MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CRÓNICA | Vivir en las colonias populares de Cuautitlán Izcalli

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Adelaida Gómez Merino llegó a vivir a la ciudad, como muchos mexicanos, buscando mejores oportunidades de empleo, salud y educación para sus hijos. Al igual que todos los que llegan con esa misma esperanza, se encontró con las dificultades a las que nunca se había enfrentado allá en su pueblo, en Pinotepa Nacional, estado de Oaxaca.

El primer problema al cual tuvo que hacerle frente fue el de la vivienda. Llegó primero a rentar un cuarto en Naucalpan de Juárez, después llegó a Atizapán de Zaragoza y, de ahí, se mudaron a la colonia Lomas del Rosario, en el municipio de Cuautitlán Izcalli.

Comenta que llegaron por primera vez a Naucalpan en busca de una mejora económica para su familia, ya que en su comunidad de origen la única posibilidad de obtener algún ingreso era, y sigue siendo, el cultivo del maíz.

Sin embargo, explica, las condiciones económicas son cada vez más difíciles, y el producto obtenido de la cosecha, dada su escasa producción, no alcanza para conseguir todas las cosas necesarias para cada uno de los miembros de la familia:

“Teníamos familiares en Naucalpan, en la colonia La Cañada, cerca de Río Hondo, estaba horrible cuando llegamos, ahorita ya no se ve tanto por todas las casas que hay actualmente. Duramos en ese lugar unos cuatro años; decidimos cambiarnos porque él [su pareja] tenía un hermano que compró un terreno en la colonia Atizapán Dos Mil; nos propuso construir, en su predio, una casita de cartón de leche para nuestros hijitos; a cambio yo debía echar un ojo a sus hijos, que estaban yendo a la escuela, y para que su casa no se quedara sola.

Con el tiempo, tristemente, nos pidieron que desocupáramos la casa porque la iban a vender ya que no podían pagar la deuda que tenían todavía. Bueno, no nos quedó de otra y tuvimos que buscar un cuartito para rentar… por ahí cerca, por la escuela primaria Niño Artillero donde estudiaron mis hijos”.

Este primer acercamiento con los asentamientos de la zona urbana, con las colonias habitadas por miles de trabajadores y sus familias que, al igual que Adelaida y los suyos, llegan en busca de empleo, fue también su primer acercamiento a las penalidades que sufren miles de personas que, huyendo de la miseria y la falta de oportunidades en sus comunidades de origen, se ven obligados a buscar alguna ocupación y vivienda en la periferia de una ciudad, que no los espera precisamente con los brazos abiertos.

“En ese año que nosotros llegamos ahí, veíamos que muchas personas estaban con su lonita, en un predio, pero como no sabíamos nada, ni se nos ocurrió pensar que estaban cuidando su pedacito de terreno; después nos enteramos que eran personas organizadas que tampoco tenían una casa y de esa forma trataban de conseguir algo seguro, pero no nos acercamos por la falta de información.

Todos mis hijos terminaron la escuela ahí, desde la primaria ‘Niño Artillero’ hasta la preparatoria en la escuela ‘Crescencio Sánchez’. En esa colonia duramos más de veinte años rentando, hasta que nos dijeron de un terrenito aquí en Lomas del Rosario en Cuautitlán Izcalli, llegamos a este lugar aproximadamente en el año 2009, cuando no había más de cinco casas… las habitaban personas que llegaron de Puebla y de Oaxaca; algunos como nosotros, también venían de Atizapán”.

El rápido crecimiento de esta nueva colonia, reflejo de la agudización de las malas condiciones económicas en que viven millones de mexicanos, no ha estado exento de los problemas que aquejan a la mayoría de los asentamientos que se forman con familias provenientes de provincia en busca de alternativas económicas y, frente a los cuales, los Gobiernos estatales y municipales no planifican ni atienden las necesidades que surgen.

En su nueva comunidad hay primaria y preescolar cerca de su casa; a la secundaria también se puede acceder fácilmente, pero para los que quieren seguir estudiando, la preparatoria tienen que hacerlo hasta la colonia El Rosario; tampoco hay universidades cerca.

En la zona no hay mercado, los habitantes acuden al tianguis que se instala los domingos y tampoco existen lugares para el esparcimiento o la recreación como los parques o los cines.

A los pocos metros de su vivienda se encuentra una ciénaga de aguas negras que es el destino final de todo el drenaje de la colonia y de otras que se encuentran un poco más arriba, es un lugar de donde emanan olores putrefactos durante todo el día, además de que representa un foco de contaminación y por sus características permite que la fauna nociva encuentre un lugar adecuado para vivir.

