El pasado jueves 16 de los corrientes, elsoldemexico.com.mx, publicó una nota que tituló: “El pobre no es pobre porque quiere: miles caen en extrema pobreza y te explicamos el motivo”. Ya en el cuerpo de la nota se afirma que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, más de 500 millones de personas en el mundo han caído en la pobreza extrema; al mismo tiempo que se reconoce que esta sigue siendo uno de los principales problemas a nivel mundial, donde “la desigualdad tiende a ir en aumento, afectando a millones de personas alrededor del planeta”. “La causa de la pobreza –contiene la nota- en el mundo es porque la gente tiene que pagar con sus propios recursos los gastos médicos, que ahora con la llegada de la pandemia, aumentaron exponencialmente”. “Incluso antes de que se produjera la pandemia, casi mil millones de personas gastaban más del 10% de su presupuesto familiar en salud”, aseguró Juan Pablo Uribe, director de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial.

De acuerdo con la OMS, se hace necesario que los gobiernos garanticen que cada uno de sus ciudadanos pueda acceder a los servicios sanitarios, reforzando el gasto público en salud y apoyo social.

Llama la atención que dos organismos internacionales reconozcan que la pobreza siga siendo uno de los problemas principales a nivel mundial y además que la cifra va en aumento (aunque la causa que apuntan como origen del problema sea errónea), en tanto que en México el gobierno de la 4T considera que el problema fundamental es la corrupción y que para abatir los índices de pobreza y marginación basta con el reparto de dinero en efectivo. A un diagnóstico perverso, erróneo y mal intencionado de la situación del país, le corresponden también políticas perversas, homicidas y erráticas. El desmantelamiento del sistema de salud y el mal manejo de la pandemia son dos ejemplos claros de esta política que ha cobrado ya la vida de 297, 356 mexicanos y cerca de cuatro millones de contagios. Así está atendiendo el gobierno de “primero los pobres” las recomendaciones de la OMS.

Sin duda que, a este diagnóstico realizado por organismos internacionales como el Banco Mundial, -que ninguna simpatía guarda con relación a los desheredados de siempre- no escapa nuestro país. Precisamente el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) responsable de medir la pobreza y generar información para la toma de decisiones sobre la materia, fue quien dio a conocer en su última medición de la pobreza 2018-2020, cifras que el gobierno actual debiera considerar a la hora de instrumentar su política Hay que señalar que la medición de la pobreza multidimensional no está dirigida solamente a cuantificar el nivel de ingresos en los hogares, sino que abarca otros aspectos relacionados con la educación, la salud, la seguridad, la alimentación, los servicios básicos de vivienda, por mencionar sólo algunos. Entre algunos de los rezagos importantes identificados en varios de estos rubros, tenemos, por ejemplo, que en materia de salud hubo un aumento en el porcentaje de la población con carencia por acceso a los servicios de salud al pasar de 16.2 por ciento (en 2018) a 28.2 por ciento (2020). Esto significa que en 2018 había 20.1 millones de personas en estas condiciones y en 2020 creció a 35.7 millones de personas. Por otro lado, a nivel nacional, en ese mismo periodo, el porcentaje de la población con carencias por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad se mantuvo en niveles similares al pasar de 22.2 a 22.5 por ciento. Esto significa un incremento de un poco más de un millón de personas que carecen de alimentos nutritivos y de calidad. ¿Qué comen entonces estos mexicanos? En materia de educación, el porcentaje de la población con rezago educativo se mantuvo en niveles similares, pero con un ligero aumento al pasar de 19.0 a 19.2 por ciento, es decir, se incrementó de 23.5 a 24.4 millones de personas. Ahora bien, entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población en situación de pobreza aumentó de 41.9 a 43.9 por ciento, lo que significa que el número de personas en esta situación pasó de 51.9 a 55.7 millones, de los cuales 19.5 millones son menores de 18 años.

Asimismo, el porcentaje de la población en situación de pobreza extrema se incrementó de 7.0 a 8.5 por ciento en ese mismo periodo. Es decir, el número de personas en situación de pobreza extrema aumentó de 8.7 a 10.8 millones de personas, de los cuales 3.9 millones son menores de 18 años.

La situación en Hidalgo tampoco es mejor. También de acuerdo con el Coneval entre 2018-2020 la población del estado en condición de pobreza, pobreza extrema y moderada se incrementó. En 2018 el estado tenía un porcentaje de población en situación de pobreza del 49.9 por ciento y en 2020 se incrementó a un 50.8 por ciento, lo que significa que pasamos de un millón 517 mil 200 personas a un millón 570 mil 600 personas (más de 53 mil personas); en pobreza extrema, de un 7 por ciento en 2018 aumentó a un 8.1 por ciento en 2020, es decir, de 213 mil 900 personas llegó a 252 mil personas con esta condición (38,100 personas más). La población en situación de pobreza moderada pasó de un millón 303 mil 400 personas en 2018 a un millón 318 mil 600 personas en 2020 (15,200 personas más). De acuerdo con el Coneval la población vulnerable por ingresos también registró un incremento al pasar de un 5.3 por ciento en 2018 a un 6.5 por ciento en 2020, de 162 mil personas en dos años llegó a 199 mil 900 personas.

De los 84 municipios que tiene el estado, Huehuetla se encuentra entre los diez más pobres y marginados del estado, lo que se traduce en una indignante pobreza y rezago social en todos los aspectos, arrojando las siguientes cifras: de una población total de 27,555 habitantes, 10,559, se hallan en pobreza moderada vulnerable por ingresos, en tanto que en pobreza extrema se hayan un total de 8,618 pobladores. En Huehuetla falta empleo bien remunerado, decenas de comunidades carecen del servicio de agua potable aunque muchas cuenten con redes de distribución y fuentes de abastecimiento; muchos de los sistemas fueron mal hechos y/o se encuentran inservibles, los caminos se vuelven intransitables en época de lluvias debido a los derrumbes y deslaves que provocan las lluvias que se registran una buena parte del año; en materia de servicios de salud la atención es pésima, debido a la falta de hospitales y/o centros de salud, falta de personal médico y de enfermería suficiente, carencia permanente de medicamentos y falta de equipo y especialistas. En materia de educación, la infraestructura además de insuficiente y en malas condiciones, en su mayoría no cuenta con servicio de agua potable ni equipo y mobiliario adecuado.

Para cualquier gobernante medianamente sensible y preocupado realmente por el bienestar de quienes -con su voto- lo encumbraron en el poder; dichas cifras oficiales deberían ser más que suficientes para atender el reclamo de sus gobernados y empezar a dar respuesta a sus viejas necesidades y carencias; no es este el caso del gobernador de Hidalgo Omar Fayad Meneses quien a pesar de los compromisos contraídos con una parte importante de hidalguenses continúa con su política de oídos sordos. En estos tiempos de crisis económica y sanitaria, al señor gobernador le inquietan -y mucho- no las necesidades de las grandes mayorías empobrecidas, sino quien lo relevará en el poder para los próximos seis años. Estas lecciones que nos está dando la escuela de la vida, tienen que enseñarnos que además de la necesidad de continuar adelante en la lucha por nuestras demandas, debemos seguir organizándonos y educándonos para disputar por la vía democrática el acceso al poder de una nueva clase social que represente y defienda los intereses de las grandes mayorías. Para combatir la pobreza y la desigualdad en serio, es necesario un reparto más equitativo de la riqueza social que producimos los trabajadores y no las limosnas sociales del gobierno de la 4T, ni la política de “ni los veo ni los oigo” del Gobierno del estado.