Los jefes estadounidenses y británicos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el agrupamiento imperialista armado más poderoso durante la segunda mitad del siglo XX y protagonista de innumerables invasiones a países desvalidos, han arreciado las maniobras mediáticas y militares que buscan una derrota de Rusia y otros países que apoyan un mundo multipolar, con lo que se incrementa el riesgo de un conflicto militar de alcance mundial, o sea, una Tercera Guerra Mundial.
Al cumplirse dos años y medio desde que Rusia inició en Ucrania una operación militar especial, en respuesta a las agresivas acciones de la OTAN para convertir a este país en base de operaciones militares para cercar y eventualmente agredir militarmente a Rusia y así agenciarse sus cuantiosos recursos naturales, abundan los datos sobre la superioridad militar rusa que se ha impuesto al ejército de Ucrania, que es apoyado por la OTAN con dinero, armas, asesores y mercenarios, cuyos costos serán pagados por el pueblo ucraniano. A pesar de eso, la OTAN no está dispuesta a retirarse o aceptar una salida negociada a corto plazo, que garantice que el territorio ucraniano no se usará para agredir a Rusia.
El 11 de septiembre de este año estuvieron en Kiev los responsables de la política exterior estadunidense, Antony Blinken, y británica, David Lammy, quienes recibieron de Volodimir Zelensky (quien sigue desempeñándose como presidente de Ucrania a pesar de que su mandato terminó en mayo de este año, sin que los “defensores” de la democracia planetaria hayan levantado una grita por el arbitrario alargamiento del mandato) la petición de que los amos de la OTAN permitieran usar contra Rusia poderosas armas de largo alcance.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, calificó la citada reunión como una “escenificación”, una escena teatral, y dijo: “No tenemos duda de que hace tiempo se tomó la decisión de levantar las restricciones al uso de armamento de largo alcance para atacar territorio ruso. Ahora sólo buscan la manera, digamos, más bonita y elegante, menos indecorosa de hacerlo público”. Un conocido medio de comunicación británico, para nada afín a Rusia, ha confirmado que desde hace meses Estados Unidos ha iniciado el envío a Ucrania de armamento capaz de alcanzar objetivos a 300 kilómetros de distancia: “Ucrania ha empezado a usar misiles balísticos de más largo alcance contra Rusia que fueron suministrados secretamente por Washington, según confirmaron las autoridades en Estados Unidos. Las armas fueron enviadas como parte de un paquete de asistencia previo de EE.UU. y llegaron este mes. Los funcionarios señalaron que la entrega no fue anunciada públicamente para preservar la “seguridad operacional” de Ucrania”. (bbc.com, 25 de abril de 2024).
Como es lógico, la autorización oficial, o de hecho, de la OTAN para que desde Ucrania empiecen a ser lanzados misiles balísticos de largo alcance y con gran potencia explosiva hacia las ciudades rusas desataría de inmediato una respuesta de Rusia. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, respondió enérgicamente: “si Occidente autoriza a Ucrania a emplear su armamento de largo alcance contra el territorio de Rusia querrá decir que los países de la OTAN, Estados Unidos y sus aliados europeos, participan de modo directo en la guerra de Ucrania (…) Sería su participación directa y esto, por supuesto, supondría un cambio drástico de la esencia misma, de la naturaleza del conflicto (…) significaría que la OTAN, Estados Unidos y sus aliados están en guerra con Rusia. Y si eso es así, nosotros vamos a adoptar las correspondientes decisiones, a partir de las amenazas que se creen contra nosotros”.
Aunque el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, y el primer ministro británico, Keir Starmer, se reunieron ayer viernes y dijeron que no han autorizado a Ucrania a usar misiles de largo alcance en territorio ruso, lo cierto es que ese armamento ya se encuentra en Ucrania, listo para usarse, y no hay que descartar que, como dijo Lavrov, sólo estén buscando el momento más adecuado y la forma menos indecorosa de hacer pública la autorización de usarse contra Rusia, que una vez atacada y viéndose en peligro de ser destruida e invadida, se defendería lanzando sus proyectiles, incluidos los hipersónicos, capaces de alcanzar objetivos ubicados a miles de kilómetros, contra Ucrania o cualquier país de la OTAN, incluído Estados Unidos, país en el que jamás ha caído una bomba.
“La escalada del militarismo estadounidense se ve impulsada forzosamente por la crisis cada vez más profunda y prolongada de la hegemonía económica mundial de Estados Unidos… garantizar la hegemonía mundial por cualquier medio necesario es una cuestión desesperada y existencial para el imperialismo estadounidense, y Washington hará lo que sea”, escribió André Damon en el portal wsws.org. "Biden y Kamala comenzarán una guerra mundial este fin de semana y permitirán ataques en lo profundo del territorio ruso", dijo en X el blogero estadounidense Wall Street Silver, y el multimillonario Elon Musk dejó su comentario sobre esta profecía: "Tengo un mal presentimiento sobre esto”.
Ojalá que no se concreten esos presagios. Los que apoyamos y luchamos por un mundo multipolar, sin pobreza y sin guerras, vemos en la posición de Vladimir Putin, su pueblo y su ejército el único antídoto capaz de disuadir a corto plazo a los guerreristas de la OTAN de iniciar una operación militar que podría representar el inicio de la Tercera Guerra Mundial y el fin de la especie humana.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario