Yo también, al igual que muchos de mis compañeros que han escrito o se han pronunciado en torno a la pasada XXI Espartaqueada Cultural Nacional, ¡yo también! Insisto: me sumo a las felicitaciones a la Comisión Nacional Cultural por tan excelente trabajo de organización de este tan importante evento cultural que, como muchos otros lo han dicho, es el más grande e importante que se realiza en México sin apoyo gubernamental.
La cultura y la propaganda tienen la poderosísima capacidad de condicionar la mente de la gente; son utilizadas por los poderosos para hacer creer que ellos son los buenos y los malos son a quienes despojan de su territorio, de sus bienes.
La experiencia de nuestra Comisión Cultural Nacional es muy importante para cada día hacer mejor las cosas, pero a ello le sumamos la guía de nuestro querido secretario general, Aquiles Córdova Morán, la entrega y compromiso de las Comisiones Centrales, el esfuerzo de cada una de las dirigencias estatales y todos sus equipos locales en el terreno económico, logístico, organizativo y cultural, para que el resultado sea un pueblo educado que derrocha talento y cultura de muy buen nivel, como lo pudimos apreciar en esta XXI Espartaqueada Cultural Nacional.
Todos los antorchistas del país nos sentimos orgullosos del trabajo artístico y cultural que se realizó durante los nueve días que duró la XXI Espartaqueada Cultural en Tecomatlán, Puebla, donde más de 25 mil artistas populares de todas las edades participaron en canto, oratoria, poesía, danza, bailes regionales y bailes internacionales.
Con este loable esfuerzo, el antorchismo nacional demuestra que el pueblo es capaz de hacer arte y cultura, no solo como una forma de educarse y conocer sus raíces más profundas, sino como una poderosa arma que, bien utilizada, sirve para que el pueblo vea la realidad en la que vive y luche por su liberación.
La cultura —dijo el maestro Aquiles Córdova Morán en la clausura de la XXI Espartaqueada—, así como los medios de comunicación, “son armas tan poderosas como un misil hipersónico, son armas muy filosas, muy eficaces para quien las tenga en las manos y las pueda usar”.
Dio como ejemplo los actuales conflictos entre Rusia y Ucrania, y el de Israel y Palestina: “El arma de la cultura es utilizada por los imperialistas a través de la prensa, la radio, la televisión, las redes, el cine, la música. Mandan un mensaje envuelto en una película, envuelto en una canción, envuelto en música instrumental, envuelto en un relato, etcétera. Allí va el mensaje de los asesinos de árabes, de los asesinos de rusos, de los asesinos de todos los pueblos débiles, envuelto en una capa dulce que aparece como cultura”.
La cultura y la propaganda tienen la poderosísima capacidad de condicionar la mente de la gente; son utilizadas por los poderosos de este mundo para hacer creer a la gente que ellos son los buenos y los malos son a los que despojan de su territorio, de su cultura, de sus bienes.
Ante esto, ¿qué hay que hacer para combatir a los imperialistas que nos quieren lavar el cerebro con su “cultura” para que apoyemos sus crímenes y nosotros mismos seamos presa de su ambición? No hay otro remedio más que combatir la cultura que ellos nos quieren imponer con la verdadera cultura, ¡la cultura del pueblo! La que ha creado el pueblo para su recreo y su superación, y no la cultura de los imperialistas que está hecha para manipular a los ingenuos y para matar a los que se dejen.
Antorcha viene dando la lucha por la defensa de los débiles y marginados de nuestro país desde hace más de cincuenta años. Luchamos por mejores condiciones de vida, por un país más justo y equitativo. Por ello, entendiendo que la cultura y la propaganda también son armas poderosísimas utilizadas por los ricos para controlar al pueblo, ya tiene rato que nos hemos dado a la tarea de dar la pelea en la parte cultural.
Antorcha no hace cultura sólo para el placer de los ojos y de los oídos, sino, fundamentalmente, hace cultura para darle pelea a los que nos quieren vender la cultura de asesinos que extiende por el mundo el imperialismo norteamericano y sus aliados.
Nuestra cultura es una cultura guerrera, es una cultura que va a las raíces del pueblo trabajador; que el pueblo trabajador sepa de dónde viene, que sepa dónde nació la patria, cuántos años pasaron de desarrollo floreciente hasta que llegaron los europeos, esos españoles que troncharon el árbol de nuestra cultura para injertarle la cultura extranjera, y se hizo un injerto y nació la cultura mestiza. Pero la cultura no nació con los españoles: ya existía.
La cultura que promueve Antorcha no tiene la intención de “manejar” a nadie, es una cultura colectiva. No la hace nadie en particular: la hacemos todos, como lo demostramos en la XXI Espartaqueada Cultural Nacional.
Por la vía de las Espartaqueadas tratamos que nuestra cultura sea verdaderamente popular, masiva, no sólo practicada por el pueblo, sino creada, renovada y divulgada por todo el territorio nacional por el pueblo mismo.
Lo que vivimos en esta XXI Espartaqueada Cultural Nacional fue todo un derroche de arte y cultura que nos sorprendió a todos. Pero la lección más importante es que la cultura es un arma poderosísima para quien la controle. Por eso, Antorcha fomenta la verdadera cultura: la cultura del pueblo. Terminaron las Espartaqueadas, pero la lucha por la verdadera cultura sigue.
Sigamos trabajando en cada rincón del país todos los días con la claridad y fortaleza que nos caracteriza a los antorchistas. Vale
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