Cahuacán es una de las comunidades rurales del municipio de Nicolás Romero. De acuerdo con algunas fuentes, es el pueblo más antiguo de esta demarcación; sus orígenes datan desde la época prehispánica, mucho antes del periodo en que se convierte en tributaria de Tlacopan que, junto a Tenochtitlan y Texcoco, formaron la llamada triple alianza, cuyo dominio político y militar, se extendió más allá del Valle de México.
Uno de los datos interesantes de Cahuacán es el que afirma que este lugar se convirtió en el primer ejido de nuestro país después de la promulgación de la Constitución de 1917; un decreto emitido en 1919 por el entonces presidente Venustiano Carranza, lo dotó de una extensión de 740 hectáreas de tierra, convirtiéndose así en el primer ejido creado al final de la Revolución Mexicana. Además, se le reconoce haber sido un ejemplo, un modelo por sus sistemas de irrigación que permitían una mayor productividad.
El crecimiento natural, producto del incremento de la población y la llegada de nuevos vecinos, dieron como resultado la formación de nuevos asentamientos en torno a la localidad principal: Santa María Cahuacán.
El desarrollo de esas comunidades, como Casa Vieja, evidenció la deficiente política del gobierno hacia la atención de las necesidades de la población; con los nuevos asentamientos crecieron también las exigencias de elementos y servicios indispensables para la vida de las familias: empleo, vivienda, energía eléctrica, alumbrado público, agua potable, educación y salud.
Obligados por la necesidad y ante la deficiente atención del gobierno, los habitantes de estos nuevos asentamientos comenzaron a buscar alternativas de organización, primeramente, como por instinto y, después, como una necesidad vital para el mejoramiento de sus condiciones de vida.
Una de las necesidades más apremiantes se centraba en el aspecto de la salud, ya que al igual que los servicios educativos, los centros de atención como los hospitales y los médicos particulares eran escasos, se encontraban a grandes distancias y en algunas ocasiones, esta situación resultaba vital para algunos enfermos que requerían una atención inmediata.
Lo que distingue a esta Casa de Salud, como se le conoce actualmente, de los demás centros comunitarios, es la particularidad de su nacimiento, ya que es resultado del trabajo de la población dirigida por una organización comprometida con las comunidades humildes y no de la iniciativa gubernamental municipal, estatal o federal.
Los inicios
Con la llegada de los integrantes del Movimiento Antorchista a Casa Vieja, hace más de diez años, comenzó a materializarse una de las viejas demandas de los habitantes de esta comunidad y de otras que se encuentran alrededor como Barrio de Guadalupe, Chapultepec, El Rayo y Agua de Gallinas, entre otras.
Uno de los primeros responsables del trabajo comunitario en esa población, el activista social Héctor Vargas, recuerda que entre las múltiples carencias que se tenían en ese momento, la de mayor importancia por su impacto en la población era la de contar con un centro de salud en la comunidad para que la gente ya no tuviera que desplazarse hasta el centro de Cahuacán en busca del servicio, con el riesgo y el gasto económico que eso representaba.
Fue así como esa necesidad comenzó a formar parte de los pliegos petitorios que anualmente se entregaban en la presidencia municipal y que, a pesar de ser una de las necesidades plenamente justificadas, no recibía la importancia debida por parte de los funcionarios de las administraciones municipales. La cerrazón de los gobiernos municipal y estatal, es lo que convenció a los pobladores de que la única manera de resolver esa necesidad era que el pueblo mismo comenzara a solucionarla por su propia cuenta.
Un gran impulso recibió esta lucha cuando el responsable político del Movimiento Antorchista en la zona noroeste del Estado de México, Héctor Javier Álvarez Ortiz, se desempeñó como diputado federal de la LXIII legislatura, entre los años 2015 a 2018. Como resultado de su gestión, se destinaron recursos del Presupuesto de Egresos de la Federación, provenientes de los impuestos de los mexicanos, para la construcción de cuatro centros de salud, uno de ellos ubicado en Casa Vieja.
De esta manera, la comunidad tuvo la seguridad de que su lucha se encaminaba hacia al logro de su objetivo principal.
El desarrollo
Una vez que la comunidad contó con un edificio con las condiciones adecuadas, comentó la psicóloga Fany Mendoza Mejía, responsable del trabajo de la organización en la zona, la demanda principal se encamina a la petición para que el gobierno del Estado de México envíe personal capacitado que ofreciera el servicio necesario; sin embargo, nuevamente, ante la indiferencia del sector salud y de los funcionarios de gobierno, la comunidad decide solicitar la solidaridad de los jóvenes profesionistas de la localidad para que inicien con la atención a la población, retribuyéndoseles una pequeña ayuda económica, producto de la cooperación simbólica de las consultas.
Es así como el centro de salud de Casa Vieja, comienza a funcionar. Gracias al valioso apoyo de los compañeros y vecinos que nos han hecho el favor de colectar medicamento para donar al Centro de Salud de Casa Vieja, así como al dirigente social Héctor Javier Álvarez, por el mobiliario enviado que nos permitió comenzar a funcionar con servicio de consulta médica general, psicología y odontología.
Así, hemos logrado atender hasta veinte consultas por día, señaló la activista. Sin embargo, aunque reconoció que en ese momento se había logrado ofrecer una alternativa a uno de los problemas más añejos y más urgentes que tenían que ser atendidos por las instancias correspondientes aún faltaba el reconocimiento oficial del gobierno del estado, para que se hiciera cargo del pago al personal médico y la dotación de medicamento a cargo de la secretaría de salud.
En la actualidad
La misma población que comenzó a darle vida al proyecto, vino a darle el impulso que faltaba para su reconocimiento oficial. En la concentración realizada por más de diez mil personas en la explanada del municipio de Nicolás Romero en el año de 2022, con la entrega del pliego petitorio y la disposición de las comunidades asistentes para continuar la lucha hasta el final, fue como los funcionarios de la administración municipal se comprometieron a retomar el proyecto y completar lo que faltaba para su funcionamiento formal.
Hoy, la Casa de Salud de Casa Vieja, después de ser un sitio ignorado por varios años, brinda servicios de odontología, medicina general, psicología, optometría y especialidades médicas; cuenta con sala de espera, espacio séptico, farmacia, cocina, salón de juntas, así como un espacio para la dirección, ofrece servicios de calidad a más de 12 mil habitantes y, los profesionistas que hoy laboran ahí, hijos del mismo pueblo, reciben un salario municipal.
Lo mejor de todo es que se ha convertido en un ejemplo de lucha y compromiso, una muestra de que cuando los pueblos se deciden y con la dirección política adecuada, pueden lograr sus propósitos.
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