MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La dictadura morenista

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¿Qué pretende Morena con la búsqueda desesperada de alcanzar la mayoría calificada en el Senado de la República para aprobar, sí o sí, la desastrosa reforma al poder judicial? Digo desastrosa porque incluye el mecanismo para hacerse con la Corte y con los jueces y magistrados incondicionales al poder ejecutivo, es decir, el aberrante sistema de “elección” de los jueces. Todo mundo coincide en que es necesaria una reforma al poder judicial para hacer que la justicia en México sea, como dice la Constitución, pronta y expedita; sin embargo, lo que se requiere para tal efecto es triplicar el número de jueces y magistrados, al tiempo que inyectarle el 2 % del PIB al poder judicial para tal efecto; sin embargo, la reforma NO tiene ese sentido, NO busca hacer más eficiente el poder judicial, de ser así, sería ejemplar el trabajo de resolución de asuntos de la Ministra Lenia Batres; sin embargo, no es el caso, pues resulta que desde que llegó a la fecha no ha resuelto ninguno de los que le tocan y dicen, acá, bajita la mano, que ni idea clara tiene de qué debe hacerse.

Pues bien, volviendo a la pregunta ¿qué pretende Morena? Morena pretende hacerse con el poder absoluto del país para conservar sus privilegios, justo lo que criticaban. No pretenden hacer de México una patria más justa y mejor para todos. La realidad muestra que el gobierno de Morena ha sido, más bien, desastroso. El país está en ruinas: las carreteras con tremendos deterioros que causan enormes pérdidas al transporte público y privado de las que no se hace cargo Morena; no hay duda de que este es el sexenio más violento de la historia reciente (cuando criticaron con toda fuerza la política de seguridad del sexenio de Calderón); en este sexenio, para bajar la pobreza, cambiaron la forma de medirla porque la forma de hacerlo anteriormente no les favorecía, pues se incrementaba la pobreza; en otras palabras, como la forma anterior de medir la pobreza les dejaba en mal, se inventaron una nueva forma de medirla, pero, afirmo, hoy hay más pobres que antes aun dándole dinero a la gente en sus tarjetitas; el sistema de salud mexicano, evidentemente, está muy lejos de ser el que afirma el presidente, como el de Dinamarca, muy lejos estamos de ello y el presidente lo sabe aunque no lo reconoce, pero el pueblo, no sólo lo sabe sino que sufre el mal del sistema de salud.

Se concentraron ingentes recursos públicos para la compra de votos, vía los programas sociales y se destinaron también a megaobras inútiles: el aeropuerto de Santa Lucía, hoy Felipe Ángeles que, como dijo una exdiputada, tiene más baños que vuelos; el Tren Maya que, además de sus terribles fallas, es una obra que depende económicamente del  subsidio del estado, sí o sí, porque no es rentable, aún venda todos sus boletos; y, finalmente, la refinería de Dos Bocas, multiinaugurada y que sigue sin refinar lo que nos prometieron; con esta concentración inútil de recursos, dejaron de lado las obras y servicios de las colonias y pueblos de México. Así se explica que hoy la gente no tenga agua, drenaje, carreteras en buen estado, escuelas de calidad, etc. A la gente le dicen: ya te di tu tarjetita, de ahí ve todo lo demás. Hay descontento social y ello lo lee este gobierno como un peligro para su estabilidad.

Si a esto le agregamos el deterioro de la Economía, por ejemplo, el super peso resultó súper débil pues desde que ganó la presidenta a la fecha se ha disparado y está por encima de los 20 pesos por dólar; los ricos hoy son más ricos y el propio presidente, en tono de orgullo, lo presume; sin embargo, a la gente le alcanza para menos; el salario, aunque aumentó, de nada sirve si los precios de los alimentos suben a la par, es decir, de nada sirve que suba el salario nominalmente si en términos reales, o sea, en términos de la capacidad de comprar productos no crece, entonces, la situación del obrero se deteriora y, como dice Marx, aunque el obrero gane, pierde.

