Llegó a la mitad de su mandato el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Su discurso y arengas en la plancha del Zócalo el pasado miércoles 1 de diciembre, como se esperaba, habla de un país que no es el país en que vivimos millones de mexicanos que se ganan la vida con el sudor de su frente; sino el que autócrata, en su fantasía, cree vivir. Pues el México con crisis económica, con desempleo, con miles de muertos por Covid-19, con inseguridad; es el México real, el que vive el mexicano de a pie. Hay varios indicadores en el terreno económico que contradicen, el discurso triunfalista del mandatario, como lo son un Producto Interno Bruto (PIB) a la baja, un alto índice inflacionario, incremento en los precios de combustibles, una alta tasa de desempleo, y, por último, un aumento al salario mínimo que es borrado por el alza de productos en la canasta básica.
En esta colaboración me quiero referir a esto último, es decir, al aumento de precios en los productos de consumo más elemental de la inmensa mayoría de las familias, el alimento, principalmente. Este incremento es el que golpea más directamente a la población humilde, repercutiendo indudablemente en su nivel de vida. Desde el momento en que el ama de casa va de compras a la tienda o al mercado, inmediatamente se percata que, de un día a otro, los precios de: la leche, el huevo, la verdura, la tortilla, el aceite, etc., se incrementan, y que con el recurso económico limitado de que dispone, le será difícil sortear el sostenimiento de su familia en la semana respectiva; lo más seguro es que tendrá que ver la forma de allegarse recursos extras o pasar hambre y carencias.
Según el estudio comparativo de la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) de noviembre del 2018 (fecha en que asume la presidencia AMLO), al 15 de noviembre del 2021, los precios de los productos de la canasta básica se incrementaron entre un 28 hasta el 77%. Solo a manera de ejemplo: El huevo pasó de 26.34 a 35 pesos el kilo, lo que significa un incremento del 32.8%; el kilo de Bistec de 140 a 180 pesos, un 28.57%; aceite 1-2-3 de litro de 26.20 a 42.07 pesos, un 60.57%. Para agravar la situación está el alza en el gas LP, que no sólo es usado en la cocina de las familias, sino que es uno de los insumos en tortillerías, panaderías, etc., un tanque de 30 kg pasó de 655 a 789 pesos, que es un 20.4%. La lista es larga, pero con estos ejemplos nos damos cuenta que, en estos tres años de gobierno de la 4T, las familias mexicanas han sido lastimadas en sus bolsillos.
En lo que respecta al salario, la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) anunció que el salario mínimo general pasará de 141.70 a 172.87 pesos diarios, y en lo que respecta a la Zona libre de la Frontera Norte subirá de 213.39 a 260.34 pesos. Significa un incremento, en uno y otro, de un raquítico 22%. Hay que tener claro dos cosas. Una es que este incremento solo “beneficia”, a un universo de 4.5 millones de trabajadores asalariados, que sólo representa el 13%. La inmensa mayoría, en sus revisiones contractuales solo recibirán aumentos que oscilan entre el 4 y el 5% ¿Y qué decir de los más de 31 millones de trabajadores que laboran en la informalidad? Triste panorama, ya que ese incremento al salario mínimo no llega a la inmensa mayoría de los trabajadores y, en los hechos, se esfumará con la inflación, particularmente en el incremento a los precios de la canasta básica.
La frase “Primero los pobres” no deja de ser desgastada y hueca que nada tiene que ver con la política social y económica que lleva a cabo el actual gobierno morenista, pues mientras las familias humildes viven con carencias y con la imposibilidad de resolver con su salario las necesidades más apremiantes, cada vez el poder adquisitivo es menor. Este gobierno está más interesado en mantener y reforzar el statu quo que permita a los hombres del dinero seguir incrementando sus fortunas. Estos tres años que restan al gobierno de la 4T, serán más de lo mismo: más pobreza para la clase trabajadora. Al tiempo.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario