“Las organizaciones sociales son agentes de cambio capaces de crear soluciones sostenibles y dar respuesta a las necesidades de las poblaciones vulnerables de un país. En México se han consolidado como actores fundamentales que cumplen con un papel clave dentro de los procesos de cohesión social, la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia”.
“Estas organizaciones sociales contribuyen a mejorar las condiciones de vida de los grupos en pobreza y vulnerabilidad, al construir e implementar proyectos capaces de tener un impacto positivo en las personas y sus comunidades. Así, participan activamente en la atención de las demandas sociales y coadyuvan en la configuración de un modelo de desarrollo con inclusión social a nivel local, estatal, nacional y regional”.
Las anteriores citas, tomadas del artículo Organizaciones sociales: las grandes aliadas de la política social y la juventud, escrito por Alexandro Méndez, el 18 de marzo de 2022, contrastan con la línea de acción sobre la política social del actual Gobierno federal de México, ya que, como seguramente recordaran, desde su gira por el país en agradecimiento por la confianza y el voto popular a su favor, el presidente, Andrés Manuel López Obrador dio a conocer el eje sobre el que caminaría su estrategia del combate a la corrupción: “eliminar de tajo a todas las organizaciones que, fingiendo defender los intereses del pueblo pobre, exigen recibir, administrar y repartir los recursos destinados a atender las necesidades más urgentes de ese mismo pueblo con el único propósito de quedarse con la mayoría del dinero; “moches”, “piquete de ojos” les llamó, mientras a los verdaderos necesitados solo les entregan migajas”. “Viven de los moches”, dijo entonces.
Desde el inicio de su administración, y en todos los escenarios que ha pisado, López Obradro ha repetido, una y otra vez, que su gobierno no entregará recursos a organizaciones intermediarias, que eso se acabó y que no va a permitir ninguna clase de intermediarios; “nada de que dame tanto porque soy de la organización fulana, del zapatismo o de la antorcha mundial”, expresó en referencia al Movimiento Antorchista.
Han pasado tres años y hasta el momento, él no ha presentado un estudio serio y documentado de las organizaciones que su gobierno desaparecería. Hoy, a mitad de la presente administración, un importante número de personas sigue creyendo que él tenía razón, ya que numerosas organizaciones que existían antes de 2018, en la actualidad han desaparecido del panorama político.
Según el propio presidente, en el gobierno de la Cuarta Transformación las ayudas sociales se entregan directamente a los beneficiarios de los diferentes programas sociales, sin embargo, la realidad se ha encargado de demostrar que esta es una farsa más de su gobierno porque esa entrega directa de los recursos de los programas sociales está a cargo de militantes y simpatizantes del presidente y de Morena, disfrazados de servidores de la nación, quienes se hacen presente en todos y cada uno de los eventos en los que se entregan los programas sociales con la encomienda de recordarle a los beneficiarios que dicho apoyo lo reciben gracias a López Obrador. Así, el combate a los intermediarios y a los moches ha devenido en una simple y desvergonzada maniobra clientelar y electorera, tal como sucedía en los gobiernos anteriores.
En su reciente visita al estado de Chiapas, el pasado 11 de marzo del presente, López Obrador una vez más se lanzó en contra del Movimiento Antorchista Nacional (MAN) tras afirmar que recibía 10 mil millones de pesos anuales de la antigua Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Sin recato alguno, el jueves 17 de marzo –en esa ocasión desde Palacio Nacional- por enésima vez volvió a atacar al antorchismo y aseguró sin probar ninguno de sus dichos que el MAN había recibido no 10 mil, sino 20 mil millones de pesos.
No es la primera vez que el presidente descarga su furia en contra del Movimiento Antorchista, ni tampoco somos a los únicos que ataca, todos sabemos que fiel a su estilo, el presidente ataca a quien considera su enemigo político o a quien no está de acuerdo con él. O estás conmigo o estás contra mí, ese el estilo de López Obrador.
De nuestra parte, en voz de los principales líderes y del propio Secretario General de nuestra organización, Aquiles Córdoba Morán, una y otra vez, hemos demostrado al presidente que Antorcha nunca ha sido intermediaria de los programas sociales ni de la entrega de los programas de transferencia de dinero a sus beneficiarios, ni los anteriores gobiernos y mucho menos el actual, nos ha podido probar que sea así, entre otras cosas, por la sencilla razón de que dichos recursos entregados por sus mismos funcionaros, se convierten en votos en las siguientes elecciones, de tal manera que ese dinero que se entrega vía programa asistencial es un voto en el futuro desde el punto de vista electoral. Así actuaban los gobiernos anteriores con todos los programas asistenciales que había y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador hace lo mismo, aunque solo haya cambiado el nombre a los programas.
Desde el inicio de la actual administración, a través de la llamada Unidad de Inteligencia Financiera, que dirigía Santiago Nieto, el presidente ha atacado a Antorcha llamándola intermediaria; ha investigado a varios líderes antorchistas, ha bloqueado sus cuentas y los ha culpado en los medios, pero nunca ha podido probar absolutamente nada. El actual gobierno, con toda la inteligencia del Estado no ha podido probar la culpabilidad de Antorcha.
Pero los daños ocasionados por la aplicación de la política económica del gobierno de la 4T no acaban aquí. El ataque del presidente en contra de la organización popular y las organizaciones sociales ha dejado a las clases más humildes en la más absoluta impotencia para ejercer sus derechos de organización, petición y protesta pública y para exigir la atención de sus legítimos reclamos.
Ahora, quieran o no, deben atenerse a lo que decidan los funcionarios y esperar pacientemente a que estos se acuerden algún día de hacerles justicia. El progreso de pueblos y colonias marginados, urbanos y rurales está totalmente paralizado.
A pesar de todo lo anterior, los antorchistas seguimos intactos y nuestra labor de educación y organización, en el seno de las masas, continúa sin interrupción, salvo las que nos ha impuesto la pandemia. Con hechos le hemos demostrado a López Obrador que nosotros no vivíamos ni vivimos de moches ni de estafar al pueblo humilde, como él asegura sin pruebas.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario