzo personal para cumplir con las metas propuestas, que con disciplina y esfuerzo lograremos cambiar las circunstancias económicas y sociales en las que nos desenvolvemos, y que con ello accederemos a una vida mejor, con mayor calidad, la cual nos llevará a alcanzar la felicidad a la que todo ser humano aspira.
La situación para todos los mexicanos es bastante difícil y desesperante porque no hay empleos para todos y los que hay ofrecen sueldos bastante chiquitos; además, en gran parte del país vivimos con miedo porque se ha disparado la inseguridad y violencia
Nadie niega que la fuerza de voluntad y la disciplina son factores que ayudan al hombre y a la mujer, a alcanzar sus metas personales como: cursar y terminar una carrera universitaria o técnica, cocinar y alimentarse saludablemente, ir todos los días al gimnasio, iniciar un negocio, leer un libro al mes, dominar la técnica del deporte o de la actividad artística que más le agrade, etc. Pensemos en lo que más nos guste y ciertamente podremos lograrlo si tenemos un objetivo claro y disciplinadamente emprendemos las acciones necesarias para lograrlo y, muy importante, no dejamos que nuestra fuerza de voluntad nos traicione, como a muchos nos ha ocurrido, y tanto que hasta hemos normalizado la situación y nos reímos de ella aunque estemos totalmente conscientes de que abandonamos los propósitos que nos hicimos y, por tanto, volvemos a renovar las promesas que iniciaremos a cumplir, nos decimos, con el inicio de un nuevo ciclo que iniciará luego de que transcurran los 365 días que darán fin al “año malo”.
Es cierto que muchos cumplen lo prometido y tienen relativo éxito, aunque en muchos casos desaparece a la vuelta del tiempo y lamentablemente vuelven a la situación que tenían anteriormente.
Pero más allá de eso, hay millones de mexicanos que no pueden cumplir con esas expectativas porque su situación de trabajo no se los permite: en México, hay más de 60 millones de mexicanos que son obreros y aunque perciben diferentes salarios, según su cualificación, muchos de ellos sólo obtienen un salario mínimo (que para 2025 en todo el país será de 278.80 pesos diarios; o sea, 8 mil 642 pesos con 80 centavos mensualmente y de 419 pesos con 88 centavos diariamente en la zona de la frontera norte, es decir, 12 mil 596 pesos con 40 centavos).
Esos salarios que semanalmente se convierten en 2 mil 160 pesos con 70 centavos y en 3 mil 149 pesos con 10 centavos, respectivamente, los trabajadores los obtienen gracias a que diariamente dejan toda su energía, sudor, inteligencia y destreza en las largas y demandantes horas de trabajo que les pagan tan raquíticamente.
¿Ustedes creen que un obrero que trabaja 8, 10 o hasta 12 horas estará en condiciones de cumplir con los propósitos de año nuevo arriba mencionados? Me parece que no, porque lo único que desean al llegar a su casa es comer algo para saciar el hambre, descansar viendo los programas de televisión y dormir para recuperar fuerzas para salir a trabajar al siguiente día.
Si eso sucede con aquellos trabajadores, quienes, aunque sea con raquíticos salarios, están empleados en una fábrica o empresa, ¿qué pasa con las miles o millones de personas que tienen que sobrevivir de sus ventas en el comercio informal? Ellos no saben si con las ventas del día les alcanzará para llevar comida a sus casas, independientemente de la calidad, o si les alcanzará para los juguetes del 6 de enero o, para acabar pronto, para la cena de la nochebuena o la del año nuevo. Y si no saben cómo solventarán dichos gastos, ¿ustedes creen que están preocupados por la dieta, leer un libro o cursar una carrera técnica o universitaria? No, no pueden enfocarse en eso, sino en las necesidades más elementales y urgentes de sus seres queridos.
Pero independientemente de los deseos de fin de año, la situación para todos los mexicanos es bastante difícil y desesperante porque: no hay empleos para todos y los que hay ofrecen sueldos bastante chiquitos; además, en gran parte del país vivimos con miedo porque se ha disparado la inseguridad y violencia. Por ello, después de las seis de la tarde, muchos mexicanos ya no salen de sus casas.
Dichos temas se han convertido en un desafío para el gobierno de la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien tal vez hará su mejor esfuerzo para abatir dichos problemas, pero que seguramente no podrá hacer mucho porque esos problemas no los puede solucionar una sola persona y su gabinete, por muchas maestrías y doctorados que tengan.
Comparto los pensamientos que desde hace 50 años ha expresado el Movimiento Antorchista Nacional: esos problemas sólo los podrá solucionar una gran masa de mexicanos organizada, quienes deben construir un instrumento político-electoral, un partido político, que verdaderamente los represente, que lleve a la mayoría de trabajadores mexicanos a conquistar el poder político del país para desde ahí emprender las acciones y estrategias que den empleo a todos los mexicanos, con salarios bien remunerados y que acabe con la inseguridad y la violencia que obstaculiza la construcción de un país próspero y de progreso.
De cualquier manera, desde este espacio felicito a todos mis lectores por haber llegado al fin de este año, por demás accidentado y complicado. Y, como todos ustedes, no me resisto a expresar mi más sentido anhelo: que, en 2025, los mexicanos nos dedicamos a unirnos, a organizarnos y luchemos juntos por alcanzar un mejor país. ¡Salud!
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