MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Colonia el refugio: 29 años de fundación y 24 años del retorno triunfal

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Hablar de El Refugio implica hablar no solo del origen de una colonia cualquiera, implica hablar también de los orígenes del antorchismo en el estado de Chiapas; es reconocer a este pequeño asentamiento humano como el botón de muestra de lo que el Movimiento Antorchista quiere plasmar en la vida de los chiapanecos.

No se trata de experimentar con ideas trasnochadas y obsoletas que nadie sabe si funcionan o no, como últimamente se ha puesto de moda por parte de quienes dirigen los destinos de nuestro país; se trata de la práctica diaria que Antorcha viene aplicando en colonias y comunidades marginadas cuyo éxito y resultados están a la vista de todo el que quiera ver, porque se pueden apreciar y contabilizar en la mejoría palpable de las condiciones de vida de quienes habitan este lugar.

Por eso, allá por el año 1992 cuando los primeros pobladores, sintiendo cerca el riesgo de ser desalojados de estas tierras en qué se habían establecido meses atrás, decidieron buscar la sombra de Antorcha para que los cobijara y protegiera, hicieron bien, ya que, cual madre que da a luz, nueve meses después de esa fecha, la colonia estaba inaugurando su primera obra, el primer fruto de la lucha organizada: la luz eléctrica.

Animados por ese importante logro, los colonos de El Refugio que aún estaban dudosos se convencieron de las bondades de luchar unidos y abrazaron decididamente los ideales de Antorcha, disponiéndose a enarbolar otras demandas y necesidades vitales como el agua potable y la pavimentación de calles.

Así duraron tres años más trabajando de manera conjunta y transformando en un lugar habitable aquel pedregoso terreno.

Pero como dijera el poeta Nicolás Guillén,  siempre "la Envidia pálida  acecha el paso del romero cándido  y le lanza su flecha envenenada": quiénes gobernaban en aquel entonces el estado de Chiapas, preocupados por el éxito del trabajo antorchista quisieron apagar la llama antes de que fuera imitada por otras colonias del Cañón del Sumidero que padecían de las mismas carencias.

Fue así como se dejó caer en medio de El Refugio la bomba de la división, del odio y de la traición que ya venían preparando para expulsar a los antorchistas de sus viviendas, y explotó "la rebambaramba del 96" como la bautizó don Ismael, un destacado plenista y fundador.

Afortunadamente para los hombres de bien, Antorcha no abandona jamás a sus hijos y se hizo sentir su presencia nacional en el parque central, frente a Palacio de Gobierno.

Desde ese foro improvisado, se difundió día tras día y a los cuatro vientos, la injusticia de la que habían sido objeto, exigiendo libertad para los detenidos y el retorno a sus hogares de todos los desalojados.

Ocho largos meses tuvieron que transcurrir, soportando estoicamente la intemperie y las inclemencias del tiempo, para convencer a las autoridades de que la organización de los pobres no daría marcha atrás y no nos moveríamos ni un ápice hasta que al último compañero le fueran restituidos sus derechos y sus garantías constitucionales violadas. Por tal motivo, no les quedó otra opción que hacerlo; y, el 18 de noviembre de 1997 los antorchistas de El Refugio regresaban a sus viviendas

Por ésta razón conmemoramos con júbilo el retorno triunfal de nuestros compañeros a sus humildes pero dignos hogares, con la frente en alto y dispuestos a continuar la tarea violentamente interrumpida.

Y así lo hicieron a partir de ese día. Dejando a un lado el rencor y el resentimiento, siguieron trabajando en el progreso y desarrollo de su colonia introduciendo más obras y servicios.

Pero también es oportuno recordar a quienes con su inteligencia, su carácter y su buena voluntad supieron conducir a los primeros habitantes de esta colonia por el camino correcto y, cuando se pudo, también a sus propios hijos, dejándonos con ello una huella inmarcesible, una enseñanza imborrable de honradez y lealtad a toda prueba; pues aún en las peores dificultades no se arredraron ni se acobardaron y se mantuvieron fieles hasta el último momento y nunca traicionaron. Algunos de ellos aún se cuentan entre los vivos, otros, decidieron adelantarse hacia la eternidad, ahí donde algún día los alcanzaremos, pero su lealtad y su enseñanza vivirán para siempre entre nosotros.

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