En esa situación, se están presentando condiciones revolucionarias: el gobierno no puede y el pueblo no quiere, por ello, se requiere que todo aquel que quiera protestar sea objeto de persecución política y esto hoy se ve con la aprobación de la reforma al poder judicial que archienemigos de la 4T hoy son lo mismo y pasan del PRI y del PAN a Morena como si nada. Cambiaron el artículo 19 de la Constitución incrementando el número de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, por lo que si alguien resulta indiciado irá a la cárcel si el delito que se le imputa está dentro de este catálogo. Pero, hace falta un eslabón para tener completa la cadena: el Poder Judicial de la Federación.

Muchos mexicanos no distinguen que el Ministerio Público NO depende del Poder Judicial. El Ministerio Público es quien se encarga de armar la carpeta de investigación y deberá tomar la determinación si presenta al indiciado ante un juez, que sí pertenece al Poder Judicial. Lo cierto es que, con el abanico de delitos que puso Morena a modo en la Constitución le permite al Ministerio Público, no armar una carpeta correctamente, simplemente, meter a la cárcel de manera oficiosa al indiciado. Pero si el Ministerio Público, que supuestamente es autónomo (es decir, que no depende del poder judicial), hace mal su trabajo, corresponde al juez analizar si se están o no violentando los derechos constitucionales del imputado y si una carpeta, por mal armada, violenta los derechos del indiciado, el juez tendrá que ponerle en libertad. Aquí a quien señalan con dedo flamígero es al juez, es decir, al Poder Judicial, pero no ven las malas acciones del Ministerio Público. Quieren acotar el amparo, única defensa que tiene el ciudadano contra los abusos de los poderos.

Pues bien, Morena tiene a las fiscalías, a los Ministerios Públicos, pero NO cuenta con el Poder Judicial, y quiere, sí o sí, tenerlo, Por esta razón se inventó una reforma cuyas verdaderas intenciones son: primero, cambiar la Corte y el Poder Judicial poniendo Morena los candidatos y luego eligiéndolos por consigna, echando por tierra toda la carrera judicial de quienes se han esforzado toda la vida para alcanzar a ser jueces cumpliendo con los requisitos más rigurosos; ahora no, ahora se quieren poner, como dijo un amigo, “jueces del bienestar”. Segundo, quieren poner una santa inquisición que quite y ponga jueces que si, por el mecanismo anterior, o sea, por votación, no hayan resultado jueces del todo lo afines que el sistema quiere, entonces, esta santa inquisición en el nuevo Poder Judicial quitará a los que ella considere, pues será plenipotenciaria y pondrá, como sería de esperarse, nuevos jueces a modo.

Eliminar al poder judicial, dinamitarlo o destrozarlo en sus bases, tiene como propósito no tener más contrapesos y hacer que los jueces hagan lo que les dictan sus jefes. Se trata de que las sentencias que afecten al poder, como fue el caso de los amparos que frenaron las megaobras inútiles de este gobierno, no prosperen; si se trata de perseguir a alguien, el juez podría tener la consigna de su jefe y sentenciar contra los enemigos del poder; finalmente, una vez que lleguen determinados jueces al poder judicial, se acabó el esfuerzo de las bases trabajadoras, pues ahora los nuevos jueces querrán poner a gente cercana suya a su alrededor y luego buscaran que quienes les sucedan sean también cercanos a ellos. Esta es, pues, una forma artificial y moderna de destruir la democracia y construir una nueva dictadura, pero ahora, imperfecta.

Lo cierto es que ya despertó el poder judicial, ahora necesitamos que el pueblo también despierte y se sume para frenar la dictadura. Como dice Schiller: “la razón, para que triunfe sobre la fuerza, debe convertirse ella misma en una fuerza”, el pueblo, para liberarse, dijo recientemente el ingeniero Aquiles, debe hacerlo, primero, mentalmente y luego materialmente. A luchar por una sociedad más justa y mejor para todos y en contra de la dictadura.

 

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