Hace unos días leí un artículo del doctor en Economía Abel Pérez Zamorano en la revista buzos que se llama "El Estado Morena y el arte del mimetismo”. Me pareció sumamente útil y quiero compartir con ustedes algunas de esas ideas.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se contradice entre su discurso popular y su práctica antipopular. Desde que inició su gobierno, AMLO ha realizado un total de 560 conferencias mañaneras en las que se dan respuestas a los problemas más graves del país, pero lo cierto es que se han convertido en un foro político que no resuelve nada y en un tribunal desde el que se ataca a todos los que no estén de acuerdo con el gobierno de Morena.
AMLO rechazó aplicar un régimen fiscal progresivo, en donde los más ricos pagarían proporcionalmente más impuestos, le impide al pueblo crear organizaciones y partidos, desapareció el Seguro Popular y las guarderías infantiles, dejó sin medicinas a los niños con cáncer y su política ha dejado un saldo de 9.8 millones de pobres más. Nunca diseñó un verdadero plan anti-pandemia y ahora en nuestro país estamos por llegar a los 200 mil muertos por coronavirus, según la estadística oficial.
La caracterización de un gobierno no depende de lo que él piense de sí mismo. El criterio de evaluación es la práctica, los resultados y acciones reales. No verlo así nos oculta la verdadera naturaleza del Estado: que es una maquinaria política diseñada para proteger los intereses de la clase poderosa. El Estado ha desempeñado en la historia el papel de protector de las clases poderosas, y seguirá haciéndolo, mientras el pueblo no gobierne. Para ello fue creado, y lo hace mediante el derecho, las fuerzas armadas y la burocracia; y enajena a las clases pobres haciéndoles creer que este es el mejor de los mundos, por lo que no se puede ni imaginar otro.
¿A qué clase representa el actual Estado mexicano? A juzgar por los hechos, está en primer lugar su composición. Aparte de algunos vividores, eternos trapecistas de la política, carentes de todo principio, brilla el color dorado del gobierno: Manuel Bartlett; Tatiana Clouthier, perteneciente a las familias terratenientes más ricas de Sinaloa; Miguel Torruco, prominente empresario del turismo y la hotelería; Víctor Villalobos, identificado siempre con la transnacional Monsanto; Alfonso Romo, ministro sin cartera, acaudalado empresario; Esteban Moctezuma, expresidente de Fundación Azteca. Esa es la punta del iceberg. ¡Cuánto parecido con los gobiernos neoliberales! Pero están también sus obras, ya mencionadas al inicio, y a las que podemos añadir que: otorga espléndidamente jugosas inversiones, como el Tren Maya, a los magnates de su preferencia (por adjudicación directa, como nunca antes). Gastó únicamente el 1% del PIB en apoyo a los pobres, y a las pequeñas y medianas empresas en la pandemia, dejando un saldo de 1.1 millones de estas en quiebra, lo que hará las delicias de los monopolios, aumentando la concentración del capital en corporativos más grandes.
Morena y AMLO tienen en el ADN la composición de un Estado neoliberal y eso afecta a los pobres, como lo hemos visto en toda la primera parte del sexenio de López Obrador. Alcanzar el bienestar común de todos los mexicanos exige un cambio estructural: que la clase trabajadora y la clase media asuman el poder político e influyan efectivamente en el manejo de la economía. En tanto esto no ocurra, lo que debemos hacer es restarle poder a Morena en la Cámara de Diputados en las próximas elecciones. ésa es la tarea.
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