Ayer fue el día del regreso de Donald Trump al poder en el país vecino, Estados Unidos, y es un acto histórico y de gran preocupación, pues sus discursos de odio pueden llegar a concretarse y esto desataría una crisis en la paz mundial.
La postura dura contra la inmigración fue uno de los pilares de la campaña de Trump y ahora amenaza con convertirse en la mayor deportación masiva de la historia.
Y no es para menos estar atentos a lo que vaya a pasar en adelante en este país que ha querido vender la idea de que es el pacificador del mundo, el libertador, el que lleva paz a los países en una “dictadura”, una mentira que a estas alturas ya nadie cree.
Por donde pasa la mano “pacífica” de Estados Unidos deja destrucción, hambre y miseria. Nosotros, los mexicanos y vecinos de este monstruo imperialista, no queremos eso para nuestro pueblo ni para nadie en el planeta.
Como ya se sabía, este personaje asumiría el poder con la intención de ejercer el control desde el primer día a través de decenas de decretos. El republicano ha adelantado en su discurso de investidura que declarará la emergencia nacional en la frontera con México y a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras, además de deportaciones masivas y movilizaciones de contingentes militares para repeler la “invasión” de migrantes.
Dijo, en un discurso amenazante, ser el fin del declive, manifestó que enterrará el Green New Deal, el pacto para promover las energías limpias, y cargará contra las políticas de la comunidad LGBT. Al respecto, mencionó que su gobierno sólo reconocerá dos géneros: hombres y mujeres.
El regreso del magnate a la Casa Blanca está marcado por promesas de venganza política, rechazo al cambio climático y una agenda exterior que mezcla nuevas ansias imperialistas y aislacionismo.
Trump ha anunciado el inicio de una “era dorada” con el arranque de su segundo mandato. Estados Unidos “va a volver a ser respetado en todo el mundo”, ha declarado. El mandatario asegura que quiere poner al país “en primer lugar” y que sea “más grande, más fuerte y mucho más excepcional”.
Estas son declaraciones temerarias hacia varios países que no se han querido alinear con la política imperialista de Estados Unidos. Lo que sí preocupa es la postura de nuestro gobierno, en especial desde que gobierna Morena, donde en campaña se asumían como un feroz opositor a las declaraciones y acciones de Donald Trump, pero que en los hechos hacen lo que este magnate ordena.
Andamos mal, muy mal. La presidenta con “A” se contradice en sus heredadas mañaneras, trata de vender la idea de que con la llegada de este magnate no pasará nada, sin embargo, la realidad es muy distinta.
En cuestión de migración, el discurso y las acciones que plantea el nuevo presidente no han cambiado; es más, se han tornado más amenazantes contra quienes buscan llegar a ese país y vivir el “sueño americano”. Afirmó que restaurará la política “Quédate en México”, un programa polémico que implementó en su primer gobierno.
La política, cuyo nombre oficial era “Protocolos de Protección a Migrantes”, establecía que los solicitantes de asilo debían permanecer en nuestro país mientras se procesaban sus casos en cortes migratorias estadounidenses.
La postura dura contra la inmigración fue uno de los pilares de su campaña, un mensaje que se extendió por todo el mundo. Trump ha culpado a los inmigrantes de muchos problemas de Estados Unidos, como la delincuencia y el aumento del costo de la vivienda, y ha prometido llevar a cabo la mayor campaña de deportación masiva de la historia del país.
Otro de los temas que ha generado gran polémica es lo referente a la aplicación de aranceles de hasta el 25 % a México y Canadá el 1 de febrero, reiterando su afirmación de que los dos vecinos inmediatos de Estados Unidos están permitiendo el flujo de migrantes y drogas hacia el país.
Los planes de Trump de imponer aranceles a dos vecinos vitales para las importaciones de energía y automóviles de Estados Unidos amenazan con provocar una guerra comercial entre los signatarios del T-MEC, negociado por insistencia de Trump durante su primer mandato y que será revisado en 2026.
En definitiva, el regreso del magnate a la Presidencia de Estados Unidos amenaza la paz y la soberanía nacional, y ante ello, ante su discurso de odio hacia México y su población, el gobierno federal se limita a pedir calma a la población. Claramente no se tiene una estrategia política, pues todos sabemos que nuestra dependencia económica con ese país es muy alta.
Hoy la realidad nos exige como nación mirar otras economías, ya no ser el patio trasero de Estados Unidos. México tiene que acercarse al bloque que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics), generar nuevos lazos de comercio, y la población en general debe estar atenta, organizarse y formar una verdadera muralla consciente ante las ambiciones de Trump.
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