Adelaida recuerda que ese pantano ha estado en las mismas condiciones desde que ella y su familia llegaron a vivir aquí; eso dificultó un poco la introducción del drenaje provisional que los vecinos realizaron, pues los funcionarios del ayuntamiento les mencionaron que no podían desembocarlo en ese lugar; que tendrían que buscar algún otro lugar. Hasta el momento no se les ha dicho a cuál.

Esta situación ha provocado inconformidades entre los vecinos pues esta ciénaga recibe los desechos de otras colonias y aún no se les ha ofrecido una alternativa para resolver el problema que tienen los demás asentamientos y también ellos, que no encuentran otra salida para desembocar su drenaje más que ahí, provocando que el problema se haga mayor.

“Nuestra colonia no se ha desarrollado como tal, no contamos con agua potable, tenemos que comprarla a las pipas particulares: por novecientos pesos vienen rápido, pero, en tiempos de lluvia las calles de la colonia se ponen feas porque no tienen pavimento y entonces las pipas no quieren entrar y sufrimos la falta de agua en ese tiempo. A nosotros, que no somos una familia grande, el agua nos dura algo más de tiempo, pero, a las familias más numerosas no y tienen que comprar el agua de pipa más seguido.

Como es una necesidad, tenemos que hacer el sacrificio; uno tiene que ver de dónde sacar el dinero para comprarla. Los que no la pueden comprar completa, llenan solamente un tinaco o tambos. Vivir en estas condiciones nos afecta mucho, sobre todo a los que tienen niños pequeños porque falta el agua potable, aparte la comida; todo está más caro”.

Con respecto a la pavimentación de sus calles su visión es más desesperanzadora: “la pavimentación ni pensarlo; si no nos han visto con lo del agua y el drenaje menos con el pavimento. Nuestro drenaje lo metimos de manera provisional; no está legalizado. Lo metimos nosotros para resolver nuestro problema, pero no vinieron del ayuntamiento a realizar estudios ni nada, por eso no podemos pensar en la pavimentación, ya que para eso primero tienen que meter el drenaje en forma, y eso pues no lo han hecho.

“Para el ayuntamiento nosotros no existimos, muchos ubican a nuestra colonia como Lomas del Rosario, otros como San José Huilango y otros como Santa María Tianguistengo, pero no existe en el mapa y por eso no tenemos ningún servicio; de la luz eléctrica sólo están los postes, algunas casas cuentan con luz, no todas, tuvimos que cooperar para meter los postes; los vecinos agarraron luz de una sola línea, pero el recibo ha llegado en algunas casas, arriba de diez mil pesos y la queja de la gente es esa, ¿cómo en casas donde no hay aparatos electrodomésticos va a llegar un recibo de esa cantidad?

Para obtener el alumbrado los vecinos aprovechan las ocasiones en que algún candidato visita la colonia para solicitarle una lámpara; a veces nos apoyan, y las lámparas se van colocando en determinados lugares para que la colonia esté iluminada en las noches. Hay lugares que sí lo están, pero hay otros que no, eso depende de cómo se organicen en las calles.

Cuando venimos tarde del trabajo, hasta el momento no nos ha sucedido nada, pero a varios de nuestros vecinos los han llegado a asaltar; ahora hay más inseguridad, debe ser porque la colonia está creciendo, llega a vivir más gente y no sabemos qué tipo de personas sean, no puedo decir qué mañas traigan.

Se ha sabido que en la avenida San Juan Bautista, cerca de aquí, ha habido asesinados por la delincuencia porque, a decir de los vecinos, es una calle donde hay más negocios”.

La seguridad pública no entra. Adelaida refiere que antes pasaba la caballería, pero ahora ya no. Si algunos vecinos tienen un problema tienen que esperar a que llegue alguien de la Policía:

“En caso de alguna urgencia médica se tiene que hacer uso de los servicios de particulares de la salud, alquilando un vehículo, resolviendo personalmente el problema porque la ambulancia tampoco llega a tiempo; no hay hospitales de gobierno cerca. Lo que hay es un DIF, pero sólo trabaja de día y no es hospital”.

Antes de despedirse, Adelaida pide a los funcionarios y autoridades que vayan a ver en qué situación está su colonia porque:

“… nada más llegan a ganar y se olvidan por dónde anduvieron y quién les brindó el apoyo con el voto. Varios han venido, pero no los hemos vuelto a ver.

Nosotros hemos sobrevivido por nuestro propio esfuerzo porque no hemos encontrado ningún político que nos regale ni terreno ni materiales para construir nuestra casa; los vecinos necesitan dejar atrás las envidias y unirse, dejar de ser apáticos porque eso es dañino, se debe luchar por el bien de la colonia”.

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