Durante toda la historia de la humanidad se ha buscado que el ser humano se vuelva cada vez más libre a través de la obtención de sus derechos básicos. Así fue como los grandes pensadores y humanistas impulsaron lo que conocemos como derechos humanos universales, que defienden las libertades elementales, además de los derechos a la vida y a la igualdad ante la ley.
Tiempo después los teóricos se dieron cuenta de las limitaciones y comenzaron a impulsar lo que llamaron derechos civiles y políticos, es decir, nuestro "derecho" a decidir el tipo de gobierno y gobernantes que queremos y la posibilidad de involucrarnos como sociedad en los asuntos públicos, entre otras cosas.
Pero hasta hace poco, casi nadie se había encargado de impulsar los derechos sociales, que son en resumen, nuestro derecho a una vida digna, es decir, vivienda digna con agua potable, drenaje, luz eléctrica, empleo buen salario, salud, educación, deporte, cultura, etc.
Es cierto, algo se ha hecho para que se respete el derecho a la vida y también algo se ha hecho, con todos su "asegúnes", para respetar el derecho al voto. Pero, ¿qué se está haciendo para impulsar los derechos sociales? Prácticamente nada, la pobreza lacerante que viven de miles de millones de personas en todo el mundo así lo demuestran.
¿Y México escapa a la enfermedad de la pobreza? No en absoluto. Datos de un investigador del IPN arrojan que más de 90 millones de compatriotas padecen algún tipo de pobreza (alimentaria, patrimonial, multidimensional, extrema, etc.). Es decir, el modelo económico y la clase política que tenemos está demostrando sus magros resultados para generar bienestar para las grandes mayorías y hacer de este país un próspero y de primer mundo.
Y ante todo eso, ¿qué hace Antorcha? Organizar de manera masiva a la ciudadanía para que aprenda a luchar por la obtención de sus propios derechos. Pero las metas no pueden limitarse a eso, sino que ahí en donde es posible, Antorcha también se propone de manera seria y congruente la disputa del poder político.
¿Cambiar a unos para poner a otros iguales o peores? Para nada. Antorcha le ha demostrado a propios y extraños que con trabajo, constancia y honradez se pueden hacer grandes cambios, pues ahí donde gobierna un antorchista las transformaciones de municipios enteros están a la vista de todos.
Es por eso que sí, podemos afirmar fuerte y claro que, Antorcha sí sabe gobernar. Y para muestras unos cuantos botones: Tecomatlán y Huitzilan de Serdán en Puebla o Chimalhuacán e Ixtapaluca en el Estado de México. Lo cual también demuestra que un México más justo para todos es posible y necesario.
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