Toda administración de gobierno, cuando empieza su gestión en un municipio, estado o país, siempre habla de cambios, ninguno sin excepción se escapa para decir, hasta la saciedad, que realizará los cambios que se tengan que hacer con la finalidad de que la vida de sus gobernados y del país cambien radicalmente.
Todos hacen cambios, y algunos de manera muy radical, el problema se complica cuando esos cambios solo son circulares y no espirales, es decir, que estos cambios se hacen solo obedeciendo a ciertos intereses, ya sea de lugares o de funciones y, claro, de personas, pero aquí no se trata de poner a uno en lugar de otro, aquí se trata de cambiar la calidad de la función y de la persona para realizar una determinada función.
Un personaje corrupto, por ejemplo, así lo cambien 100 veces de lugar, seguirá siendo corrupto dondequiera que esté, porque no está cambiando su calidad de ser humano y de funcionario público, y posiblemente ni su moral tampoco, y al no cambiar esto seguiremos en el mismo circulo vicioso.
Este tipo de cambios son más dañinos que benéficos, porque aquí los cambios solo se hacen de manera circular y no de manera espiral; esto sigue sucediendo con la administración morenista que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Esto quiere decir que no hay cambios reales, los morenistas no pueden cambiar lo que ya está putrefacto dentro de ellos como personas y como agrupación política, se requiere de un hombre nuevo integralmente, y este tipo de hombre hay que forjarlo a cincel y martillo y no solamente bajo las aulas, porque de estos últimos ya hay bastantes; he ahí el problema que enfrenta López Obrador, empezando por él mismo.
AMLO pensó que solo bastaba con ser honesto, si es que lo es, porque ha demostrado que tampoco lo es, todos los demás lo serian también, ser honesto para que los demás lo sean es una concepción tan pobre y carente de fundamento científico; por lo tanto, hablar de cambios implica cambiar radicalmente primero al ser humano inyectándole una educación integral y bien pensada para el futuro y bienestar de todos, pero no como lo está intentando hoy que solo quieren hacer cambios educativos pensando solo en su vanidad, su egoísmo y en todo lo putrefacto del ser humano actual. Esto no sirve, no ayuda, por eso insisto en que estos cambios son circulares y no espirales y no saldremos de ahí mientras no se cambie la concepción del mundo desde el punto de vista filosófico y científico.
Los cambios deben ser espirales, esto quiere decir que tienen que subir de calidad, bien pensados para saber hacia dónde vamos y a donde queremos llegar con estos cambios y no le causen además tanto dolor al pueblo, pero con López Obrador sucede todo lo contrario, porque empezar por quitar todos los programas sociales y seguir agudizando con esto la pobreza del pueblo, no es hacer cambios para bien, sino para hacer sufrir más al pueblo y ante esto los pueblos siempre tienden a reaccionar, a veces de manera violenta, porque es la forma de defender muchas veces sus derechos como seres humanos.
Por eso no tiene razón López Obrador cuando habla de cambios porque de acuerdo con sus resultados, sigue perdido en ese círculo vicioso, sigue utilizando a los mismos personajes que en otros tiempos han servido al sistema de corte neoliberal; así nunca habrá un cambio verdadero.
Los cambios, como he estado mencionando, se forjan de raíz, a cincel y martillo y no con intelectuales que piensan que lo saben todo cuando no saben nada de sufrimientos ni de lucha popular; tenemos que crear una nueva sociedad, tenemos que reorganizar la sociedad existente y esto se logra cambiando primero a los seres humanos de manera de pensar y de actuar, cambiando sus viejas ideas por otras nuevas, ¿Quién está dispuesto a realizar esta hazaña?, que se anote para que juntos la realicemos como un verdadero pueblo unificado, quien no esté dispuesto a esto, vivirá eternamente soñando que es posible hacerlo pero sin hacerlo realidad.
Cambiemos nosotros y estaremos dando un paso para cambiar al mundo, porque un presidente, un político corriente, no lo va a lograr y no lo logrará porque no sabe por dónde empezar, y el ejemplo lo tenemos hoy en el presidente de la república, sigue dando tumbos porque no sabe cómo sacar al país de la pobreza y del atraso en que se encuentra.
Regalando dinero, como lo hace desde que inició su administración, no es la salida y él lo sabe, pero su finalidad no es esa, su finalidad es mantenerse en el poder engañando al pueblo como muchos otros lo han hecho y lo hacen así porque son hijos del modo de producción capitalista, y aquí lo que importa es la ganancia económica y política, pero no los verdaderos cambios para el progreso del país.
Ahí están los hechos, ¿debemos seguir dudando?, forjemos la verdadera unidad de pensamiento y acción y así lograremos los cambios que muchos gobernantes no han logrado hacer por el simple hecho de que esa no es su finalidad.
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